Capítulo 8. Al filo del desastre.
Sentí el calor subiendo por mis mejillas, pero me mantuve quieta en el mismo lugar. Mis dedos se aferraron al pequeño bolso que llevaba como si fuera mi única protección.
-- ¿Y bien?, comienzas o es que piensas quedarte ahí parada – me dijo finalmente, su voz grave se oía llena de autoridad.
-- ¿Disculpé? – le respondí, confundida.
Él levantó una ceja y soltó una pequeña risa mientras movía la cabeza, como si mi respuesta lo hubiera divertido.
-- No esperaba que fueras tan tímida – dijo, apoyándose contra el respaldo del sillón,
-- Supongo que quieres que te facilite las cosas – no entendía nada de lo que decía, parecía como si él hablara un idioma diferente al mío, ¿A qué se refería? Me comencé a preguntar, pero no tuve tiempo de hacerlo en voz alta. De pronto señaló con un gesto raro el tubo en el centro de la habitación.
-- Vamos cariño, no tengo toda la noche. Empieza – ordenó.
Mi corazón dio un vuelco al oírlo. ¿Empezar qué? Me preguntaba cuando mis ojos se dirigieron al tubo central, y entonces entendí todo. Quería que hiciera algo... algo que nunca en mi vida había considerado hacer.
Tragué saliva, sintiendo que el mundo se tambaleaba bajo mis pies. Esto no podía estar pasándome. Yo no tenía la menor idea de que hacer en ese tubo, no era esa clase de mujer. Pero él claramente pensaba que sí.
-- Lo siento, creo que hay un error. Yo… – intenté decir, pero mi voz salió tan débil, que me imagino fue casi inaudible.
Lo veo tomar algo con sus manos, parecía ser un control o algo asi, y de pronto una luz encendió el tubo, todo lo demás quedó en la penumbra, y ahí estaba, lo que faltaba para completar el show.
-- ¡Carajo! – exclamé lo más bajito que pude, solté mi bolso en el suelo y comencé a avanzar hacia el tubo.
No sé cómo llegué hasta este punto, quizás fue la presión del momento, quizás el miedo a tener que devolver un dinero que ya no tenía en mi poder o tal vez esa pequeña chispa de locura que me empujó a hacer algo completamente fuera de mi zona de confort. Pero ahí estaba yo, en el centro de la habitación, junto a ese tubo metálico que parecía brillar como si me desafiara.
Mis manos humedecidas por los nervios, y el vestido que traía puesto no me ayudaba en nada. Era demasiado ajustado, demasiado corto, demasiado... provocador. Ni siquiera podía mirarme al espejo sin sentir ganas de cubrir una parte de mi cuerpo. Pero este hombre, con su mirada fija en mí y su expresión de impaciencia, no dejaba espacio para titubeos.
-- Respira, Alicia. Solo... respira – me repetí mentalmente.
La música comenzó a sonar, una melodía lenta y sensual que no hacía más que aumentar la tensión. Cerré los ojos por un segundo, buscando en mi memoria cualquier referencia que pudiera ayudarme. Y entonces, como un rayo, recordé aquella escena icónica de esa película antigua llamada Striptease. Pude ver en mi mente a Demi Moore moviéndose con gracia, segura de sí misma, como si el mundo entero le perteneciera.
Llevé mis manos a mi cadera y comencé a moverme lentamente, siguiendo el ritmo de la música. Al principio, sentí que mis movimientos eran torpes, poco naturales. Pero conforme pasaban los segundos, dejé que la música me guiara. No era una experta, ni mucho menos, pero disfrutaba bailar en mi tiempo libre, lo hacía para mantenerme en forma ya que todo el día estaba sentada detrás de mi portátil. Y si iba a hacer esto, al menos lo haría con dignidad.
Abrí los ojos por un instante, y lo vi. Ese hombre realmente era hermoso, y me estaba observando desde su sillón, no podía descifrar del todo su expresión. ¿Era curiosidad? ¿Diversión? o ¿Fastidio?
No lo sabía, pero algo en su mirada me hizo querer esforzarme más.
Giré alrededor del tubo, tratando de imitar los movimientos que había visto en varias películas. Me sentía vulnerable y hasta expuesta, pero al mismo tiempo había algo liberador en todo esto. Era como si, por un momento, estuviera interpretando el papel principal de una novela, siendo la mera protagonista, alguien completamente distinto a la Alicia que estoy acostumbrada ver en el espejo a diario, a la jovencita soñadora que escribía historias de romance que soñaba con algunas vez vivir, la misma que pasaba sus noches soñando con mundos de ficción.
-- Bien, ahora el siguiente paso – me dije internamente. Había decidido intentar algo más arriesgado, no creo que sea tan difícil. Apoyé una mano en el tubo y traté de levantarme para deslizarme hacia abajo con elegancia. Claro que, en mi cabeza, la ejecución era perfecta. En la realidad... bueno, no tanto.
