Tú me quemas.

1639 Words
Ariadna llegó a la suite alterada y sollozando, se lanzó a la cama y resopló al saber que tenía que compartir con Nick, llamó a la exportadora en New York esperando que le hubieran conseguido otro hotel, pero no fue posible. La chica daba vueltas en la habitación, los sentimientos de amor y odio rondaban por su mente y se apoderaban de su corazón. Intentaba razonar con claridad, ella siempre fue una mujer centrada, pero recordar el desplante de Nicholas dolía, desde ese día había jurado no volver a enamorarse. Pensó entonces que necesitaban charlar, pero él no apareció en toda la tarde así que ella aprovechó para descansar y sacar las cosas de él a la sala de la suite. Minutos después Nicholas llegó. Ary se había quedado dormida en la habitación, entonces se detuvo a contemplar a la mujer de su vida. Aquella que le provocaba tanto, la comparó con una divinidad: su piel blanca y tersa, su hermosa melena negra, sus labios, su cuerpo, su rostro, y en especial su forma de ser. —Nick te amo —susurró dormida. Nicholas tambaleó de la emoción, sus azules ojos se abrieron con sorpresa, el corazón le latía desbocado. «Me ama, dijo que me ama» repetía en su mente sin poder creerlo. Se acercó despacio a ella. No deseaba despertarla, sin embargo, sentía unas ganas enormes de tocarla, besarla, entonces deslizó las yemas de sus dedos por el rostro de ella. Ariadna al percibir esas caricias abrió los ojos, y se encontró con el causante de todo su sufrimiento, pero también el gran amor de su vida. Ary de forma inevitable se perdió en esa mirada de cielo de él, y él en el ébano de los ojos de ella. Las manos del joven Grimaldi se colocaron alrededor de la cabeza de Ariadna. La chica de tan solo tenerlo cerca, no podía ni moverse, estaba paralizada. Por más que quería huir de él, su cuerpo no reaccionaba, fue entonces que Nick posó sus labios sobre los de ella, ambos habían anhelado estar de nuevo uno en brazos de otro. Ary por más que se repetía una y mil veces que no podía amar a Nick, sus sentimientos la delataban. Distinguía en su interior una especie de amor-odio por él, y una extraña mezcla de tristeza y felicidad a la vez. Eran muchas las emociones que sentía, mientras la lengua de Nicholas saboreaba su interior y hacía estragos en ella. Los dedos de Nick viajaron hasta la cintura de Ariadna. Las manos de él subían y bajaban por su talle, entonces ella lo rodeó con sus brazos el cuello de él. La joven había meditado mucho, y su consigna era enloquecerlo de amor, y después dejarlo como él hizo con ella, sin darse cuenta de que podía perder en aquel juego. Cuando Nick sintió los brazos de Ariadna a su alrededor, percibió su sangre hervir en su interior. Ary era la única mujer que tenía la capacidad de volverlo loco de amor y pasión. —Te extrañé tanto Ariadna —susurró él en su oído. Ella exhaló un suspiro. —También te eché de menos —jadeó Ary. Enseguida volvieron a unir sus labios recuperando el tiempo que habían perdido lejos uno del otro. A la memoria de ambos el recuerdo de su primera noche de amor regresó envolviéndolos en una atmósfera de pasión y deseo. Un cosquilleo se apoderó del vientre de Ary, y una ola de calor invadió su ser. Las manos de Nicholas bajaron hasta sus piernas acariciando la cara externa de sus muslos. —¡Nick ! —gimió ella, él sonrió la miró a los ojos, con absoluta adoración. ¡Amore mio! —susurró él. Volvieron a besarse, entonces las manos de Ary fueron despojando de las prendas a Nick, y él hizo lo mismo con ella. De nuevo se contemplaron desnudos, los dedos de Ary acariciaron el fuerte pectoral de él, entonces Nicholas cerró sus ojos para sentir aquellas suaves caricias. Notaron que ya no eran los mismos jovencitos del pasado, exploraron sus cuerpos con cada beso y mimo que se brindaban. Las piernas de Ary a manera de cinturón se colocaron en la cintura de Nick, entonces él con su boca se apoderó de uno de los senos de ella, mientras que con su mano acariciaba el otro. Luego su lengua jugaba con sus pezones, que los mordía y succionaba a su antojo. Ariadna se aferraba al cuello de Nick, mientras la pasión se apoderaba de ambos. —¡Ary me vuelves loco! —gruñó Nicholas acomodando su falo erecto en medio de las piernas de ella, para cumplir el ansiado sueño, de volver a poseer a la mujer que tanto amaba. La inundó despacio, y de nuevo la sintió tan apretada como la primera vez. —Tranquila mi amor, seré muy cuidadoso