Capítulo 2: Choque y Fuga

1562 Words
La persecución era más grande de lo que Chiara pensaba, mientras ella estaba intentando escapar del auto que le pisaba los pies y resistir al hombre gritándole a su lado, algo más grande se avecinaba. ―¡Mierda! Necesito saber por donde se fue ―El hombre de gesto duro, ojos grises y cabellera negra apretó con fuerza el volante. Nunca en su vida se le había escapado una situación como la de ahora, él jamás había hecho tanto ruido en una misión y ahora se ve mezclado con el tráfico persiguiendo una serie de autos porque el hijo de perra al que debía matar se escapó como una rata. ―Derecha ―Al escuchar dio un volantazo y tomó la curva de manera peligrosa, pero eso no le importó, él no podía dejarlo escapar―. Debes seguir una Nissan X-Trail gris ―Alessandro, uno de los mejores mafiosos italiano aceleró sacándole el potencial a su deportivo. ―Yo iré por él, los demás, encárguense de sus aliados, no dejen a ninguno vivo ―Cortó la comunicación, ya había visto el auto meterse a un callejón, era su oportunidad para detenerlos y acabar de una buena vez con su trabajo para volver a casa de una vez por todas. Chiara que había logrado deshacerse del auto que los estaba persiguiendo, miró aliviada el retrovisor, ¿En qué clase de locura la había metido ese loco a su lado? No se quería ni imaginar todo lo que desencadenaría la manera en la que está conduciendo. ¿La meterán a la cárcel por ayudar a escapar a un delincuente? Ese pensamiento la estremeció por completo. ―Eso es guapa, no bajes la marcha, sigue conduciendo y ponme a salvo o de lo contrario te haré una coladera ―Chiara se sobresaltó al sentir el arma hundirse en su costado derecho―. ¡Cuidado! ―Chiara dio un frenazo para no chocar con el auto blanco que le tapó el paso, ella rápidamente retrocedió y dando un volantazo tomó un nuevo camino. ―¡Mierda! ―Alessandro maldijo golpeando con fuerza el volante, ¿Cómo pudo no chocar? Se preguntó descolocado―. ¿Acaso tenía a alguien esperándolo? ―Eso lo confundió, quien sea que estaba manejando lo hacía demasiado bien, tanto que se le está dificultando alcanzarlo. Chiara no era consciente de cómo estaba conduciendo, ella simplemente hacía cambio, aceleraba y cambiaba de curso de manera rápida. El hombre a su lado se impresionó por como conducía, pero ella no se estaba dando cuenta de nada, el pánico la tenía presa. ―Eso es, no te detengas ―El hombre sonrió al ya no ver nada sospechoso―. Eres buena, creo que podría hacerte mi perra ―Chiara que estaba pensando la manera de quitárselo de encima, vio la oportunidad, ella dio un giro brusco el cual obligó al hombre a quedar contra la puerta, se estiró descuidando el camino y abrió la puerta para que saliera disparado, pero su plan no resultó tan bien como ella pensó―. ¡Maldita zorra! ―Chiara frenó al verlo alzar el arma y el estruendo la hizo chillar. El hombre había caído gracias a que un auto chocó con la puerta del auto. Había quedado en shock, pero sabedora de que la estaban siguiendo, aceleró a fondo e intentó alejarse lo más que podía. Alessandro miró la escena impactado, el hijo de perra estaba aplastado como un sapo en medio de la calle, pero no se detuvo, él debía seguir a quien iba en ese auto. El pánico de Chiara aumentó al ver nuevamente ese auto blanco tras de ella, lo único en lo que podía pensar era en que la iban a matar por haber tirado al hombre fuera del auto. Al tomar la curva se vio obligada a frenar, pues el auto blanco le cortó el camino quedando frente a frente. Alessandro quedó en shock al ver a la rubia, ¿Cómo era posible? Se preguntó sin poder creérselo. ¿Por qué la está viendo ahí si ella está muerta? Chiara por su parte miró esos ojos grises desconcertados y un escalofrío recorrió su espina dorsal, ella sintió tanto miedo por saber que le habían visto la cara que no dudó en chocarlo una y otra vez hasta hacerse paso para huir. Alessandro no salía de su incredulidad, por primera vez se congeló ante una situación y no sabía qué hacer. ¿Realmente era ella o solo la vio como el día en el que estuvo a punto de morir? Sin ganas de