Por la mañana intente ser la misma de siempre, esperando a que Sidney no leyera mis pensamientos, no tengo idea de por qué de pronto sentía que podía saber todo lo que estaba planeando, alejé esos pensamientos y le hice el desayuno, a él y a su madre, ellos hablaron y yo sonreía sin intentar matar a alguien, si no fuera por mi amor tan ciego por ese hombre, no me hubiera dado cuenta desde hace tiempo que se la pasa viendo su teléfono y siempre coloca la pantalla boca abajo, ¿acaso mi querida hermanastra le está escribiendo tan temprano? Ella jamás se ha levantado temprano en la vida.
–Todo por tus huevos sin sabor, Eloise.
–Señora Norton, usted sabe que no puede consumir demasiada sal.
Miré a Sidney y ahí estaba con su teléfono sin defender a nadie, fue hasta este momento en donde me pregunté, ¿por qué carajos seguía aquí? Ah, el plan, ya lo recordé.
–Ves como me trata, hijo.
–Tengo que irme, hay una reunión temprano –se levantó.
–Ah, de hecho, mi amor –mencioné –. Quería ir a la empresa para ponerme al día y esas cosas.
Sidney frunció el ceño y sentí que el corazón me iba a salir del pecho.
–Y poder almorzar juntos, ya casi no te veo y te extraño –continué.
–No necesitas ir a la empresa –me besó la frente –. Llámame y podemos ir a comer juntos.
Se despidió de su madre y salió, no me quiere en la empresa, eso es un hecho, pero como sea, ese lugar es mío y lo voy a recuperar.
–Deberías de arreglar un poco la casa, está muy sucia –murmuró la señora Norton.
–Si, hablando de eso, vendrá una persona a hacerlo.
–Esas personas que limpian la casa nunca lo hacen bien, es mejor hacerlo por ti misma –mencionó.
–Ah, pues por eso estará usted aquí para ver que se haga bien y si no es así, puede tomar la aspiradora y hacerlo por usted misma.
La puerta se escuchó y me levanté a abrir, era la enfermera que había conseguido, así que tomé mi bolso porque ya estaba lista para salir de la casa.
–Señora Norton, ella es Liseth, su enfermera –la presenté –. Liseth, ella es la señora Marta Norton, espero que se lleven bien, yo regreso a las cuatro.
–¿A dónde vas niña? ¡No me puedes dejar aquí con está desconocida!
–Voy a ver a mi primo. –Eso era verdad. –La veo después y le traigo algo de comer.
Cerré la puerta sin escuchar sus reclamos, está vez tomé mi propio auto, un Bentley continental color gris que Sidney me compró con mi dinero, por supuesto.
Fui al departamento de Nathaniel, al llegar había un chico con él, más joven y de lentes.
–Eloise, él es James mi asistente que hace un maravilloso trabajo.
–Hola, mucho gusto –saludé.
–Es un placer señora Norton.
–Solo dime Eloise por favor, ahora no necesito escuchar ese apellido – le pedí.
No sé porque permití que me pusiera el tonto apellido de Sidney, papá tenía razón, él siempre quiso que mi apellido fuera primero, pero como pensé que simplemente era porque no lo quería le lleve la contraria.
–Hemos averiguado de tus futuros aliados –mencionó Nathaniel –. Dile James.
–Ah el señor Jeremie Fisher, es un hombre extrovertido y ocupado que viaja constantemente, ahora se encuentra en la ciudad y asistirá a la exposición de arte de la reconocida Fiorella Montero mañana.
–Supongo que necesito una invitación para eso.
–Algo que yo ya tengo –respondió Nathaniel –. Me encargue personalmente que la invitación fuera directamente para ti, sin la desagradable compañía.
Supongo que se refiere a Sidney, pero eso no importa porque Sidney estará trabajando.
–Y el otro.
–El otro es Hans Gallagher, pero por ahora empecemos con Jeremie, luego podrás buscar al otro, por ahora debemos enfocarnos en tu ropa –señaló Nathaniel.
–Mi ropa, ¿qué tiene de malo? –dudé.
–Ah, bueno, es que es un poco…
–Floja –dijo James.
–¿Floja? –cuestioné.
–Aburrida –mencionó Nathaniel –. Es como si solo tomarás lo primero que hay en tu ropero.
Es que en realidad eso hago.
–Bueno, la ropa no es mi prioridad –me sinceré.
–Si, bueno, ahora sí lo tiene que ser.
Pasaron la tarde buscando ropa entre el montón de cosas que Nathaniel tenía en su apartamento, algo que era ridículo porque no había nada para mí ahí, así que terminamos buscando en internet y pedimos unas cosas, el plan estaba hecho, debía ir a la galería de arte a las once de la mañana y buscar a Jeremie Fisher intentando ser su amiga o lo que sea para que viera que soy capaz de manejar mi propia empresa, regrese a la casa antes de las cinco, le pague a todos y soporte los maltratos de mi querida suegra, preparé la cena, Sidney llegó a cenar y dijo que tenía que salir de viaje, para mi era mejor, me daría tiempo de moverme fácilmente y ganarme a los socios.
