Capítulo 3. Alicia y el Amor que Nunca Llegó.
No quería creerlo. La cantidad que había perdido era exorbitante, una cifra que habría cambiado mi vida para siempre, y todo por un pequeño error, ¡no! Mejor dicho, un gran error. Sentí que el mundo se me venía abajo y no sabía qué hacer. Toda mi seguridad se había evaporado en un instante.
Pasaron varias horas en las que simplemente me senté frente a la pantalla de mi computadora, sin saber qué hacer o cómo reaccionar. Todo era un desastre total, lo único que me quedaba era cancelar el perfil que abrí en la app luego de que llegará la hora pactada para la cita y salir de este lugar. No puedo quedarme a esperar que me ubiquen por mi dirección IP o peor aún que quieran cobrarme un dinero que ni siquiera tengo en mi poder.
-- Está decido… es hora de huir – susurre.
Al día siguiente…
Después de una noche de insomnio, había decidido que no tenía otra opción, debía desaparecer antes de que todo saliera a la luz. La idea de que la plataforma de subastas o el hombre que ganó la misma descubrieran quien era yo, me llenaba de un terror inexplicable. Ellos no eran personas con las que uno quisiera tener problemas, menos después de no haberme presentado ayer por la noche.
Tomé mi maleta, la llené con toda la ropa que tenía y cogí mi pasaporte, borré cualquier rastro de mis planes de mi computadora, búsquedas, historiales, todo. Incluso ingresé en todas las páginas con posibles virus, todas las que podrían arruinar cualquier información que haya quedado guardada en la memoria o en alguna red. Ya no tenía el dinero que esperaba, pero aún tenía algo de mis ahorros. Lo suficiente para sobrevivir mientras me alejaba de todo esto.
Antes de salir, recibí un último mensaje de Alejandra. Voy a extrañar a mi amiga, pero debo deshacerme de esté teléfono también, a mis trabajos de medio tiempo ya había renunciado imaginando que me convertiría en una mujer rica, que patética debo verme ahora.
-- ¿Estás segura de que quieres hacer esto? – me escribió Ale y antes de sacar el chip para destrozarlo junto con el aparato le respondí.
-- No tengo otra opción, Amiga. Ellos ya deben saber que no asistí a la cita, y si ellos descubren lo que pasó o quien soy, estaré en problemas… o algo peor. Tengo que desaparecer, aunque sea solo por un tiempo. Voy a destruir este teléfono, abriré un correo nuevo y pronto te volveré a escribir. Te quiero amiga –
-- Camila, ten mucho cuidado. Sabes que estos hombres no son los típicos tipos que simplemente se olvidan de un error como este. Recuerda que han perdido mucho dinero, sin mencionar que intentaran hacer algo en contra de ese sitio web. Yo te quiero también – me escribió, enviándome un corazón y dos mujeres abrazadas.
Sabía que tenía razón, y con una última mirada a mi habitación, cerré la puerta detrás de mí, sabiendo que nunca más volvería.
***** ***** *****
Alicia siempre había sido una chica soñadora. Desde que tenía uso de razón, vivía entre páginas de libros, imaginando mundos donde los amores imposibles se volvían inevitables y las historias siempre terminaban con un beso bajo la lluvia. Era escritora de vocación, aunque apenas había publicado un par de relatos cortos en revistas digitales. Su sueño era escribir una novela que tocara los corazones de las personas, como todas las historias de amor que tanto admiraba.
Cada mañana, con una taza de jugo en mano, se sentaba frente a su laptop, dejando que su imaginación volara. Esa mañana debía escribir un relato corto, necesitaba algo de dinero para cubrir la cuota del seguro de su abuela, ya tenía dos meses de retraso y si algo le pasaba a la anciana no estaría cubierta por él.
-- Vamos Alicia imagínate un príncipe azul rápido – dijo para sí misma, pero su mente estaba bloqueada pensando en el dinero que debía conseguir, y el poco ingresó que recibió el mes pasado.
Incluso estaba atrasada con el p**o del alquiler y esperaba que en cualquier momento su arrendatario se aparezca con la policía para sacarla de allí, a sus 22 años egresada de la carrera de literatura, Alicia era el único sustento en su pequeño hogar de dos.
De pronto el sonido de notificación llego a sus oídos, había recibió un mensaje del banco, al ingresar para saber de qué se trataba su sorprendió gratamente, había recibido un depósito de dinero en su cuenta.
-- ¡Vaya que genial!, ¿Quién habrá depositado ahora? – se preguntó mientras ingresaba a la pagina web de su banco, muchas veces algunas de las editoriales con las que trabajaba, les daban adelantos a los escritores por cuentos cortos, eso le parecía genial, incluso fue uno de los motivos por los que firmó con ellos, sin embrago nunca le había pasado a ella. la editorial luego de once meses trabajando con ellos, nunca le había depositado un adelanto.