quedar con la duda, decidió ir tras de ella. Chiara llamó a la policía y entre gritos y sollozos les contó lo que estaba pasando, por lo que ya tenían un plan. Ella debía seguir conduciendo hasta encontrarse con las patrullas que la estarían esperando en un punto clave. La persecución no se había acabado y ella lo sabía, ese auto blanco parecía ser invencible, por mucho que lo chocó todavía estaba tras de ella. ¿Por qué Londres la recibió de esa manera? Le parecía inaudito el que estuviera conduciendo como loca esquivando y tocando el claxon para llegar a su salvación. ―Retrocede ―Escuchó Alessandro al tomar la llamada―. Los policías están esperando cerca, debes dejarlos ir ―Maldiciendo como un loco se negó, él deseaba ver a esa mujer y asegurarse de que no es ella, de que solo fue una ilusión como la última vez que estaba en Norteamérica, pero sabedor de que no podía arriesgarse giró así desviándose. Todos miraron expectantes a Alessandro, pues sabían que el hombre había muerto aplastado por un auto y aun así él estaba siguiendo esa persecución que debió parar en cuanto el enemigo murió. Mekeril, su mejor amigo y aliado al verlo tan furioso y confundido fue tras de él. ―Te pusiste en riesgo al seguir ese auto ―Lo miró a los ojos―, jamás te habías puesto en riesgo, ¿Por qué seguiste? ―La vi ―Mekeril, alzó las cejas confundido―, y no fue moribundo como en Norteamérica, esta vez la vi frente a frente, sé que era ella ―Pasó la mano por su cabello―. ¿Cómo pude verla si está muerta? ¡Hace seis años que la perdí! ―¿Estás seguro? ―Mekeril estaba escéptico a la idea. ―No lo sé ―Susurró Alessandro finalmente―, Quizás solo se parecía y la forma en que conducía me confundió más ―Soltó el aire por la boca―. Si hubiera sido ella no me habría mirado con tanto terror, ¿Cierto? ―Mekeril endureció más el gesto, pero no dijo nada―. Es mejor seguir el plan ―Resopló dejándolo todo olvidado―, yo me quedaré con algunos de los hombres para terminar el trabajo y tú vuelve a Italia con Nahara y los niños, yo iré pronto. ―¿Estás seguro? ―Se preocupó genuinamente por él―, yo podría quedarme y tú marcharte. ―Es mi trabajo ―Lo cortó―, yo me quedaré a terminarlo y una vez lo haga volveré con el cargamento ―Como siempre, confiaron uno del otro y Mekeril lo aceptó. ―Me marcharé esta misma noche ―Le informó―, asegúrate de que no queden cabos sueltos y que la prensa no haya captado nada indebido. ―No te preocupes, lo tengo todo bajo control ―Alessandro lo despreocupó. Chiara estaba agotada, el susto que pasó, ver a un hombre cayendo de su auto y el intensivo interrogatorio por parte de la policía la dejó exhausta. Ella dio su declaración, perdió su auto gracias a que es evidencia y por si fuera poco ahora debe irse sola a casa. El frío caló en sus huesos al salir al aire libre, ya no estaba lloviendo, pero era de madrugada y el frío intenso, ella caminó un poco para llegar a la estación de taxis, no quería esperar demasiado, solo quería llegar a su piso, darse un baño caliente, prepararse algo de comer y dormir como si estuviera en coma. ―¡Joder! ―Chilló al verse contra el piso, caminaba tan rápido que al chocar perdió el equilibrio. ―Lo siento, no quería… ―No… ―Chiara retrocedió todavía sentada en el suelo, esos ojos grises la escrutaron y no le gustó la intensidad de esa mirada―. Yo no tengo nada que ver… yo… yo… ―Alessandro intentó ayudarla a ponerse en pie, pero el ardor en sus ojos lo hizo gruñir con fuerza―. ¡Aléjese de mí! ―Le gritó tirándole más gas pimienta. ―No, espera ―Quiso detenerla antes de que se montara al taxi, pero este aceleró casi pasándole por encima―. ¡Mierda! ―Maldijo parpadeando una y otra vez, asfixiándose por el gas. ¿Cómo la encontraría ahora? Está seguro de que es ella, ya no hay más dudas. ¿Cómo es que está viva? ¿La vio en Norteamérica cuando estaba herido? ¿Sí fue ella quien le salvó la vida? ¿Por qué nunca la pudo encontrar? Las preguntas lo estaban volviendo loco, pero no tanto como saber que no sabe absolutamente nada de ella y volverla a encontrar será todo un desafío.
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