Capítulo 5. Decisiones Inesperadas.
Sin decir más, salió del departamento, dejando a Alicia temblando. Ella se hundió en el suelo, tratando de procesar lo que acababa de suceder, se sentía por completo en una novela de ficción. Nunca en su vida había sentido miedo, y lo peor era que no tenía idea de cómo salir de esta situación.
-- Yo… no puedo. No sé qué espera de mí este hombre, pero no puedo hacerlo – se repite en voz alta.
Sabía que debió defenderse, pero el miedo la paralizó. Ambos hombres acompañados de sus guardaespaldas desaparecieron por el pasillo en el momento que ella cerraba su puerta.
Alicia no entendía nada de lo que había pasado, pero una cosa era clara, ese tipo no descansaría hasta que ella le devuelva el dinero, o acepte cumplir el trato que hizo con alguien más.
Mientras Marcelo se alejaba, estaba convencido de que tenía a la persona correcta. No sabía que todo había sido producto de un error. Un error que estaba a punto de cambiar las vidas de todos los involucrados.
El aire estaba pesado en el pequeño departamento de Alicia, la pobre apenas lograba pensar con claridad tras la visita de Marcelo Ferrer, el hombre que había irrumpido en su vida de la manera más inesperada. Mientras intentaba calmarse, su mente revoloteaba por las escenas de sus novelas. Si esto fuera una historia de amor, ¿Cómo reaccionaría su protagonista? ¿Acaso él era un millonario cruel que se ablandaría al descubrir su inocencia? O peor aún, ¿sería un villano sin escrúpulos que usaría su poder para destruirla?
Alicia suspiró, esto no era una historia de ficción. Lo que acababa de pasar era real, y no tenía idea de cómo debía resolverlo. Pensando asi, dejó lo que había estado escribiendo y fue a su habitación, se acostó sobre su cama y cerró los ojos,
-- Mañana será otro día, ¿Quién sabe, quizás todo esto solo fue un simple error? – dijo antes de suspirar y quedarse dormida, esa noche Alicia soñó que era una chica intrépida que estafaba a toda la mafia de su país…
A la mañana siguiente
El sonido desesperado de su teléfono la sacó de su mundo de ensueños. Al responder, la voz de una enfermera apresurada y tensa la golpeó como un balde de agua fría.
-- ¿Alicia Paulet? Necesitamos que venga al hospital inmediatamente. Su abuela ha tenido un accidente y necesita una operación – Alicia saltó de la cama tan rápido que casi cae al suelo, las piernas no le respondieron tan rápido como su cerebro actuó. Pero no esperaba escuchar una noticia asi, no ahora que debía el seguro médico de su abuela.
-- ¿Qué? pero... eso no puede ser, mi abuela está... ¿Dígame qué pasó? – preguntó desesperada, sintiendo como su corazón comenzaba a latir con fuerza.
-- Su abuela fue atropellada cerca del hospital. La han traído para acá por su carnet de salud, pero señorita debe venir urgente. Ella se encuentra estable por ahora, pero necesita atención rápido – la mujer estaba desesperada en el teléfono y Alicia estaba en trance, tratando de asimilar la noticia.
-- ¿Señorita Paulet, Puede venir de inmediato? – le pregunta la enfermera.
Alicia asintió aun cuando no la podían ver, sin pensarlo dos veces tomó su ropa, se cambió, se lavó rápidamente la cara y cogió su bolso antes de salir corriendo. En un momento asi, las amenazas de Marcelo quedaron en un segundo plano; lo único que importaba ahora era su abuela, la mujer que la había criado y apoyado siempre.
El hospital estaba abarrotado, con camillas en los pasillos y rostros ansiosos por todas partes. Alicia recorrió el lugar, preguntando por su abuela hasta que la encontró. Estaba en una camilla, sola, con la mirada cansada y el cuerpo lleno de magulladuras.
-- ¡Abuela! – grito Alicia al verla, y corrió hasta donde estaba la anciana. Tomando su mano al llegar junto a ella.
-- Alicia pequeña… lo siento tanto – la voz de su abuela era apenas un susurro,
-- No hables abuela, no debes decir nada por favor… yo me encargaré de todo. Pronto te pondrás bien, lo prometo – le aseguró su nieta besando su frente, Alicia levantó la mirada, debía buscar a la mujer que la llamó, o al médico que tendría que operar a su abuela.
Al verla cerca de la anciana una enfermera se acercó con expresión seria.
