Con nerviosismo, caminó hacia él y sonrió cuando Lucas notó su presencia, este dejó de hacer lo que hacía para poner total atención a la chica azabache frente a él. También sonrió y se observaron sin decir ni una palabra por unos segundos que parecieron eternos. Ambos estaban nerviosos, se notó cuando soltaron una risita incómoda.
—Hola, Julieta —saludó Lucas.
—Hola... —regresó el saludo sin dejar de sonreír. Lucas había escuchado mucho de ella, todos la conocían en el edificio y no pudo creer cuando le dijeron que la hermosa y angelical chica era prostituta.
Pensaba, "mírenla" ella no podía trabajar en algo tan horrible, ese hermoso Ángel no podía estar vendiendo su cuerpo, se negaba a creerlo porque lo que sentía por ella lo cegaba totalmente.
—Ayer me tuve que ir demasiado rápido y ya no pudimos platicar —dijo Julieta mordiendo su labio.
—Si tu quieres puedo invitarte a tomar un café… —dijo apresuradamente. Julieta sonrió y asintió encantada hasta que su alegría se esfumó por completo a escuchar el tono de su celular.
—¿Sí? —contestó enseguida, ya que sabía quién era con solo mirar la pantalla—. ¿Ahora?... es mi día de descanso... —Miró a Lucas decepcionada—. Sí, entiendo, iré enseguida. —Colgó.
—El café tendrá que esperar, ¿Verdad? —Luca atinó a decir, soltando un mohín.
—Lo siento, el trabajo...
Julieta en verdad quería pasar tiempo con el chico lindo del 5a, le gustaba demasiado, pero Bruno la había llamado con demasiada urgencia y si no obedecía le podría ir muy mal.
Salió del edificio y se encaminó hacia el club. Miracle era un burdel como pocos en la ciudad.
Julieta había actuado unas cuantas veces, pero Bruno no le había gustado mucho el interés que había despertado en los hombres era extraño. Él tenía una preferencia enfermiza por ella, así que era quien escogía sus clientes, siempre procurando no tenerla trabajando mucho, y no porque se preocupara por ella, si no, porque la idea de que estuviera con muchos hombres no le gustaba.
—Adelante —dijo Bruno al escuchar los golpes en su puerta.
—Ya estoy aquí —dijo Julieta pasando a la oficina.
Bruno se acercó lentamente hacia Julieta y la acercó a su cuerpo tomándola de la cintura.
—Mi querida Julieta —susurró sobre su oído. La azabache aguantó la respiración y la repulsión que sentía por su tacto. Bruno se alejó lentamente y de repente tomó sin delicadeza su mentón—. ¿Crees que puedes burlarte de mí, pequeña sabandija? —dijo serio aún que sus ojos demandaban furia.
Julieta tragó grueso, se había enterado.
—Así que Demian Bradley te usó toda la jodida noche —dijo cerca de su rostro sosteniéndolo con más fuerza—. ¿Qué te he dicho? —Apretó más su mentón.
—¡Ahh! —Soltó un gemido al no soportar el dolor.
—Sabes lo que pienso sobre pasar demasiado tiempo con un cliente. —Escupió las palabras soltándola al fin.
—Él pagó muy bien. —Bruno rio con sarcasmo.
Julieta sacó el dinero de su cartera y se lo extendió recibiendo como respuesta un manotazo en su mano, haciendo que soltara el dinero y cayera esparcido sobre el piso.
—¡Me vale mierda el puto dinero! —gritó—. No quiero que nadie te utilice más de lo necesario. —Le dio unos ligeros golpes en su cabeza con su dedo—. Eres mía, solo mía, ¿no te ha quedado claro eso?
Julieta bajó la mirada y asintió.
—Hasta que te pague la deuda —susurró.
Bruno se quedó cayado y suspiró pesado.
—¿Cuándo crees que pasará eso?... tu padre te vendió por 40 000 dólares más los intereses de 6 años. —Sonrió burlón.
