–¿Y si tienen que dormir en la misma cama? –Hay como mil habitaciones en esa casa, Nathaniel, eso es lo último que pasará –aseguré tomando las diferentes prendas. –¿Qué vas a hacer al lado de semejante tentación? Podía ver las muecas que estaba haciendo en la pantalla de mi teléfono. –No está tan bueno. –Si lo está y lo sabes. –Ya sí, pero no lo sé –hice una mueca –. Hans es quisquilloso. –Seguro que para el se.xo no. –¿Por qué no te acuestas tú con él? –le cuestioné. –Si pudiera –rodó los ojos. –Seguro tu novio estará muy feliz de saber eso –me burlé. –Si no hay anillo –me señaló su mano y yo le hice una mala cara. Ahora le tenía una aberración horrible al compromiso, el divocio era lo peor que me había pasado, Sidney era una pesadilla total, seguía insistiendo en