Acorde a la situación

1387 Words
POV Herse Tras escucharme, él aprieta los labios y sale de mi habitación, dejando que Eduina entré con mi otra maleta. —Oh, parece gruñón —comenta, luego de cerrar la puerta. —Ah… —exhalé, dejándome caer de espaldas sobre la cama—. Un gruñón muy guapo —suspiré con una sonrisa, mientras miro el techo. —¡Señorita! —me dice Eduina sorprendida—. Pero qué está diciendo, ese hombre es su tutor legal, no puede hablar de esa manera. —Ay Eduina, solo es un comentario —respondo, manteniendo la sonrisa en mis labios—. Mi tutor es un hombre muy guapo… —Cuidado con lo que dice señorita, podría malinterpretarse y eso ocasionaría grandes problemas. —¿Opinar traería problemas? —pregunto—. Creí que estábamos en un país donde la libertad de opinión era permitida. —Señorita Herse, sabe de lo que hablo. Puede que el señor Harel sea muy guapo, pero recuerde que esos calificativos no son adecuados viniendo de usted, ya que aunque no lleven ningún vínculo sanguíneo, debe mirarlo como su protector. —Está bien —digo de mala gana, al pararme de la cama—. Me gustaría salir a dar una vuelta y conocer la mansión. —No creo que sea prudente, señorita, este lugar es muy grande. —No parece ser más grande que la mansión donde vivíamos. —En realidad lo es. La residencia Harel posee 350 metros cuadrados más que la mansión Holler. —Oh… Bueno, no es mucho. Mi padre tenía otra propiedad más grande. —De hecho, esta es la propiedad más pequeña del señor Harel. —¿¡La más pequeña!? —pregunté con sorpresa. —Tengo entendido que los Harel son dueños las escuelas de modelo más grandes del país y que los principales organizadores de los concursos de belleza que se realizan cada año en el territorio. —¡Wow! —me había quedado sin palabras—. ¿Y cómo sabes todo eso? —Bueno, soy mucama desde hace años, y he tenido la oportunidad de escuchar muchas conversaciones. —¿Entonces sabes si él está casado? —¡Señorita Herse! —me reprende. —Ay está bien, no pregunté nada. Solo iré a dar una pequeña vuelta y regresaré. —Está bien, pero no se vaya tan lejos ni mucho tiempo, mientras tanto yo acomodaré su ropa y demás pertenencias en el armario. —Eres la mejor Eduina —le di un beso en la mejilla y caminé a la puerta. —Señorita Herse —volvió a llamarme—. Mucho cuidado con lo que haga. —Descuida —le respondí y salí ocultando una sonrisa. Eduina era como una hermana mayor, no éramos familia, pero siempre estaba ahí para corregirme. Si tan solo supiera que he hecho más que conocer a mi tutor. —Ay Dios… —suspiré, tratando de darme aire con las manos, mientras buscaba la salida al jardín. Aparentemente, Eduina tenía razón, este lugar era más grande que la de mi padre y por donde caminara había más habitaciones, ya parecía un laberinto. —¿Será aquí? Abrí una puerta y lo que encontré fue a un joven mayordomo que salía con las sábanas limpias del cuarto de lavado, ¿Cuántos empleados tendría esta casa? El que vi al llegar se veía mayor. —Oh perdón —me disculpé—. Buscaba la salida al jardín, pero temo que me he perdido —afirmo. —No se preocupe señorita, El joven mayordomo me mira con amabilidad y responde con cortesía a mi disculpa. Me indica el camino hacia el jardín y me ofrece su ayuda en caso de necesitar algo más. —Ha sido muy amable, gracias —le respondo y él sonríe. Mientras camino por los pasillos de la mansión, me maravillo con la elegancia y la opulencia de cada detalle que rodea los rincones. Cada habitación parece contar una historia, y me siento intrigada por descubrir más sobre la familia Harel y su legado. Al llegar al jardín, quedo impresionada por su belleza. Un sinfín de flores, adornos coloridas y exuberantes