—Si me permitieras trabajar como bailarina en lugar de como prostituta…
—Si recuerdas lo que pasó hace un año, ¿verdad? —Julieta guardó silencio.
Aún recordaba lo que Bruno había hecho con el chico que la frecuentaba diariamente, solo bastó que Ariel le declarará sus sentimientos para que lo hallaran muerto al día siguiente.
—¿Quieres que vuelva a matar por ti?, porque juro que lo haré. —La tomó de nuevo del rostro para besarla bruscamente, Julieta solo pudo aguantar la repulsión que Bruno le causaba, el miedo la mantenía paralizada.
—Porque tú y tu puto cuerpo me pertenecen. —La miró con desdén acariciando su cuerpo—. Te diré algo y espero que ahora si se te quede grabado en la cabeza. Solo podrás ser libre cuando ya no me sirvas o yo mismo te mate. ¿Entendido?
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Sentado detrás de su escritorio ya hacia el hombre frío e imponente que era Demian Bradley. Movía los dedos sobre el teclado de su computadora, con el ceño fruncido debido a la concentración que su trabajo requería.
Soltó un fuerte "Adelante" cuando dos toques se oyeron en la puerta de su oficina. Glen, su asistente, tomó presencia delante de él, traía consigo un par de documentos y una lista de todas las cosas pendientes de ese día.
Sin levantar la mirada, Demian empezó a escuchar.
—Buenos días, Señor. —Carraspeó la garganta—. El señor Stone
está preguntando por los documentos firmados del contrato de la nueva marca.
Bradley tronó su cuello recordando el motivo de su retraso y la razón de que anoche no haya podido revisar el contrato.
Una ligera sonrisa apareció en su rostro. Era impresionante como esa chica lo había podido manipular con su hermosa y excitante voz.
—Tiene junta con los desarrolladores a las 12 y la comida con la modelo Catherine Wood a las 3, a la 5 tiene la reunión con el Señor Stone y las 7 la videoconferencia por Skype con los inversionistas de Taiwán...
Demian alzó la mano callando a Glen.
—¿Si señor?
—Cancela la videoconferencia y prepárame otra cita con la chica de anoche... con nadie más que ella misma. —Glen parpadeo un par de veces antes de asimilar que su jefe estaba cancelando la reunión con unos importantes inversionistas para tener sexo—. ¿Si me escuchaste? —preguntó al no tener respuesta.
—Por supuesto, solo creí que hoy estaría solo, es su día libre y nunca ha estado con alguien en su día libre y menos con una misma persona —musitó mientras anotaba las órdenes de su jefe.
—¿Tienes algún problema? —Demian lo miró serio, entonces Glen se dio cuenta de que se había expresado de más y negó rápidamente un poco cohibido—. Eso creí. Anda has lo que te digo... y dile a Dereck que tendrá los documentos en una hora, máximo. —Glen asintió y salió rápidamente de la oficina.
Demian se reclinó sobre su silla y miró al techo mordiendo su labio, recordaba la noche que pasó con chica. Esa aguda voz lo había enloquecido mientras decía su nombre y gemía por la intensidad con la que la poseía.
Su enorme trasero rebotando sobre su pelvis, recibiendo su pene duro dentro de su deliciosa entrada. Disfrutó como nunca antes lo hizo y eso, solo lo incitó a probar el cuerpo de aquella chica hasta que no pudo más
Valió cada maldito dólar invertido en esa preciosidad, la chica de la cual no conocía su nombre ni le interesaba conocer, pero que deseaba con locura volver a hacerla suya.
Después de terminar la reunión con los desarrolladores de la nueva aplicación que su empresa lanzaría en un mes, salió del edificio y caminó hacia su Aston Martin y se dirigió a Flavors donde tenía una cita pendiente con la supermodelo Catherine Wood.
La razón de por qué iría allí era incierta, Catherine era amiga de su madre y conocida de la infancia, quería volver a verlo, y solo había aceptado por insistencia de la señora Bradley.
La saludó cortésmente cuando llegó a la mesa, se sentó frente a ella mientras lo recibía con una gran sonrisa.