6. Una caja misteriosa…

1795 Words
Capítulo 6. Una caja misteriosa… un vestido seductor. Cuando el timbre sonó, Alicia sintió un nudo en el estómago. Se imaginaba perfectamente quien podría estar al otro lado de su puerta. Al abrir, encontró al mismo hombre que la había visitado antes, acompañado por dos guardaespaldas. Su expresión era seria, pero esta vez había menos hostilidad. --Señorita Paulet, ¿podemos hablar? – le preguntó con voz grave el asistente del señor Ferrer. Alicia asintió y los invitó a pasar. Se sentaron en su modesto comedor, donde el hombre sacó una carpeta llena de documentos y la colocó sobre la mesa. -- El señor Ferrer ha decidido darle el beneficio de la duda, pero necesitamos recuperar el dinero que está en su cuenta. Si lo hace, consideraremos este asunto cerrado. Sin embargo, debe firmar este acuerdo de confidencialidad, no queremos que alguien se entere de lo que realmente pasó. Solo usted sabrá si realmente fue la persona que pretendió engañar a mi jefe – le dijo y ella tragó saliva, sintiendo cómo la culpa comenzaba a invadirla. -- ¡Lo siento!, en realidad yo… ya no tengo el dinero en mi poder – el rostro del hombre se endureció, fue él quien había abogado por ella ante su jefe luego de averiguar los antecedentes de la joven, sin embargo, no imaginó que todo fuera una trampa y que en realidad ella era quien decía no ser. -- Yo… Lo usé para pagar el tratamiento de mi abuela – confesó, pero ese pretexto no era la primera vez que hombres como el señor Leclerc escuchaban. -- Eso complica las cosas señoritas Paulet. Solo hace unos días juró que tenia el dinero en su poder – Alicia asintió, esa era la verdad, aunque ella misma siendo escritora y soñadora se escuchaba tan falsa como algunos de sus personajes. Las lágrimas ardían en sus ojos, pero no se iba a permitir desfallecer. Ella tomó la decisión sabiendo lo que podría pasar. -- Sabía que sería un error, pero no tuve otra opción, mi abuela lo necesitaba… Lo siento mucho – el asistente sospechó de ella y sus palabras, claramente se sentía incómodo con la situación. -- Le seré franco señorita Paulet. El señor Ferrer no es alguien con quien quiera estar en deuda. Pero quizás haya una forma de resolver esto – Alicia mejor que nadie sabía que eso podría ser cierto, nadie de la nada aceptaría perder una suma como la que le abonaron, y peor aún, nadie que no sea poderoso podría hacer ese deposito. -- ¿Dígame de que forma? Porque ese dinero no lo voy a poder devolver – le preguntó Alicia, con un hilo de esperanza en su voz. -- Acepte cumplir con el trato original. Como le dijimos antes, ese dinero se transfirió por una negociación, según los registros… usted es la persona con quien se hizo el acuerdo. Si acepta cumplirlo, esto podría resolverse sin más problemas – Alicia lo miró confundida. --¿Qué implica ese acuerdo? No sé de qué está hablando, como puede pensar que yo acepte algo asi sin saber nada – el asistente parecía dudar por un momento, como si no quisiera revelar demasiada información. Finalmente, él dijo, -- El acuerdo implica que usted debe cumplir con ciertas expectativas de nuestro cliente. No puedo entrar en más detalles señorita, pero digamos que su presencia será indispensable – Alicia sabía que aceptar esta locura significaba adentrarse en algo desconocido, pero ¿Qué otra opción tenía ahora? Si se negaba, corría el riesgo de que las cosas se volvieran más complicadas aún. Además, había usado ese dinero, y su abuela seguía necesitando de más atención médica, incluso podría necesitar mucho más de lo que ya tomó. -- De acuerdo… Lo haré – respondió, sus palabras salieron más rápido de lo que había planeado, pero no se atrevió a retirarlas. Su cerebro todavía en conflicto comenzaba a pensar en todas las posibles cosas que debía hacer. El asistente asintió levantándose de su silla. Podía leer todos los datos de la jovencita en los documentos que tenía, la habían investigado tanto que sabia muy bien cuando se enfermaría de su menstruación, y sacando sus cálculos, la cita para una semana después. -- Le avisaremos los detalles sobre la dirección a su teléfono. Prepárese. Esto no será tan fácil – Cuando todos los hombres se fueron, Alicia se dejó caer en la silla. Su mente estaba hecha un caos. ¿Qué había hecho? Había aceptado algo sin entender las consecuencias, y ahora no había marcha atrás. El destino la había puesto en una situación que ni siquiera ella, con toda su imaginación literaria, habría podido anticipar. Alicia pasó la semana con una mezcla de nerviosismo y desconcierto. Había aceptado aquel trato, empujada por las circunstancias y su necesidad de proteger a su abuela, pero no dejaba de preguntarse si estaba tomando la decisión correcta. Cada noche, mientras se sentaba frente a su laptop, intentaba escribir algo que la distrajera, pero las palabras no llegaban. Su mente volvía una y otra vez al misterioso hombre de traje que había aparecido en su puerta la primera vez. El día anterior a la cita, Alicia regresó a su pequeño departamento después de visitar a su abuela en el hospital. La anciana seguía recuperándose