10. Cuando todo terminó.

1860 Words
Capítulo 10. Cuando todo terminó... Sus movimientos eran torpes, inseguros, como si estuviera aprendiendo a bailar en este mismo momento. Ella giró alrededor del tubo con una mezcla de concentración y nerviosismo que casi me hizo reír. ¡Casi! Pero cuando tropezó por primera vez y cayó sobre mí, para ser más preciso sobre mi miem bro viril y erecto supe que estaba equivocado, era igual a las demás, aunque su inicio casi me convence de lo contrario… Intentó convencerme de que no era lo que esperaba, que ella según me dijo era diferente a las demás, y eso podría aceptarlo, porque cuando la rete simplemente volvió a su trabajo, intentando llamar mi atención. Ella volvió a tropezar, una y otra vez… Cualquier otra persona habría abandonado en ese punto. Se habría rendido, tal vez incluso habría intentado convencerme de que consiguiera a alguien más. Pero ella no. Con una determinación que no esperaba, se levantó una y otra vez, sacudiéndose el polvo como si no tuviera nada que perder. Había algo fascinante en verla intentarlo, incluso cuando era evidente que no tenía ni idea de lo que debía hacer. Por un momento, me encontré preguntándome qué demonios estaba haciendo ella aquí. ¿Qué clase de mujer acepta un trabajo como este y luego se lanza a improvisar sin la menor experiencia? Pero entonces sucedió algo que no había anticipado. La vi cerrar los ojos, dejar de preocuparse tanto por lo que hacía y ella comenzó a moverse con una especie de gracia torpe que, de alguna manera, me resultó... fascinante, incluso encantadora. No era el tipo de espectáculo al que estaba acostumbrado. No había movimientos sensuales ni calculados, tampoco esas miradas seductoras que acostumbran a hacer. Pero había algo en su esfuerzo, en su risa cuando tropezaba, en esa forma tan extraña de seguir adelante a pesar de todo, algo… que me hizo mirarla de una manera diferente. -- ¡Mierda! – susurre, nunca pensé que alguna vez pudiera observar a alguien como la estoy observando a ella. Siento dolor en mi parte baja, esta a punto de explotar mi pantalón de solo observarla. Por un instante, me olvidé de por qué estaba aquí, de lo que esperaba de ella. Solo la observé, deseándola tener en mi cama, debajo o sobre mí. Con la respiración demasiado agitada me pregunté quién era realmente esta mujer que parecía tan fuera de lugar en mi mundo y cuando finalmente abrió los ojos y nuestras miradas se cruzaron, supe que esta noche no sería como las demás… -- No estuvo nada mal – le dije luego de que nuestras miradas se encontraran por un momento, su respiración también estaba agitada y mi tono salió cargado de una mezcla de curiosidad y sarcasmo. La vi morderse el labio inferior y me dieron unas ganas de ser yo quien los muerda, sabía que estaba tratando de ignorar mi comentario, pero era un elogio ante tanto desastre que cometió la primera vez, de pronto ella volvió a girar alrededor del tubo y sus manos se resbalaron, iba a caer de lleno en el suelo, pero me levante y conseguí sujetarla de la cintura. No pude evitar soltar un gemido de placer al tenerla tan cerca, al ver como su rostro se pintaba de rosa debido a la vergüenza. La sentí intentando huir, se soltó de mi agarre y fruncí el ceño al pensar en su rechazo, ¿acaso no sabe para que esta acá? Me pregunté. -- Pensé que eras más profesional – le dije, con una ceja levantada. -- Y yo pensé que serías menos grosero – me respondió, dejándome anonadado y completamente sorprendido, sintiendo como el ambiente se cambió en un cuestión de segundos. Me olvide por completo de mi amabilidad, y el empresario poderoso se adueñó de mí, soy un hombre y estaba ahí para conseguir un poco de satisfacción, no una respuesta grosera de su parte. -- Hazlo otra vez – le ordené. Esperando que esta vez se comporte como debe, que sea esa mujer especial que mi amigo ha conseguido para mí, aunque mi voz sonó menos dura de lo que esperaba. La vi intentarlo nuevamente, esta vez con menos tensión y más determinación. No era perfecta, ni siquiera buena, pero seguía intentándolo, y llegue a pensar que era una idiota por seguir ahí… Alicia Escucharlo decir que lo vuelva a intentar me lleno de rabia, había caído más de una vez, pero decidí continuar porque sabía que, por más absurdo que pareciera, esta experiencia se convertiría en material para mi escritura. Era mi forma de demostrarle que, aunque fuera una completa novata, no me iba a dejar vencer tan fácilmente. Finalmente, sentí su mano sobre mi brazo, -- ¡Ya basta! – me dijo, y esta vez su tono fue más suave de lo que había sido en toda la noche. -- Ven aquí – me ordenó y caminé hasta el sofá donde se había sentado nuevamente y, sin decir una palabra, me observó. La luz era baja, pero podía sentir su intensa mirada sobre mí, me sentí tranquila al notar algo cálido en ella, al menos no era agresiva. Había algo más en ella que me hacía sentir expuesta, sin sentirme del todo amenazada. -- Sabes lo que sigue, ¿verdad? – me preguntó. A estas alturas no podía decir que no sabía lo que vendría, así que sentí lentamente tragando saliva. Sabía que había cruzado un límite, que había aceptado algo que cambiaría mi vida para siempre. Pero también sabía que no había marcha atrás. Cuando la música terminó y el ambiente quedó envuelto en un silencio cargado de tensión, sintiendo todavía el peso de