–Señorita Callaghan, el señor Hans Gallagher solicita verla. –¿Está aquí? –dudé. –Si, justo frente a mí. Por el tono que usó Armenia supuse que Hans estaba a punto de entrar y después del último inconveniente con Dante, le pedí a Armenia que me diera el nombre y apellido de la persona que quería verme. –Déjalo entrar. –Sí señorita. –Ah y Armenia –la detuve antes de que colgará el teléfono. –Sí. –Puedes anunciarle a todos sobre la despedida de Sidney Norton. –¿A todos? –dudó –. Solo seremos poco personal, señorita. –Es que el expresidente de la empresa no puede irse de esa forma, debe irse con una despedida digna y no te preocupes, he mandado a pedir algunas botellas de champagne para brindar y bocadillos para todos. –¡Gracias, señorita Callaghan! –exclamó emocionada.