No hay felicidad, eterna.

1385 Words
Nick al despertar lo primero que hizo, fue ir a la habitación de su madre, su novia Jessica quien se había quedado a cuidarla le estaba sirviendo el desayuno. —Buenos días, mamá. —Nick le dio un beso en la mejilla, saludo a Jessica de la misma manera—. Hijo, ¿Cuándo llegaste? —Consuelo no recordaba que lo vio la noche anterior. —Mamá... ¿Por qué no me avisaron?, yo debía estar a tu lado en esos momentos. —Mi niño, no quería preocuparte, bastante tienes con el trabajo de la exportadora, además Jessica estuvo al pendiente, ella es como la hija que nunca tuve. Si llego a morir, me iré tranquila de saber que te quedas al lado de una buena mujer como ella. Nick guardó silencio, no dijo nada, ni siquiera encaró a su madre por la mentira de la carta. —Mamá ahora debemos buscar otra opinión, los mejores especialistas, no puede ser que no tengas cura. —Hijo, yo no quiero someterme a más exámenes, ni procedimientos, acepto mi condena. —Sollozó—, he sido una mala mujer. —Miró a los ojos a Nick— tienes que saber que fui yo la que te separó de esa chica con la que pensabas casarte. Nicholas sentía como si su madre se estuviera arrepintiendo de todo el daño causado, presionó sus labios, intentando contenerse. —¿Por qué lo hiciste mamá? —Eras muy joven, solo contaban con veinte años, yo tenía miedo que esa mujer te alejara de mi lado, eres mi único hijo, la razón de mi vida, sé que fui egoísta, sin embargo, dudo que esa chica te hiciera feliz, no te buscó, ni te llamó, nunca te amó como tú pensabas. Nick pasó con dificultad aquel nudo atorado en su garganta, su azulada mirada se volvió gris, no dijo nada, referente a Ariadna, no podía dar un paso en falso. —Mamá yo no puedo aceptar que estés condenada a muerte, no me resigno, debemos encontrar la cura. —Nick, sabes que me haría feliz... Un nieto, no quiero morir sin tener la dicha de cargar en mis brazos, un hijo tuyo —solicitó con la mirada cristalina—. Por favor Nicholas concédeme este deseo. Nick parpadeó, sus ojos se abrieron de par en par, se puso de pie consternado, con Jessica él no podía prometerle eso a su madre, en cambio con Ariadna sí, porque era la mujer a la que amaba. —Lo voy a pensar mamá, tranquila, descansa. —Se acercó y besó la frente de Consuelo—. Tengo que ir a la oficina. Jessica cualquier cosa me llamas por favor. Nick se despidió de ambas mujeres, se dirigió a la oficina, debía hablar con Ariadna, urgente. **** Ary en su departamento, se bañó, vistió y partió a toda prisa, en cuestión de minutos llegó a la delegación de policía, donde tenían recluido a su padre. —¡Papá! —exclamó sollozando, a través de las rejas, ambos se tomaron de las manos. —Ariadna por favor sácame de aquí, hija —suplicó Fabricio desesperado. —Tranquilo papá, te voy a sacar de este lugar —expuso con la garganta, mirando aquel lúgubre sitio—, vine a saber si te encuentras bien, si necesitas algo no dudes en pedírmelo. —Sollozó al ver a su padre en prisión. —Yo lo único que deseo es ser libre hija. Ariadna soltó un largo suspiro, su mandíbula tembló, estaba pérdida, no tenía otra salida más que casarse con Alonzo, era la única forma de sacar a su padre de prisión, sumida en su triste destino, su teléfono empezó a sonar, al mirar que era Nick quien la llamaba, se alejó de su padre para contestar. —Ary mi amor. —Habló él. —¿Estás bien? —cuestionó angustiado—, me comentan que no has llegado a la oficina. Nicholas escuchó a través de la bocina la respiración agitada de la joven, entonces el pecho de él subía y bajaba ansioso por saber qué estaba pasando. —Estoy en la delegación —comentó ella—. Alonzo hizo efectivos los pagarés que mi padre firmó, está detenido. —¡No puede ser! —Exclamó Nicholas, presionando sus puños—, dime que necesitas Ariadna, para sacar a Fabricio de la cárcel —Pagar la deuda —mencionó en un lastimero suspiro ella—, esa es la única salida. —En este momento, voy a hablar con la abuela, Alonzo no puede ser tan miserable. —Espérame en la oficina, no hagas nada por ahora —solicitó Ary. El tono de la voz de Ary provocó que la piel de Nick se erizara, sin embargo, no dijo más. Decidió hacer caso a la recomendación de Ariadna, pero no podía concentrarse en su trabajo, se encontraba desesperado por todo lo que estaban viviendo, era como si el destino de nuevo se pusiera en su contra para separarlos. **** Alonzo había llegado de Miami, esperaba a Ariadna sentado en el sillón de la oficina de ella. Ary arribó a la empresa con el semblante apagado, subió por el ascensor hasta la gerencia, ingresó a su despacho, su mirada se cruzó con la de su novio. —Hola amor, casi un mes sin vernos —expresó con ironía, ladeando una cínica sonrisa. —¿Qué pretendes enviando a mi padre a prisión? —cuestionó Ariadna con profunda seriedad. —Que cumplas con nuestro trato, recuerda que tienes que firmar un contrato —extendió ante Ary el folder. —Eso se llama extorsión, te voy a denunciar —amenazó llena de ira. —Hazlo, de todos modos, es tu palabra contra la mía. —Encogió sus hombros—. No tienes pruebas. —Se puso de pie para acercarse a ella. Ariadna le lanzó una bofetada, y él la tomó de las manos, la besó a la fuerza. Nick entró en ese momento a la oficina. Sus pupilas se dilataron, su mandíbula se tensó, tuvo que contener los celos, tenía que disimular, no podían cometer errores, se aclaró la garganta para interrumpir a su primo. —Buenos días, perdón por entrar sin avisar, necesito revisar unos documentos contigo Ariadna —habló en tono seco. Alonzo observó con seriedad a su primo y luego se dirigió a su novia. —Yo me retiro —expuso—. Ary firma los documentos, piensa en lo que conversamos sobre tu padre —Miró a la joven amenazante—. Nos vemos más tarde cariño. —Volvió a besarla, ella cerró su puño con fuerza y correspondió. Alonzo salió de la oficina, Nick aprovechó y colocó seguro en la puerta. —Lamento que hayas presenciado lo del beso con Alonzo, el maldito me tiene en sus manos, me exigió casarme con él, para liberar a mi padre de las deudas y de prisión. Nicholas golpeó el escritorio con sus puños. —Yo no puedo permitir que lo hagas, tú eres mía Ariadna. —No tengo otra alternativa, o cumplo con ese acuerdo, o mi padre se hunde en la prisión, por favor entiéndeme. —Claro que te entiendo, sin embargo, debemos buscar una salida a este problema, considero conveniente hablar con la abuela —pronunció con desesperación él. Ariadna que lo conocía muy bien, se dio cuenta de que algo más lo perturbaba. —¿Qué sucede? Ary se aproximó a él, le acarició el rostro. Nick la tomó de la mano e inhaló profundo. —Ary mi amor, mi madre... Tiene un tumor en el cerebro, le queda muy poco tiempo de vida... Me ha pedido formar una familia con Jessica. Los negros orbes de Ariadna se abrieron de par en un par, soltó la mano de Nick, se puso seria. —¿Entonces yo no me puedo casar con Alonzo para sacar a mi padre de la cárcel y tú piensas tener un hijo con Jessica? —bramó furiosa. —Claro que no —respondió de inmediato él—, yo jamás dije que accedería. Te estoy comentando el deseo de mi madre. Ariadna se sentó en el sofá que tenía en su oficina, su cuerpo entero temblaba, sabía que tanta dicha no podía ser cierta, y que quizás su destino ya estaba escrito.
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