Minutos después.
En el apartamento de Alonzo el joven besaba con avidez la boca de su prometida, mientras sus manos recorrían la silueta de ella. Ariadna hacía un gran esfuerzo, pero ese era el plan y no podía dar marcha atrás.
—Debemos celebrar —mencionó logrando retirar el cuerpo de Alonzo del de ella, para así caminar al bar y sacar una botella de vino y dos copas.
El joven Grimaldi se aflojó la corbata mientras su novia preparaba las bebidas, entonces apenas Ary se la entregó, le dio varios sorbos. Ariadna para no hacerlo, deslizó sus manos por los firmes pectorales de él, y luego se armó de valor y llegó hasta la virilidad de él.
Alonzo gruñó y cerró sus ojos disfrutando de aquellas caricias que nublaban sus pensamientos, enseguida tomó de las caderas a Ary y se apoderó de sus labios, introduciendo su lengua una y otra vez en la boca de su chica, así entre besos y caricias la llevó hasta su alcoba.
*****
Los primeros rayos del sol empezaban a ingresar en la habitación. Alonzo entreabrió los párpados, intentó moverse, pero notó el cálido cuerpo de alguien sobre él. Abrió los ojos con sorpresa, y miró a Ariadna quien reposaba desnuda. Él se llevó la mano a la frente intentando recordar lo que pasó, pequeños recuerdos se le vinieron a la mente. El momento en el que salieron de la fiesta, el instante en el que él la besó en el ascensor, cuando ingresaron a la alcoba, y ella empezó a quitarle la ropa, no había dudas de que pasaron la noche juntos, claro que él no recordaba con exactitud. Despacio despertó a Ariadna.
—Buenos días, cariño, al parecer pasamos la noche juntos —comentó con picardía él.
Ary abrió sus ojos y lo miró con seriedad.
—¿Eso quiere decir que no te acuerdas lo que hicimos? —reclamó molesta—. Eres un idiota Alonzo.
Ariadna se levantó envuelta en una sábana y se fue a cambiar de ropa. El joven Grimaldi por la resaca que tenía, no podía ni ponerse en pie para ir tras de ella.
Ariadna salió del baño, tomó su bolso y abandonó el departamento de su novio. Cogió un taxi y se dirigió al de ella para cambiarse de ropa y bañarse.
Minutos después llegó al hospital en donde trabajaba su amiga Ana Cristina, quien en ese momento atendía a unos pacientes. Ariadna esperó a que la doctora pudiera recibirla.
—¿Cómo estás? —averiguó Ana.
—No lo sé —respondió con aflicción Ary, entonces procedió a contarle sobre la conversación que sostuvo con Consuelo.
Ana arrugó la frente.
—Esa mujer miente, ustedes no pueden ser hermanos —aseveró—. Además sería la palabra de ella contra una prueba de ADN —mencionó acercándose a Ary para abrazarla.
—Eso no es lo que ahora me preocupa —expuso Ary—. Puse en práctica el plan —susurró. —¿Crees que Alonzo sospeche algo?
—Si hiciste todo lo que te indiqué, no tienes por qué desconfiar. La mujer que te envié es de una agencia, son muy discretos, y fue una suerte que alguien con tu misma estatura estuviera disponible —comentó.
—Gracias —respondió Ary y la abrazó—. Necesito comprobar que en realidad estoy embarazada.
—Las pruebas caseras casi nunca se equivocan, quítate la ropa, ponte esta bata y ven para examinarte —ordenó su amiga.
Ariadna hizo caso a las indicaciones de la doctora, subió a la camilla, mientras Ana Cristina preparaba el equipo.
—Respira profundo —solicitó antes de introducir la sonda.
Ary inhaló aire, entonces su mirada se mantenía fija en la pantalla del computador.
—No hay duda Ariadna eso que ves ahí, que parece una nuez es tu bebé.
Los ojos de Ary se cristalizaron, sintió mucha angustia, miedo, tristeza, alegría, varios sentimientos encontrados a la vez.
—Un hijo, el heredero que tanto anhelan, pobre mi bebé. —Sollozó—.Maldito Stefano Grimaldi —masculló presionando sus puños.
—Cálmate, eso no le hace bien a tu niño, ni a ti —recomendó.
—Ana Cristina ¿Cuánto tiempo tengo de embarazo?
—Ariadna según la ecografía tienes cinco semanas de gestación.