contigo. Ariadna dejó escapar un suspiro de sus labios. Cerró sus ojos para entregarse otra vez al hombre al que tanto amaba, el primero y el único en su vida. Nick como siempre tenía cuidado de no lastimarla, para él Ariadna era su adoración, él era tierno y cariñoso, a la vez apasionado, provocaba en ella tantas cosas inexplicables, instó con un movimiento de sus caderas a que Nick, la embistiera con fuerza. Los dos gemían, jadeaban sin control, se amaban sin reservas, ni medidas, estaban hechos el uno para el otro, entonces Nick percibió como Ariadna tensaba su cuerpo, enseguida tomó su mano y la entrelazó con la de él, mientras se hacían uno, y Ary gemía, jadeaba, temblaba sin control alguno. —Nick te amo —gimió cuando llegó a la cima del éxtasis. Él le sonrió feliz, esas palabras las había esperado durante años. — Yo también te amo —gruñó él, incrementando el ritmo. —¡Oh por Dios! —exclamó Ariadna cuando sintió que otra vez sus terminaciones nerviosas respondían a las embestidas de Nick. —Juntos como siempre mi amor —jadeo él mientras liberaba su cuerpo en un delicioso orgasmo que solo ella era capaz de hacerlo sentir, llevando a Ary a la cúspide del placer otra vez. Ambos se observaban perdidos en sus miradas, mientras seguían unidos, y Ariadna aun temblaba bajo el cuerpo de Nick, ella aún podía sentirlo en su interior—. Eres mía y esta vez nada ni nadie nos va a separar —afirmó Nick. Ella en cambio no quería pensar por esa noche, deseaba olvidar todo el pasado, sobre no recordar que estaba comprometida con el primo del hombre al que amaba. Luego rememoró que Nick tenía pareja, el rencor y el resentimiento se apoderaron de su ser, empujo a Nicholas con todas sus fuerzas. —Sigues siendo un ingenuo. ¿Te creíste que te amaba? Nick la observó sorprendido por la actitud de ella. —No lo creo, estoy seguro que tú me amas Ariadna, eres mía, me lo acabas de demostrar. —No te hagas ilusiones, lo que paso entre nosotros solo fue sexo, nada más, hay que reconocer que en ese sentido nos entendemos muy bien. Nick la miró a los ojos sin titubear. —Ariadna Rinaldi, se te olvida que estás en frente del hombre que te conoce como a la palma de su mano, no me vengas con esas mentiras, que ni tú te las creas. Puede que tu boca diga que no me ama, pero lo que pasó entre nosotros me demuestra todo lo contrario. Tú no sabes fingir mi amor. Nick se dirigió al baño y encendió la ducha. Ariadna se quedó sin tener nada que decir. «¡Maldito idiota!» dijo en su mente ella. Nick asomó su cabeza por la puerta del baño. —¿Quieres venir?, el agua está deliciosa. Ary le lanzó una almohada, él se empezó a reír, nada le iba a quitar la felicidad a él. —Si serás idiota Ariadna Rinaldi. ¡Por Dios!, ¿Qué acabas de hacer? —Se recriminó dando vueltas por la habitación—. Él solo está jugando contigo, tiene otra y tu de idiota vas y te entregas a él de buenas a primera. — Ariadna estaba furiosa consigo misma. Ella que era toda sensatez y cordura, bastó que Nick la besara, para olvidarse del mundo. Minutos después el joven Grimaldi salió de la ducha, envuelto su medio cuerpo con una toalla, su cabello aun mojado hacía que algunas gotas de agua le recorrieran el torso. Ary lo observó y otra vez el deseo regresó a ella. «¿Qué te pasa Ariadna?, te estás volviendo loca» se regañó así misma. Nick notó como ella lo miraba, y la forma en la que se mordía los labios observándolo. —Soy todo tuyo mi amor —expresó sonriente. —Ariadna reaccionó, negó con la cabeza, se puso de pie y se encerró en el baño, mientras él le brindaba su mejor sonrisa. — Si quieres puedo entrar a enjabonarte la espalda. Ariadna lo miró mal. —Deja de ser idiota, eso no va contigo. —Lanzó la puerta del baño furiosa. Nick se colocó su pantalón de pijama, se quedó sin camiseta, se acostó en la cama, mientras se duchaba había decidido terminar su relación con Jessica. Entre tanto en el cuarto de baño el agua recorría por el cuerpo de Ary, y no dejaba de pensar en todo lo que había pasado minutos atrás. Según ella lo sucedido fue una verdadera locura, pero aún sentía en su piel, sus besos, sus caricias. Su centro aún palpitaba solo de imaginarlo dentro de ella. —Por Dios Ariadna cálmate. No te das cuenta de que tiene otra mujer— hablaba sola, como si estuviera loca, la verdad estaba enloqueciendo de amor por Nick, aunque ella quería odiarlo, lo que sentía por él, era superior a sus fuerzas.
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