la mirada de aquel hombre sobre mí, estaba lista para lo que vendría. Había cumplido con mi parte del trato hasta ahora, pero sabía que aún quedaba lo más difícil por hacer. Él tomó mi mano y se levantó, caminó guiándome hasta la cama. Mientras más cerca estaba de la cama, sentía mis nervios florecer, en cada paso que daba me llevaba a cruzar esa puerta imaginaria. Mi mente estaba dividida entre el miedo y la curiosidad, entre la necesidad de cumplir y el deseo de terminar con todo aquello de una vez. Él se recostó en la cama, con una expresión indescifrable, y simplemente esperó. Por alguna razón, esa calma suya me intimidaba más que cualquier palabra. No hubo discursos ni declaraciones. Sólo un momento que se extendió entre nosotros, cargado de una tensión que nunca había experimentado. -- Quítate la ropa – lo escuché. Cerré mis ojos y permití que el impulso de cumplir el trato me guiara, intentando ahogar todas las emociones que se debatían dentro de mí, con manos todavía nerviosas hice lo que me pidió, deje caer el vestido por mi cuerpo, sabia que solo llevaba una braga cubriendo mi parte interior, y sabía también que mis senos estaban libres para él. -- Ven acá – continuo. Y cuando abrí los ojos para hacerlo lo vi ahí, completamente desnudo frente a mí. ***** ***** ***** Para Piero, aquella noche no sería como las otras. Alicia no se comportó como las mujeres que solían acompañarlo, no hubo insinuaciones obvias ni palabras vacías. Había una autenticidad en ella, una inocencia mezclada con determinación que lo descolocó, volviéndolo loco por completo. Y aunque nunca se habría atrevido a decirlo en voz alta, esa vulnerabilidad que mostraba sin querer hizo que, por primera vez en mucho tiempo, sintiera algo más que un simple deseo. Piero la jalo de la mano colocándola sobre él, Alicia estaba a horcadas sobre su pecho, sintiendo una corriente eléctrica recorrerla por completo, ella se estaba excitando sobre él, su piel reaccionaba a cada movimiento del hombre. Sus senos erectos pedían a gritos ser atendidos por él, y eso hizo Piero, cogiendo cada uno de sus pechos con las manos, haciendo círculos sobre sus pezones endurecidos por el placer, en ese momento ella no era diferente a las demás, quería tanto de él como lo querían todas las que estaban en la misma situación. Un gemido de placer se escapo de los labios de Alicia cuando Piero llevó sus labios y absorbió uno de sus senos, puchándolo y mordiéndolo cada vez con más deseo, mientras una de sus manos se poso sobre su costado para arrancar la única prenda que quedaba en ella. Sus manos expertas comenzaron a buscar su centro de placer, Alicia podía sentir como su interior se humedecía al contacto. -- Estás tan húmeda mujer – susurro sobre sus pechos antes morder su pezón consiguiendo que Alicia gima y se tire para atrás. Él podía verla a través de la poco luz que todavía iluminaba el tubo en medio de la habitación. Piero se levantó quedando de rodillas ante ella, con las piernas todavía abierta por haber estado a horcadas Alicia lo miró, mordiendo sus labios debido a la excitación, pero ahora eran otros los labios que clamaban por él. Y Piero no pudo evitar complacerlos… Él beso con destreza los labios inferiores de la mujer, provocando pequeños espasmos en su cuerpo, llevando el placer hasta su cerebro, haciéndola gemir pidiendo más. Algo extraño para él, pues siempre era Piero quien recibía todo el placer. -- ¿Te gusta? – preguntó y Alicia asintió, quería más. Antes debió masturbarse para saber lo que se sentía para poder escribirlo, pero la realidad era muy diferente. Las manos expertas de Piero la llevaron al orgasmo en un santiamén. -- Sigue por favor – rogó, mientras su cuerpo temblaba de placer. Piero continúo explorando ahora con su dedo, mientras sus labios buscaban los de ella. sentir sus gemidos tan cerca de su oído cada vez que introducía su dedo dentro de ella lo colmaba de placer, su lengua recorriendo el interior de su boca, danzando un baile atrevido junto a la de ella, su mano sobre su pecho piñizcando su pezón, su dedo dentro de ella entrando y saliendo, rozando su punto máximo de placer. Piero no era de piedra, su pe ne a punto de explotar necesitaba ingresar en ella, no había tiempo de utilizar protección, al menos no esta primera vez. Él estaba confiado en que esta mujer estaba protegida, como lo están todas las que ofrecen estos servicios. Asi que, sin esperar más Piero la penetró. El sintió la presión de su conducto, estaba demasiado estrecha y esto lo excitó mucho más, haciéndolo terminar apenas había ingresado, pero no podía quedarse asi, él necesitaba más… entro y salió de ella hasta volver a conseguir una erección. Ya no escuchaba nada más que sus gemidos y los de Alicia, besando sus labios que se habían convertido en su perdición… Cuando todo terminó, Alicia se recostó por un instante, sin atreverse a mirarlo. Estaba agotada, tanto física como emocionalmente. En su mente, las escenas de esa noche pasaban como un torbellino, una mezcla de vergüenza, sorpresa y una extraña sensación alegría por haber logrado cerrar el trato sintiendo tanto placer. Había cumplido, pero también había aprendido. Y mientras el sueño la vencía, pensó en cómo podría transformar todo aquello en palabras, para sus futuras historias de amor...
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