árboles adornan el paisaje, creando un ambiente de precioso y de serenidad. Me siento atraída por un pequeño estanque en el centro del jardín, donde el sol se refleja con majestuosifad sobre el agua cristalina. Mientras camino por los senderos del jardín, mis pensamientos vuelven a mi tutor. —Judas… —murmuro para mí, mientras miro una flor exótica que adorna el jardín—. Dios… No puedo creer que haya sido él —me dije, teniendo en mi mente el recuerdo de todo lo que hicimos aquella noche en su habitación. Tenía intenciones de devolverle su auto, pero nunca creí que sería de esta forma. —Aunque… Parece que mi presencia le desagrada. —¿A quién le desagrada? —oigo detrás de mí y al voltear encuentro a la hermana mayor de Judas. —Señora Marisa —digo su nombre. —Señorita —me corrige. —Señorita Marisa. —Aún no me contestas, ¿de quien hablabas? —me mira frunciendo el ceño. —De nadie en especial, señorita. Solo pensaba en voz alta. —¿Pensar en voz alta? —levanta una ceja con incredulidad—. Si estabas practicamente hablando o es qué hablas con las flores. —Bueno, ¿y si así fuera que tendría de malo? No le tendría que afectar a usted SE-ÑO-RI-TA —dije con fastidio. —¿Perdón? —Está bien, la perdono. Con permiso —dije y me aparté de su presencia. Qué fastidio, ¿ahora se suponía que no podía ni pensar? Por muy dueña de este lugar que es, no le da el derecho a meterse en mis pensamientos. Mientras caminaba por el jardín para regresar a casa, vi una pequeña pelota y como me encontraba algo molesta, la palteé con fuerza, sin darme cuenta que esta cayó sobre dos animales. Para aquellos canes debió ser como una hoja seca, pues al ver su tamaño y ferocidad, retrocedí asustada. —Estoy muerta —dije para mí, y en mi mala suerte tropecé con una rama, que me dejó en el suelo. Estos animales mostraron sus dientes y se iban acercando a mí, al ver el tamaño de sus mandíbulas no tuve otra opción más que gritar. —¡Auxilio! Pero mi grito fue en vano, estos canes aumentaron su velocidad y estaban dispuestos a despedazarme, hasta que alguien gritó detrás de mí. —¡Deimos, Fobos abajo! Con una gran seguridad en su voz, Judas apareció y se acercó a los dos animales, y con total naturalidad, les tocó la cabeza. —No deberías estar aquí —dice Judas, dándome la espalda. —Solo quería dar un paseo por el jardín. —No hablo de eso, y creo que entiendes a lo que me refiero. Una ladrona como tú solo traerá problemas, sin embargo, eres mi pupila, y vas a tener que aprender por las buenas o por las malas. —No entiendo a lo que se refiere. —Voy a ser muy estricto contigo, Herse. No por ser mujer, seré delicado. —Por supuesto que sé que no es delicado —le respondí y él dio media vuelta para mirarme con furia. —Estás hecha un desastre, ve a cambiarte ahora mismo —me dice, mientras se agacha hacia mí, por un momento creí que me ayudaría a ponerme de pie, pero no fue así, todo lo que hizo fue tomar uno de los juguetes de sus mascotas para dárselos—. Y date prisa, si quieres ser una dama, debes parecerlo. —¿Y cuál es el motivo especial? ¿Tan rápido encontró un marido para mí? —Vas a venir conmigo a mi trabajo. Así que vístete acorde a la situación. No quiero que me cause vergüenzas —me advierte y se va, al igual que sus mascotas. A pesar de las advertencias de Eduina, no puedo evitar sentir una curiosidad creciente por él. Su presencia imponente y misteriosa despierta en mí intriga. Me levanté sola y tras sacudirme lo miré a lo lejos, al parecer estaba hablando con una de sus tantas empleadas. —Por supuesto que me vestiré de acuerdo a la situación, vas a quedar impactado Judas Harel.
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