Prólogo
—¡No! He dicho que no aceptaré a una desconocida en mi casa. He vivido con mis siete odiosas hermanas durante gran parte de mi vida, como para ahora tener que buscarle un marido a una niña caprichosa.
—Pues no te queda de otra, querido amigo. Es un cargo que sin querer debes asumir, ser el el Tutor de esa jovencita.
—¡Maldita sea! ¡¿Por qué yo?! —dije furioso, dando un golpe a mi escritorio, mientras mi amigo leía la carta.
—Hombre, tranquilo.
—¿Tranquilo? ¡Me están obligando a ser el niñero de una maldita mocosa!
—Eso no es verdad, solo debes cuidarla y ayudarla a encontrar un buen marido, en su situación muchos querrán aprovecharse de ella para quitarle la gran fortuna que acaba de heredar.
—¡Pues que honor! —dije con sarcasmo.
—Haces un una tormenta en un vaso de agua, ¿Qué tan malo puede ser? Tampoco es una criatura, de acuerdo a la carta ella acaba de cumplir 18 años hace exactamente 12 días —comenta mi amigo y abogado, que más parece disfrutar verme en apuros que querer ayudarme—. Curioso día.
—¡Ni lo menciones o te cortaré la oreja! —lo miré maldiciendo mi estupidez.
—Tranquilo amigo, que ese fue Pedro. Tú eres el de las monedas.
—Vuelve a decir eso, y le haré honor a ese nombre.
—Está bien amigo, pero debes entender que no es un nombre común, Judas Harel.
—Ya basta. Te llamé para que me ayudes a evitar que me haga cargo de esa mocosa.
—Que extraño, no parecías pensar eso cuando te fuiste con aquella jovencita que conociste en esa noche.
—¡Ella fue una ladrona! Maldita, cuando la encuentre la haré encerrar por haberse llevado mi auto.
—Vamos Judas, ya olvídala, es poco probable que vuelvas a verla. Lo mejor será que te concentres en Herse, tu nueva protegida, solo será hasta que encuentre marido, ¿qué tal malo puede ser si aún no la conoces?