Minutos después.
Momentos angustiantes vivía Nick con el cuerpo de Ariadna ensangrentado en sus brazos, habían pasado varios minutos en los cuales llamó a una ambulancia y hasta el momento nadie llegaba.
Ariadna casi desfalleciendo abrió los ojos.
—¡Nick! ¡Mi laptop! —exclamó sin aliento.
—No hables —solicitó sin comprender por qué motivo a Ariadna le interesaba tanto su computador.
—Tranquila —repetía Nick angustiado. Con lágrimas en los ojos, la abrazaba hacía su pecho.
El sonido de las sirenas de la ambulancia lo alertaron, los paramédicos se bajaron, revisaron la herida de Ariadna, la subieron de inmediato a la camilla y de ahí al vehículo. Nicholas, fue con ella, le sostenía la mano, rogaba y suplicaba a Dios que se salvaran.
Nick en el camino angustiado y pensativo no tenía idea de quiénes habían sido los hombres que atacaron a Ariadna.
Cuando llegaron al hospital ingresaron a la joven a emergencia. Nick desde el celular de Ari llamó a Fabricio para comunicarle lo sucedido con su hija, el padre de Ariadna se angustió, pero se había refugiado en Europa tratando de recuperar sus negocios y de esa manera liberar a su hija del compromiso con Alonzo.
Nick se comunicó con la abuela para avisarles sobre el atentado en contra de Ariadna. La señora Fiorella llamó al resto de integrantes de la familia y de inmediato salieron rumbo al hospital.
Después de largos minutos de incertidumbre todos los Grimaldi se hicieron presentes.
—¿Nicholas qué pasó? —averiguó Amanda fingiendo angustia.
—Tía yo iba conduciendo a mi casa, no sabía que Ariadna tomaba la misma ruta —mintió Nick, él en realidad la iba siguiendo, tenía un mal presentimiento, pero en una intersección perdió de vista a Ary—. De pronto vi el auto de Ariadna estacionado y unos hombres con ella, cuando me acerqué fue demasiado tarde. —Resopló concluyendo el relato.
Nick trataba de disimular su preocupación y angustia, sin embargo, por más que lo intentaba sus gestos lo delataban, y Consuelo, ya estaba al tanto de todo.
Luego de unos minutos la policía llegó, Nicholas declaró lo mismo que le comentó a la familia. Amanda de inmediato llamó a Alonzo, como futuro esposo de Ariadna, tenía que estar al tanto de la situación.
Después de horas de espera los médicos salieron a informar sobre el estado de salud de Ary.
Amanda fue la primera en acercarse a averiguar.
—Doctor, ¿Cómo está mi nuera?
Nick tuvo que contener las ganas de gritarle a todos ahí que Ariadna era su mujer.
—La situación de la señora es bastante delicada, ha perdido mucha sangre, no lastimaron al feto; pero por el estado de la madre, la criatura presenta anemia fetal, necesitamos realizar una transfusión.
—¡Bebé! —exclamó Consuelo abriendo sus ojos de par en par.
—¿Y por qué no se la hacen? —preguntó Francesco consternado por toda esa situación, ellos no tenían enemigos.
—Por el tipo de sangre del bebé —respondió el médico.
— ¿Cuál es? —preguntaron todos a coro.
—AB positivo, muy poco común —expresó el galeno.
—Es el mismo tipo que tenía mi Stefano —comentó la abuela llevándose las manos al rostro.
—Ninguno de nosotros heredamos su sangre —dijo Francesco. — Ni siquiera yo, que era su hijo, ni Alonzo.
—Yo sí —contestó Nick, todos observaron al joven sorprendido.
— ¿Tú la heredaste? —preguntó Amanda viendo a Nicholas con seriedad, entonces arrugó su frente y su mirada sombría se oscureció.
—Claro sí soy su nieto, mi padre era un Grimaldi... ¿por qué se les hace raro? —les preguntó Nick a sus tíos. Ellos se quedaron en silencio.
— ¡Venga! —solicitó el galeno. Él lo siguió por los pasillos del hospital hasta el laboratorio, le sacaron una muestra de sangre, para confirmar el tipo y analizar que Nick no tuviera alguna enfermedad contagiosa que pudiera poner en peligro la vida del bebé.
Después de varios minutos, realizaron el procedimiento Nick sintió mucha emoción al ver en la pantalla a su hijo, a la vez sentía tristeza y preocupación al mirar a Ariadna inconsciente, pálida, inmune a todo lo que pasaba a su alrededor.
La enfermera limpió el abdomen de la madre con una solución antiséptica, los médicos introdujeron una aguja en el vientre de Ary utilizando el ecógrafo para guiar a la jeringuilla, y encontrar una vena en el cordón umbilical, por donde se empezó a pasar la sangre al feto.
—¿Se salvará el bebé? —preguntó Nick con voz débil.
— No puedo decirle nada, hasta ver cómo reacciona la madre. Lo que estamos evitando con este procedimiento es que el bebé muera a causa de anemia —explicó el especialista a Nick, quien no quería abandonar el quirófano.
El joven Grimaldi estaba devastado. «Por favor mi amor resiste tú eres fuerte» decía Nick en su mente observando a Ariadna con angustia.
Cuando salió del quirófano, su cuerpo se tensó al encontrarse con su primo ahí.
—¿Cómo está mi mujer, y mi hijo?
Nicholas clavó su profunda mirada en él, presionó sus dientes con tal fuerza que su mandíbula dolió.
El médico le explicó la situación, ahora más que nunca necesitaba adueñarse de esa criatura para apoderarse de la herencia.
—¡Debemos dar con los culpables! —aseveró Alonzo, muy seguro de dar con aquellos delincuentes.
—Gracias por salvarles la vida —expresó acercándose a Nick extendió su mano con hipocresía.
Nicholas lo miró y se agarró el brazo izquierdo simulando dolor, y así no corresponder el supuesto agradecimiento de Alonzo.
—Ya me contaron que estuviste cerca del asalto y que le diste sangre a mi hijo. —Ladeó los labios con malicia.
Cada vez que Alonzo se refería como suyo al bebé de Nick, él sentía que la sangre le hervía tal cual lava volcánica a punto de desbordarse.
El médico de nuevo salió interrumpiendo aquella charla tan incómoda para Nicholas. Alonzo enseguida se acercó a preguntar por el estado de salud de Ariadna y el bebé.
—Doctor, ¿Cómo están?
—El estado de salud de la señora es delicado, el puñal atravesó el abdomen, aunque no le hicieron daño al feto, tuvimos que extirpar parte del intestino a la señora. El bebé en este momento se está recuperando, es una suerte que tenga diez semanas de gestación, gracias a eso pudimos realizar el procedimiento.
Las mejillas de Alonzo se tiñeron de carmín, la ira e indignación se apoderaron de él. No dijo nada, permaneció en silencio, presionando con fuerza sus puños dentro de los bolsillos de la chaqueta, aun conservaba una leve esperanza de que lo de esa noche hubiera sido verdad, pero no, confirmó el engaño de Ary y eso le iba a costar lágrimas de sangre a la joven.
Nick cerró sus ojos, y palideció, todo se había descubierto.
—Deberían irse a descansar, cualquier novedad se lo comunicaremos —dijo el médico.
Alonzo y toda la familia salieron del hospital, como si Ariadna y el bebé no les importara, solo la señora Fiorella se acercó a Nick.
—Hijo, ¿Qué está pasando?
—No sucede nada abuela, el médico indicó que deberían irse a descansar, yo me pienso quedar por si de pronto necesitan más sangre para el bebé. —Nick se inclinó y besó la frente de la señora, se despidió de ella.