lentamente, aunque estaba bajo supervisión médica en todo momento, debido a su enfermedad. El cáncer era arrasador y no le importaba que ahora ella tuviera dinero para su tratamiento, pues cada vez la medicina que su abuela requería aumentaba de precio en el mercado. Alicia agradecía haber podido cubrir los costos gracias a ese dinero inesperado, pero eso no hacía que la situación fuera menos inquietante para ella. Cuando llegó a la puerta, encontró una caja cuidadosamente envuelta en un papel dorado en la entrada de su departamento, estaba sobre algo que parecía ser un banquito o un soporte, la persona que lo dejó se preocupó de que no tocara el piso del lugar. Pudo ver su nombre escrito en un sobre blanco adherido a la caja. Frunció el ceño mientras recogía el paquete e ingresaba en su departamento. Era relativamente liviano para su tamaño, pero lo suficiente como para intrigarla más. -- ¿Qué podría ser? – se preguntó en voz alta. Al cerrar la puerta detrás de ella, camino hasta la mesita del comedor y dejó la caja sobre ella, primero debía saber que tenía el sobre con su nombre. Al abrirlo pudo ver que en su interior había una nota escrita con una letra elegante, ** Señorita Paulet, asegúrese de usar esto mañana. La esperamos a las 8 de la noche en punto. Las instrucciones le llegarán minutos antes – ella sonrío al darse cuenta de lo que inteligente que era el mensaje, no le daban ningún adelanto para que ella no se echara para atrás, pero, aunque lo hicieran, eso era algo que Alicia había decidido no hacer. Cumpliría la parte de su trato, como lo haría en su mejor novela… Observó la caja por unos minutos más antes de decidirse a abrirla. Su corazón comenzó a latir más rápido mientras lo hacía, y su respiración se detuvo apenas vio lo que había adentro. Cuidadosamente doblado, había un vestido n***o. Al sacarlo, Alicia se dio cuenta de que era mucho más revelador de lo que habría imaginado, un escote pronunciado, una abertura en la pierna y un diseño que parecía hecho para llamar muchísimo la atención. Junto al vestido, también encontró un par de zapatos de tacón altísimos en un tono n***o brillante y una pequeña bolsa con maquillaje. Alicia miró el contenido de la caja con una mezcla de sorpresa y confusión. -- ¿Qué demonios es esto? – murmuró para sí, dejando caer el vestido sobre la caja. Se pasó una mano por el cabello, tratando de procesar lo que acababa de recibir. Por un momento, pensó en llamar al número que Marcelo le había dado, pero se detuvo. Sabía que había aceptado esto, aunque no tenía claro en qué se estaba metiendo. Tomó el vestido y lo sostuvo frente a su cuerpo mientras se miraba en el espejo del pequeño armario. No podía evitar sentirse incómodo al imaginarse a sí mismo usándolo. Era completamente opuesto a la ropa holgada que solía vestir. Sus pantalones de mezclilla y camisetas sueltas eran todo lo que había en su armario. -- Este tipo quiere que sea su dama de compañía – murmuro, mientras lanzaba el vestido sobre su cama. -- Esto no puede ser real, debe tratarse de una broma – susurró. De pronto el sonido de su teléfono celular la hizo sobresaltar. Se apresuró a tomarlo, esperando que no fuera otro mensaje extraño de ese hombre. Era su amiga Carla, ella también escribía igual que Alicia y ahora estaba metida en un proyecto de mafiosos. -- ¿Alicia? ¿Estás bien? No he sabido de ti en días, ya debes tener una novela en mente para que te hayas desaparecido asi – le dijo Carla al otro lado de la línea. Alicia volteo los ojos antes de responder, -- Sí Carla, estoy bien. Es que he estado ocupada con mi abuela y ... con otras cosas más – le respondió Alicia, tratando de que su voz suene lo más natural posible. -- ¿Otras cosas? Eso suena demasiado sospechoso para mentes como las nuestras, ja, ja, ja. ¿No estarás metida en algo raro?, ¿verdad? – le preguntó, recordando como su amiga se metía en cada uno de sus personajes, al punto de olvidar su propia vida. Lo hizo una vez, cuando se metió en un bufete para saber como actuaban los abogados bajo presión, si no fuera por uno de los empleados de ahí, ella habría terminado detenida por mentir. Alicia dudó por un segundo. No podía contarle a Carla lo que le estaba pasando. ¿Cómo podría explicar algo tan absurdo? -- No Carla, nada raro. Solo... mucho en qué pensar. Solo eso – se excusó. Carla permaneció en silencio unos segundos antes de suspirar. -- Bueno, sí necesitas hablar o saber algo sobre algún personaje nuevo, ya sabes que estoy aquí – se ofreció su amiga, -- Gracias, Carla. Lo aprecio de verdad – Colgó, sintiéndose aún más sola de lo que ya estaba. Miró el vestido sobre su cama nuevamente, preguntándose si realmente tenía el valor para seguir adelante con esto. Esa noche, Alicia se acostó temprano, cerro los ojos intentando dormir, y soñar con algún personaje nuevo, alguno inspirador sobre que lo le estaba pasando. Pero apenas pudo conciliar el sueño. Su mente corría con mil pensamientos y preguntas. ¿Quién era el hombre que la esperaba?, ¿Qué querría de ella? y ¿Cómo iba a salir de todo esto?...
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