Al dar el primer impulso, perdí el equilibrio. Mis piernas no respondieron como esperaba, y en cuestión de segundos me encontré tropezando. Antes de que pudiera reaccionar, mi cuerpo cayó hacia adelante, directo al sillón donde él estaba sentado, mi cara fue directo a su parte interior.
En estos momentos estoy segura de que debo estar del color de un tomate. Incluso pude sentir lo duro que estaba ahí. El impacto fue terrible, y el desastre ya estaba hecho. Lo extraño es no haberlo oído gritar, con el golpe que le di al menos debió lanzarme muy lejos de él, pero no fue asi.
Terminé prácticamente sobre él, con mi rostro aterrizando... en un lugar completamente inapropiado,
-- ¡Dios mío! – exclamé, tratando de levantarme de inmediato, pero mi vestido y la posición en que estaba no ayudaron en nada, levanté una mano para intentar levantarme y mi mano siguió tocando lugares que no debía tocar…
Levante la mirada avergonzada y me encontré con los ojos de este hombre, quien parecer no tener intención de moverse. Solo me miraba, con los ojos ligeramente abiertos y una expresión que combinaba asombro con... ¿diversión?
-- ¿Estás bien? – me preguntó finalmente, su tono sorprendentemente calmado.
-- ¡Lo siento muchísimo! -- conseguí decir, con las mejillas ardiendo por la vergüenza. Intenté nuevamente ponerme de pie, pero esta vez fue mi tacón el que quedó atorado en el borde del sillón, y nuevamente caí sobre él,
-- Esto fue... inesperado – comentó.
Finalmente, después de una pequeña lucha, con movimientos torpes que solo hacían que se existe más y más, logré enderezarme. He olvidado las veces que toque su m*****o erecto, antes de poder apartarme unos pasos, evitando a toda costa mirarlo directamente a los ojos.
Lo vi levantarse del sillón con una elegancia que contrastaba completamente con mi torpeza. Lo miré de reojo, esperando algún tipo de reproche, alguna burla de su parte por lo torpe que fui, algo que confirmara que esta noche había sido un desastre absoluto y que debía devolver el íntegro del dinero. Pero en lugar de eso, él me sorprendió.
-- Debo admitir que esto fue diferente. La mayoría suelen ser... más directas – me dijo y no sabía cómo interpretar aquello. ¿Acaso me había dado un cumplido?, ¿quizás una crítica? O fueron ¿Ambas cosas a la vez?
-- Yo no soy... la mayoría – le respondí, sin pensar demasiado en las palabras.
Un silencio incómodo se instaló entre nosotros. Él me observaba con esa mirada analítica que parecía desnudarte el alma, y yo no sabía qué hacer con mis manos, mis pies o incluso mi respiración.
-- Bien – me dijo finalmente, rompiendo el silencio,
-- Si terminaste con el espectáculo, supongo que podemos pasar a lo que sigue. Total, ya me encendiste demasiado mujer – en ese momento mis ojos se abrieron como platos, esta vez supe que no había marcha atrás y estaba metido en medio del caos…
-- Vamos, mujer. Sabes tan bien como yo para qué estás aquí – susurro muy cerca de mí.
Mi mente entró en pánico. ¿Qué debía hacer ahora? No podía echarme para atrás, no después de todo esto. Pero tampoco podía seguir adelante, ¿O sí? No era ese tipo de persona, y definitivamente no estaba preparada para lo que él esperaba de mí, pero si lo veía bien, cualquier mujer hubiera dado todo por estar en mi situación, un hombre tan hermoso, adinerado definitivamente, y que mejor que iniciar mi vida s****l con alguien como él.
Hasta ahora recuerdo las patéticas historias de mis amigas, donde no solo no disfrutaron su primera vez, sino que lo hicieron con un idiota que luego desapareció. Es un hecho que este hombre desaparecerá de mi vida, pero no creo que me trate como idiota, eso no.
-- Respira, Alicia – me comencé a repetí en la mente, una y otra vez.
Él se acercó un paso más, podía sentir el olor de su perfume y su respiración, mi cuerpo entero se tensaba de tenerlo tan cerca. Su presencia es realmente abrumadora, como si llenara todo el espacio de la habitación.
-- ¿No tienes nada que decir? – me preguntó, inclinando ligeramente su cabeza, para pasar su lengua por mi cuello, haciendo que una corriente me atravesará desde la cabeza a los pies. Estaba olvidando mi incomodidad y parecía que él disfrutara de verme asi.
-- Yo... no soy lo que piensas – susurre, no pensé que mi voz sonara en un susurro, mi mente pensaba si debía gritar y correr, pero mi cuerpo no se movía, le gustaba lo que estaba sintiendo y quería tener un poco más.
Escuché como él se sonrío, una sonrisa ladeada que parecía tan peligrosa pero encantadora al mismo tiempo.
-- Entonces demuéstramelo cariño – susurró antes de besar mis labios.