-- Esto es… no puede ser, esto definitivamente debe ser ¡un error! – murmuró, incrédula, mirando la cantidad de números que aparecían en su cuenta bancaria desde la pantalla de su celular. La cantidad depositada que aparecía ahí no tenía ningún sentido. Era una fortuna, algo que jamás había visto en su vida.
Alicia intentó respirar hondo, pero su mente no dejaba de girar en círculos.
-- ¿De dónde había salido ese dinero?, ¿Era una equivocación del banco?, ¿Un depósito accidental? – se preguntaba en voz alta.
Aunque no entendía nada, una pequeña parte de ella se permitió soñar por un instante. ¿Y si era el destino? ¿Y si, de alguna manera, su vida y su suerte estaba a punto de cambiar para siempre?
-- ¡No!, definitivamente eso no es – dijo en voz alta nuevamente, Alicia acostumbraba a hablar haciéndose preguntas y respondiéndolas ella misma cada vez que comenzaba una nueva novela, era su forma de meterse en la mente de su personaje y perfeccionar lo que luego escribía en la pantalla. Pero, ella no era una ingenua, aunque a veces los demás la percibieran así.
Alicia sabía que no podía simplemente gastar ese dinero sin averiguar antes su procedencia. Asi que se dirigió al banco, con las manos temblorosas y un nudo en el estómago. Cuando llegó su turno y se acercó al mostrador, una empleada con aspecto amable la atendió.
-- Buenos días en que la puedo ayudar – la saludo y todavía nerviosa Alicia estiro su cuello para no hablar tan alto como a veces acostumbraba. Vivir con una abuela que sufría de sordera no era fácil, y ella debía hablar alto siempre que estaba en casa.
-- ¡Hola, buenos días! Quería preguntar por un depósito que han hecho en mi cuenta. Es una cantidad... considerable, y ¿Quisiera saber quién hizo el depósito, si fue mi editorial o alguien más? – explicó Alicia, tratando de sonar tranquila.
-- Me permite su registro de identidad – hablo la empleada, y Alicia asintió, entregando el único documento donde demostraba quien era ella.
La mujer revisó la información en su computadora y frunció el ceño al ver el saldo reflejado en la cuenta de la jovencita, incluso se dedicó a mirar su ropa por unos segundos, tratando de imaginar quien podría haberle depositado tanto a una chica tan sencilla como ella, aunque no podía negar que, al verla bien, se dio cuenta de lo hermosa que era.
-- El depósito fue realizado desde una cuenta anónima señorita Paulet. No hay más detalles que pueda proporcionarle sobre él – le respondió la mujer, con tono profesional, pero sin dejar de mirar a la jovencita.
-- ¿Cuenta Anónima? ¿No hay manera de rastrearlo? – insistió Alicia, ahora estaba más confundida. Y todas preguntas que se hizo anteriormente volvieron a su mente. La empleada al oírla negó con un movimiento de cabeza
-- Lo único que puedo decirle es que el dinero está legalmente transferido. Asi que es suyo, señorita Paulet. Si hay algún problema, alguien se pondrá en contacto con usted. No puedo hacer más por ahora, ¿desea realizar alguna otra operación? – ahora fue Alicia quien negó.
Alicia salió del banco sintiéndose como si estuviera atrapada en una de sus novelas cortas. Esto no podía ser real. Intentó encontrar una explicación lógica, pero ninguna encajaba en lo que estaba pasando en la realidad. Al llegar a su departamento, se sentó frente a su laptop, todavía aturdida.
-- ¿Debería escribir una historia sobre esto? – se preguntó,
-- "Tal vez… en realidad es un regalo" – pensó ahora, también en voz en voz alta.
La idea le arrancó una sonrisa nerviosa, quizá, como en sus historias favoritas, un benefactor misterioso había decidido cambiar su pobre vida. ¿Era tan descabellado imaginarlo? Pero en su mente romántica y soñadora todo era posible. Después de todo, la vida siempre tiene un toque de magia, ¿no es verdad?
Unos días después…
Alicia intentó seguir con su vida, pero la extraña transferencia de dinero en su cuenta seguía rondando en su mente. Ella no quiso preocupar a su abuela contándole lo que había pasado, incluso evitó tocar el dinero, temerosa de que todo fuera un error y tuviera que devolverlo apenas el banco se ponga en contacto con ella, tal y como lo mencionó la mujer de la ventanilla. Sin embargo, pensar en la idea de que podría ser su buena fortuna comenzó a crecer en su mente.
-- ¿Por qué no? – se dijo mirando la pantalla de su portátil, donde había comenzado a escribir una historia basada en la increíble fortuna que ella misma había tenido hace unos días…