Chiara corrió para alejarse del intercambio de disparos, pero muerte logró tomarla por el pelo y devolverla a su lado. El codazo lo había desestabilizado, pero no lo suficiente como para dejarla ir. —¡Esto es una trampa! —El otro negociante sacó el arma para arremeter contra muerte, pero él alzó la mano para que se detuviera. —No soy yo, todo es culpa de esta puta —El hombre no dudó, no había el suficiente tiempo como para pedir explicaciones—. ¡Quiero mi puto equipo, ahora! —Ordenó a uno de sus hombres mientras se ocultaba—. ¡Quieta! —Chiara se quejó por el tirón de pelo—. No debiste jugar a este juego. —Digamos que es justo como debía salir —Muerte, la miró confundido y antes de que pudiera hacer algo, Chiara le dio una patada en los testículos y salió del escondite. —¡Vas a morir,