Así que por la mañana dejé a mi querida suegra con reclamos con la enfermera, hace un tiempo todas sus palabras me hubieran herido, pero hoy no.
Fui al apartamento de Nathaniel donde me preparé, quería recogerme el cabello, pero le dije que odiaba mis orejas, siempre sentí que eran demasiado grandes así que lo dejó suelto, me coloqué un vestido n***o con lentejuelas, mi cabello rubio suelto y pinto mis ojos, me dijo que sonriera, tenía una hermosa sonrisa aunque mis dientes de adelante fueran más grandes de ahí era donde me decía conejita.
Me hizo practicar mi forma de caminar, tenía que ser segura y decidida, una mujer que llamará la atención, alguien que tenía por qué luchar, el enojo era parte de mi motivación y fue así como entré a ese local, fuerte y furiosa.
Las pinturas en las paredes eran excepcionales, me encantaron, sabía algo de pintura porque tomé algunos cursos en la universidad, además, había visto que uno de los pensamientos de Jeremie era coleccionar arte, había hecho mi tarea bien al investigarlo.
No fue difícil encontrarlo, estaba llamando toda la atención como un pavo real meciendo sus plumas, era guapo, aunque un poco mayor para mi gusto, de barba y cabello ne.gro, alto y sobre todo millonario, me acerqué a donde se encontraban hablando y me incorporé a sus amigos, hace tiempo que no hacía esto y los pies comienzan a dolerme.
–Y por eso no deben mezclar el vino con un Whiskey Irlándes.
Todos rieron, era el centro de atención y eso le gustaba, sus ojos se cruzaron con los míos.
–Señorita Callaghan –mencionó con descaró –. Perdón, olvide el apellido de su esposo.
–Solo Eloise –sonreí al acercarme, tomó mi mano y la besó
–Para mí será un placer.
Si coquetea, será más fácil, Nathaniel dijo que eso podía pasar y sigo sin entender por qué no está aquí conmigo. Debo parecer segura, fuerte y firme, alguien que es capaz de manejar una empresa, una a la que pasé investigando casi toda la noche, no podía dormir porque estaba muy nerviosa de salir a mi primer evento en años.
–Debo decir que sigue igual de hermosa.
–Le agradezco el cumplido –sonreí dejamos a las personas del grupo y caminamos para ver los cuadros –. Usted tan caballeroso como siempre.
–Así es, ¿y dónde se encuentra su esposo?
–De viaje –respondí –. Tenía unos asuntos que resolver, ha estado ocupado en la empresa y he tomado la iniciativa de apoyarlo en lo que pueda.
–Espero que pueda verla en la empresa más seguido –propuso –. Podría asistir a nuestra próxima reunión trimestral.
Esto no podía ser más fácil.
–Eso me encantaría –sonreí –. Tenga por seguro que estaré ahí.
–Lo espero con ansias, pero creo que hemos hablado mucho de trabajo, ¿qué le parece este cuadro? –señaló al frente.
Era la pintura de una mujer con un fondo neutral detrás, no sabía si me estaba probando así que me fui por una respuesta concreta y sencilla, algo que le pareció impresionante, hablamos sobre el modernismo y otros temas interesantes, creo que era una prueba para saber cuánto conocimiento tenía, si no solo era una cara bonita, algo que no creí desde hace mucho, pero después de unos minutos el miedo ya se había ido y hablaba más segura y tranquila, hablé con otras personas, me sentí bien al estar ahí, no me dí cuenta de la hora hasta que recibí un mensaje de Nathaniel, salí del lugar y regresé a su casa.
–¡Me aceptó! –chillé emocionada cuando me quitaba el vestido, no podía permitir que mi suegra viera este vestido.
–Eso fue increíble.
–¡Si! Ya solo falta uno, es demasiado fácil.
–Bueno, es que Jeremie Fisher era el lado fácil –se sinceró James.
–¿Qué quieres decir con eso?
–Que tenemos que buscar una estrategía mejor para convencer a Hans Gallagher, ya que es una persona difícil de convencer –explicó James.
–¿Difícil? ¿Cómo un perverso?
–Como que no le gustan las mentiras –aclaró Nathaniel –. Al hombre le gusta que sean directos y digan que es lo que quieren, además, no se deja llevar tan fácil si no hay un beneficio mutuo.
–¿De dónde carajos salió ese hombre oportunista? –pregunté enojada.
–Solo está trabajando una parte de las inversiones de su padre, pero se dice que tiene una empresa de seguridad y seguramente busca inversores.
–Si le propongo invertir en su negocio, podría ayudarme –mencioné.
–Exacto, debes convencerlo de eso.
–Puedo hacerlo –aseguré –. Diganme donde lo voy a encontrar.
–Está vez es diferente, conejita, tienes una cita con él para mañana...