POV Judas Duván había salido de mi oficina, dejándome sumido en un remolino de pensamientos y preocupaciones. La realidad de la situación me golpeaba con fuerza: Herse se había ido, y cada segundo que pasaba sin saber de ella aumentaba mi angustia. Miré el reloj, sintiendo cómo el tiempo se escurría entre mis dedos. No podía quedarme sin hacer nada. Recorrí mi oficina, intentando trazar un plan. —Señor Harel —Aída entró. —¡No quiero ver a nadie! —exclamé y ella dió un salto del susto, por lo que se marchó sin decir una palabras más. Pensé en todos los lugares donde Herse podría haber ido, en las personas que podría haber contactado. Entonces un nombre resonó en mi mente, Fersen… Aunque podía ser muy obvio. Cada idea parecía una apuesta desesperada, pero no tenía otra opción. Agarré