Como anestesiar al corazón.

1669 Words
Nicholas mantenía sus codos sobre sus rodillas y en medio de sus manos yacía su cabeza inclinada. Nadie salía a darle información, hasta que escuchó una voz muy familiar. —Nick, ¿Cómo está Ariadna? Me enteré por las noticias —Se encuentra estable. —Resopló abatido—, le hicieron una transfusión al bebé, presentaba anemia fetal por la pérdida de sangre de Ariadna. — No te preocupes Nick yo me haré cargo de ella y del bebé en este momento te mantendré informado—. Ana Cristina le brindó a su amigo una sonrisa tranquilizadora—. Deberías ir a casa a cambiarte de ropa, cualquier cosa yo te aviso. Al momento que él se disponía a ir a la cafetería a tomar un café Jessica y Consuelo llegaron al hospital. —Nick, ¿Cómo sigue Ariadna? —averiguó la mujer mayor. —Está estable mamá, ¿Qué hacen aquí? —Nos preocupamos al ver que no llegaste a dormir, llamamos a casa de la abuela y nos enteramos de lo sucedido. Mientras Nick conversaba con su madre. Varios agentes de la policía se acercaron al joven. —¿Licenciado Nicholas Grimaldi? —averiguaron. —Si soy yo— contestó Nick algo sorprendido. Los agentes de inmediato le colocaron un par de esposas a Nicholas. —¿Qué pasa? —preguntó confundido. —Está usted detenido por el envío de medicamentos falsos a diferentes casas de salud. —Yo soy inocente —bramó Nick sin comprender por qué lo acusaban. —Eso lo tendrá que demostrar en la corte. Su firma figura en los reportes. —¡Eso es una falsedad! — exclamó Nicholas angustiado, él no podía permitir que Ariadna embarazada se quedara sin su protección, y a merced de sus enemigos, pero no pudo hacer nada en ese momento. Los policías se lo llevaron entre tanto Consuelo angustiada por su hijo, llamó de inmediato a la abuela Fiorella, para que se pusiera en contacto con sus abogados, La reputación del joven se vio manchada ante el gremio. El escándalo llegó a la prensa. La familia Grimaldi jamás se había visto envuelta en un caso de esa índole. **** En la delegación Nicholas no rindió ninguna declaración, esperando el arribo de su abogado. Minutos más tarde Octavio apareció. —Nick se te acusa por la distribución y comercialización de medicamentos adulterados enviados a diferentes estados. Existen pruebas documentadas con tu firma. Los peritos realizaron los exámenes a los fármacos y salieron falsos. —Yo soy inocente Octavio —confesó con sinceridad—. Es una trampa, alguien debió cambiar las etiquetas de los medicamentos. —Nick, si no encontramos esas pruebas... serás juzgado con la pena máxima. El joven Grimaldi dejó caer su cuerpo en una silla y colocó sus manos sobre la mesa. —Debes demostrar mi inocencia —suplicó. —Lo intentaré —respondió el abogado y se marchó. **** Ariadna despertó confundida, con dolor de cabeza y de su vientre, recordó el atentado y sintió mucha angustia por su bebé, ella no sabía si había sobrevivido o no. —¡Necesito ver al médico! —solicitó con la garganta rasposa. —¿Cómo está mi hijo? —preguntó a la enfermera, con la voz temblorosa. —Tranquila señora —respondió la joven—. Ya viene la doctora —contestó tratando de calmarla, en ese momento su amiga Ana Cristina, con su bata del hospital, y con su singular sonrisa ingresó a la habitación. — Ana: ¿Cómo está mi bebé? —preguntó angustiada sollozando. La ginecóloga abrazó a Ariadna feliz de ver a su amiga con vida. —¡Qué bueno que ya reaccionaste! —expresó con sinceridad—, tranquila el bebé está muy bien. — ¿En verdad? ¿Seguro no le hicieron daño? —preguntó Ary con la voz entrecortada. — No, estuvo delicado, le realizaron una transfusión de sangre —explicó Ana Cristina. Ary no dejaba de llorar. — ¿Por qué hicieron eso? —indagó Ariadna, secándose las lágrimas con su mano. —Tú habías perdido mucha sangre, estabas muy débil, el bebé empezó a desarrollar anemia, el tipo de tu hijo es muy raro de conseguir. —Suspiró Alondra. —¿Qué tipo de sangre tiene mi bebé? —AB positivo, al parecer Don Stefano, y Nick también. Los ojos de Ariadna se iluminaron. —Le salvó la vida de nuestro hijo. —Sollozó Ary—, esos delincuentes —dijo Ariadna llevándose las manos al rostro, no paraba de llorar angustiada. —Cálmate amiga —solicitó la joven doctora—. Debes estar tranquila por tu bebé. —Nick ¿En dónde está? —averiguó—, necesito verlo. Ana Cristina al ver el estado de angustia de Ary, se quedó en silencio, no podía decirle que Nicholas estaba preso, acusado de un grave delito. —Nick fue a casa a descansar, pasó toda la noche aquí. —¿Y la familia Grimaldi? —Estaban pendientes de ti...Ariadna te pido que estés tranquila, uno de mis colegas le