—Amiga debes ayudarme, la vida de mi hijo corre peligro, lo presiento, yo no le puedo decir la verdad a Nick después de las amenazas de Consuelo, este niño tiene que pasar por hijo de Alonzo, caso contrario nos van a querer hacer daño.
—¿Crees que Alonzo sea capaz de lastimar a un bebé?
—Por ambición lo hará.
—Esto es una locura, cuando el niño nazca se van a dar cuenta.
Ariadna negó con la cabeza.
— Tú tienes que ayudarme y decir que mi hijo nació prematuro, te lo ruego amiga.
La joven madre se veía muy desesperada y a Ana Cristina no le quedó más remedio que aceptar. Le dio las indicaciones necesarias para cuidar de su embarazo, ahora Ariadna debía continuar con la segunda parte del plan que era supuestamente alejar a Nicholas de su vida, así que lo llamó a su teléfono.
—Nick tenemos que hablar, te espero en The Chef Café en una hora.
Él notó que la voz de Ariadna era diferente. Nicholas estaba tan angustiado, que sin dudar un segundo salió de su casa y condujo hasta el mencionado lugar, por la premura llegó antes, se acercó a una de las mesas que tenían ventanales a la calle, entonces miraba el transitar de las personas, intentando que esa sensación de zozobra se diluyera de su cuerpo. El fuerte aroma del Doppio (espresso doble) que el joven mesero colocó sobre la mesa, lo sacó de sus cavilaciones, entonces mientras el humo de la bebida envolvía el ambiente la vio llegar y caminar hacia él.
Nick se puso de pie para saludarle y besarla, ella lo esquivó, el joven Grimaldi la miró con seriedad, notó como los labios de Ary temblaban, y su respiración era agitada.
—¿Qué sucede? —cuestionó abriendo una de las sillas para que la joven tomara asiento.
—Lo que vengo a decirte es breve, quiero que te alejes de mí —balbuceó sin estar segura de sus palabras, entonces solicitó al mesero un vaso con agua mineral.
Nick posó su mano en la de ella.
—Sé que no es fácil, pero así me pidas que me aleje de tu vida, no lo haré —aseguró él.
Ary tomó el vaso con sus dedos temblorosos, bebió varios bocados de agua con desesperación, entonces guardó silencio, y el ambiente se volvió denso.
—Estoy embarazada —confesó sollozando. Ella no podía mentirle, no era una chica inmadura.
La mirada de Nick se iluminó, sus labios esbozaron una amplia sonrisa, y su corazón bombeó con fuerza descomunal.
—¡Es una gran noticia! —exclamó presionando con delicadeza la mano de Ariadna.
Ary giró su rostro para mirarlo.
—No comprendes —gimoteó—. Tengo miedo —confesó atemorizada, entonces procedió a contarle todo lo que Consuelo le había dicho, y cómo engañó a Alonzo en un intento desesperado por proteger a su bebé.
La presión arterial de Nicholas descendió, su cuerpo se congeló al comprender que Ary tenía razón, y que la vida de su pequeño corría grave peligro. No era sencillo para él hacer pasar a su niño como hijo de su primo.
—No, yo no voy a permitir eso —expresó con seguridad—. Tengo la solución Ariadna.
Ary secó sus lágrimas con una servilleta y lo miró con seriedad.
—Vamos a huir juntos —mencionó—. Solo dame unas semanas para desenmascarar a mi madre, sospecho que no está enferma. —Bufó—, entre tanto tú conversa con el tuyo. Estoy seguro de que mi mamá te mintió.
El corazón de Ary palpitó con fuerza, entonces puso en la balanza el cariño que sentía por su padre, y la seguridad e integridad de su bebé. El segundo ganó, ella no iba a permitir que nadie dañara a su hijo.
—Acepto tu propuesta, huiremos —aseveró con emoción.
Nick se levantó de la mesa se acercó a ella la abrazó con fuerza, luego colocó su mano en el vientre de Ary, sintiendo infinita emoción.
—Bienvenido bebé —expresó con la voz fragmentada, entonces su azulada mirada se reflejó en la profundidad de los oscuros ojos de Ariadna—. No estés triste, nuestro hijo nos dará la fuerza necesaria para enfrentar lo que sea, no temas, no te voy a desamparar, los protegeré.
Ary rodeó con sus brazos el cuello de Nicholas, lo abrazó con fuerza, mientras unía sus labios a los de él, y sus bocas se fundían en un apasionado beso, sin imaginar que alguien les había tomado varias fotografías.