-- ¿Es usted su familiar? –
-- Sí, soy su nieta. ¿Puedo saber por qué no la han atendido todavía? Una señorita me llamo para decirme que debían operarla de urgencia – la enferma la miró de arriba abajo,
-- Su abuela a perdido el seguro señita. Ella no cuenta con seguro e incluso tiene una deuda pendiente con el hospital. Lo siento, pero no podemos hacer mucho hasta que… – la enfermera dudó un segundo antes de continuar.
-- … se cubra su deuda y deposite todos los gastos por adelantado –
Alicia sintió que la sangre se le helaba. Sabía que se había atrasado en el p**o del seguro de su abuela, y que la mujer no estaba en condiciones de trabajar ni de afrontar aquellas deudas. Sentirse parte del montón, sin dinero y llena de deudas la hizo sentirse culpable. En ese momento lo único que le importaba era la salud de su abuela y nada más.
La culpa la comenzó a consumir, pensar que quizás no había estado lo suficientemente pendiente de su abuela la atormentaba. Sin dudar, Alicia abrió la aplicación del banco en su teléfono. La cantidad exorbitante que había recibido seguía ahí. Intacta.
-- No me importaba de dónde haya venido este dinero ni las implicaciones que tendré por usarlo. Pero mi abuela vale esto y más –
Su abuela era su prioridad, y si tenía que enfrentarse a las consecuencias después, ella lo haría.
-- Dígame cuanto debo pagar – señalo muy sería, la mujer levantó un ceja no creyendo que pudiera cubrir todas deudas.
-- Sígame – le dijo y la llevó hacia el área de contabilidad y presupuestos. Ahí estaba toda la relación de la deuda de su abuela. No solo era el seguro, lo que la mujer debía.
La abuela de Alicia estaba enferma de cáncer, no había querido decírselo para que no se preocupara por ella. las veces que decía se quedaría donde una vecina conocida, en realidad se quedaba en el hospital realizándose sus radiaciones, esa misma mañana acudió para una de ellas, pero no la pudieron atender debido a tanta deuda. Y al salir, solo unas cuadras lejos ocurrió un accidente donde ella se vio involucrada.
La mujer solicita el presupuesto de la anciana y pide que lo incorporen junto con toda la deuda atrasada. Alicia muy segura de sí, esperaba que le muestren el documento.
Apenas lo tuvo en su poder, Alicia descubrió que su abuela no solo había sido atropellada, sino que además había estado luchando en silencio contra un cáncer avanzado. Podía notar que su abuela le ocultaba algo, pero nunca se imaginó que fuera algo asi.
Alicia sintió una mezcla de dolor y enojo al saber que su abuela no le había dicho nada, ella la habría podido ayudar, incluso si debía pedir un préstamo a la editorial, lo habría hecho, pero eran demasiados habría y ahora necesitaba actuar.
Alicia sacó la tarjeta de su bolsa y se la entregó a la mujer, cuando la tarjeta pasó sin problemas supo que había dejado muda a enfermera. Ella invirtió gran parte del dinero que estaba en su cuenta, en pagar las deudas del hospital y asegurarse que su abuela recibiera el tratamiento que necesitaba, incluida la operación.
Por primera vez en mucho tiempo, sintió que estaba haciendo algo significativo. Sin embargo, una sombra permanecía sobre ella, ¿Qué pasaría cuando los hombres de Marcelo Ferrer, regresen por el dinero?...
Luego de pagar fue en busca de su abuela, la joven enfermera que la llamó ya estaba con ella. Alicia la pudo reconocer, era la nieta de la vecina donde su abuela se había quedado la noche anterior.
-- ¿Tu fuiste quien me llamo? – le preguntó y la jovencita asintió, su abuela al darse cuenta de que su nieta ya sabía todo sobre su enfermedad estiro su mano para tomar la de Alicia,
-- No quería preocuparte, mi niña. Ya haces suficiente con tus cosas por mi… – le explicó la anciana débilmente desde la camilla donde se encontraba.
-- Eres lo único que tengo, abuela. Por favor, no vuelvas a ocultarme algo así. Vamos a salir adelante juntas, te lo prometo ¿sí? –
Una semana después su abuela todavía internada en el hospital había dejado el área de cuidados intensivos para pasar a una habitación, esta vez nadie le pedía pagar por adelantado. Alicia llegaba a casa a comenzar a escribir, debía intentar ganar dinero para bajar algo el monto que había tocado de su cuenta, y aunque lo veía difícil no se desesperó y siguió escribiendo esta vez mejor que nunca.