dijo a Alonzo sobre tu embarazo, la familia ya lo sabe. En ese momento Ariadna sintió un escalofrío recorrer por su columna, ahora con más razón temía por la vida de su hijo, de ella y de su padre. Ana Cristina salió por llamado de una enfermera, y enseguida un par de agentes ingresaron para tomar su declaración. —¿Señora usted recuerda a alguno de sus agresores? —preguntó uno de los oficiales, un hombre alto, fornido y de cabello cano. —Solo tengo en mi memoria el nombre del sujeto que me apuñaló, lo llamaban Willy, y pude ver que otro de esos delincuentes tenía una gran cicatriz en su rostro. El agente se acercó a Ary y le indicó varias fotos con los posibles sospechosos. La joven pudo reconocer al tal Willy, entonces le informaron a Ariadna que aquel hombre era un asesino a sueldo y que era buscado por varios crímenes. —¿Tiene enemigos? ¿Sospecha de alguien? —indagaron, pero ella en ese momento no podía decir nada, no tenía la menor idea de quién pudo haber contratado a ese hombre. —Yo no tengo enemigos, ni sospechas —contestó Ariadna. La policía le informó que seguirían con las investigaciones. **** Horas más tarde. Ariadna intentaba descansar, mantenía sus párpados cerrados cuando escuchó la puerta de su habitación abrirse. —Mia figlia —susurró la abuela Fiorella. — ¡Qué alegría saber que el bebé y tú, están bien! —expresó con un dejo de melancolía en el tono de su voz—. Esos miserables deben pagar por lo que hicieron. La chica observó con ternura a la mujer. —Tranquila abuela, me encuentro bien y la policía ya se está encargando de buscar a esos miserables. ¿Usted cómo se siente? La abuela tomó asiento en una silla cerca de Ariadna, exhaló un gran suspiro. —Estoy preocupada por lo que está pasando en la empresa. Si mi esposo viviera nada de esto estaría sucediendo...es muy duro ver a mi nieto preso— le comentó con la mirada cristalina. Ariadna abrió sus ojos con sorpresa, no entendía a qué se refería la señora. —¿Quién se encuentra en la cárcel, abuela? —preguntó Ary temerosa, frunció los labios haciendo una mueca de dolor por la herida. —Nick... Se le acusa de enviar medicamentos falsificados a diferentes estados. —Cubrió su rostro con las manos y empezó a gimotear. Ariadna al enterarse de la noticia sintió mucha angustia y un dolor en el pecho, comenzó a respirar con dificultad, la abuela asustada de inmediato llamó a una enfermera. —Ariadna tranquila —solicitó Ana Cristina administrándole un sedante suave por el suero que tenía conectado a sus venas. —Por favor señora salga —ordenó la doctora a la abuela. —Ana Cristina, ¿Nick está preso? Agarró de la bata a su amiga desesperada. —Ariadna cálmate por el bien de tu hijo —ordenó Ana Cristina de forma autoritaria. —Debo salir de aquí, necesito sacar a Nick de la cárcel. —¡Jamás! Tú no abandonas el hospital, sin mi consentimiento, estás delicada, puedes perder al bebé. ¡Escuchaste! Ariadna no entendía razones, debía recuperar su laptop y demostrar la inocencia de Nick; pero como salía del hospital si su estado era delicado, no quería poner en riesgo la vida de su bebé, y tampoco podía dejar que se cometiera una injusticia, tenía que pensar en algo urgente. Al anochecer la joven Rinaldi no podía conciliar el sueño, su mente se mantenía dispersa en solo una persona y ese era Nick, se lo imaginaba en prisión y su corazón se fragmentaba. Limpió un par de lágrimas que rodaron por sus mejillas, entonces recordó que necesitaba recuperar su computador, y su bolso con el pendrive, ahí reposaban las pruebas de la inocencia de Nick. —Dios ilumíname por favor —suplicó Ariadna. Estaba decidida a abandonar la clínica, cuando su amiga Ana Cristina ingresó para examinar la herida y las condiciones en las que se encontraba el bebé. —¿Qué sucede Ariadna?, ¿No estarás pensando en salir? —refutó Ana Cristina con las dos manos en la cintura y el ceño fruncido, observaba a su amiga a los ojos. —Tienes que ayudarme —suplicó Ariadna desesperada. —¡Cálmate! —ordenó—. Eso no le hace bien a tu bebé. ¿En qué puedo ayudarte? —Ana Cristina necesito recuperar mi laptop, es algo confidencial —imploró Ariadna en voz baja, después del atentado ya no confiaba en ninguna persona, excepto en Nick y su mejor amiga. —Necesito saber de Nicholas, debe estar preocupado por mí —exclamó Ariadna acongojada, con lágrimas en los ojos y con un vacío enorme en su corazón, no entendía por qué tanta maldad, por qué razón se habían ensañado con un bebé que ni siquiera aun nacía. Ana Cristina abrazó a Ariadna para darle consuelo.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD