–Eloise. Escuché la voz de Hans y me levanté de la cama para acercarme al ver que estaba entrando al dormitorio, lo dejé entrar y cerré la puerta. –¿Funcionó? –¿Qué? –dudó. –Pues que si funcionó dejar en mal a Dante frente a tu abuelo –señalé –. ¿Cómo se veía tu abuelo? –me llevé las uñas a la boca –. Me dio mucha pena con tu mamá, pero él empezó. Él me quitó las manos de la boca. –Ese es un mal hábito –comentó –. ¿Qué fue lo que pasó allá afuera? Se veía confundido por la situación, al menos había subido detrás de mi para que le pudiera explicar. –Bueno, dijiste que tu abuelo seguramente lo llamó para que viniera y para convencerlo tuvo que haber mencionado algo de la prometida de Hans –me señalé –. Y tu dijiste que es inteligente y un estratega, además que no se llevan bie