-Sí ¿no lo sabían? - Dice ella intrigada.
-No. - Me levanto de mi asiento, dejo la taza en una de las mesitas que ahí alrededor y me voy dónde están todos reunidos.
- ¿Alguien me puede explicar qué vamos a hacer en Suecia? - Digo sin especificarme a ninguno, ellos dejan de hablar y me miran como sí me saliera dos cabezas.
-Ha buscar al bebé. - Dice Fabrizio tajante.
- ¿Qué hace mi hijo allá y cómo saben que está tan lejos? - Digo sorprendida.
-Él que está allá, no lo sé Estefanía, pero si sabemos por qué Fabrizio le sacó la información a Ágata. - Dice Ángelo.
- ¿Ágata? - Digo y veo a Fabrizio.
-Sí, ella aún sigue enamorada de mí y fue algo fácil de sacarle información. - Dice con su voz ronca.
-Vaya creó que no eres un cretino, como seguía pensando. - Digo tajante.
-Gracias por haber cambiado de opinión. - Dice entre risas.
-No entiendo, ¿por qué ella te dice en dónde está mi bebe?, ¿cómo si no le importará que la llegarás a delatar? -Digo intrigada.
-Ella siempre ha estado enamorada de Fabrizio. - Dice Francesco.
-Sí, eso lo sé, pero...
-Estefanía, Ágata no fue de la idea de secuestrar a nuestro hijo, todo fue idea de su madre y de Patterson. - Me dice Ángelo, defendiendo a su esposa.
- ¿Patterson?. - Digo intrigada.
-Patterson es un hombre que siempre ha querido tener el poder de cualquier manera, es socio de Luciano Ferrero en sus empresas, quiénes están en quiebra desde hace tres años, lo única manera de ver su salvavidas es a través del matrimonio que tengo con Ágata. - Dice Ángelo, mi cabeza está en otro lado sé que he escuchado ese nombre, se me viene el recuerdo de aquel día en la empresa D'altrui, ese hombre que me dio la tarjeta que le gustaría que trabajará con él. - ¿Estefanía estás bien? - Dice Ángelo sacándome de mi ensimismamiento.
-Sí estoy bien, es que sé, quién es ese hombre.
-Él estuvo en una de nuestras reuniones. - Dice Francesco.
-Sí, pero después de la reunión, se me acercó y me dio su tarjeta, me ofreció un trabajo en su empresa. - Digo sin entender.
- ¿Por qué no me lo habías dicho? - Me gruñe Ángelo.
-No pensé que fuera importante.
-Eso ya no importa, ahora ya sabemos que sí estaba atrás de nosotros desde hace tiempo. - Dice Francesco se sienta de nuevo en dónde estaba.
-Necesito descansar un rato. - Voy directo a unas de las habitaciones que tiene el jet, apenas veo la cama me tiro en ella y caigo en un profundo sueño, siento que acarician mis mejillas, no me despierto más bien me gusta, me acurrucó más en la cama, hago un sonido en mi garganta, mi mente me traiciona y recuerdo todo lo que he pasado por estos días, siento de nuevo unos cálidos dedos pasar por mi frente y recorre hasta mis labios, me invaden ese olor tan embriagador por mis fosas nasales. -Ángelo. - Susurró, recuerdo la discusión en su casa, lo de mi bebé abro los ojos de golpe y lo veo sentado frente a mí.
-Hola. - Dice con su voz ronca, como si no hubiera pasado nada.
- ¿Qué haces aquí? - Le gruño.
-Necesitamos hablar. - Vuelve acariciar mis mejillas, le quito el mano tan brusco.
-No hay nada de qué hablar, la única razón por la que estoy aquí es por mi hijo.
-Nena tienes que saber.
-No quiero escuchar nada Ángelo, no quiero escuchar una mentira más. - No lo dejo hablar, sentándome en la cama.
-No te he dicho ninguna mentira. - Dice acercándose a mí, estamos cara a cara.
-Peor aún me has ocultados cosas que sabes que tengo derecho saberlo. - Le gruño cabreada.
-Lo se nena, es que no podía decírtelo hasta.
-No claro, no me lo dijiste porqué hay muchas cosas en juego y yo te lo podía estropear. - Digo sarcástica sin dejarlo hablar de nuevo, él mete su brazo por mí cintura y me arrastra más hasta él.
-Te lo iba a decir Estefanía.
-Sí, cuándo tú mujer haga más daño a mi familia. - Le gruño y trato de zafarme de él, no me dejó.
-Ella no es mi mujer. - Dice cabreado me acuesta en la cama.
-Así, muy bien que ella se llena la boca diciendo que tú eres su esposo. - Digo cabreada recordando el día que estuve en la casa de él y ella lo tenía agarrado del brazo como todos unos esposos felices.
-Estefanía no empieces de nuevo con eso. - Me gruñe luchando con mis manos lo estoy golpeando en su pecho.
-Suéltame. - Le gruño me tiene los brazos arriba de mi cabeza, muevo mi cuerpo de un lado a otro, pone su cuerpo encima del mío.
-Se que tenía que decírtelo nena, pero si te lo decía ibas. - No termina de hablar, yo si estoy dispuesta a terminar lo que iba a decir.
-Arruinar todo con tú esposa. - Digo tajante, los dos nos vemos a los ojos y sé qué está situación nos está matando, nuestro hijo secuestrado, lo de mi abuela.
-Perdóname. - Trata de darme un beso lo esquivo, no puedo me ocultó algo tan importante, porqué a él no le beneficiaba de que me enterará, pone su frente presionada aún lado de mi cara.
-En la única persona que confiaba, me sentía segura y sé que nunca me traicionaría, esas eras tú Ángelo. - Digo con mi voz entrecortada.
-No te he traicionado nena. - Su voz está llena de dolor.
-Lo hiciste, tú sabías que quería hacerle pagar a la persona que mandó a matar a mi abuela y tú lo sabías y dejaste que creyera que había sido Fabrizio, cuándo no fue así Ángelo, fue tú esposa, claro como no lo pensé antes, no querías que le tocará ni un cabello a Ágata, pero si querías que hiciera pagar a Fabrizio por haberse metido con tú mujer, ¿no es así? - Él levanta su cabeza, lo veo con despreció.
-No Estefanía, no es así. - Dice como si mis palabras lo hubiesen herido, pero que le den, vuelvo a empezar a moverme, nos movemos por toda la cama luchando, mi cabeza está fuera de la cama.
-Claro que, si lo es Ángelo, ¿Dime otra razón por la que no quisiste decírmelo? - Le gruño moviéndome.
-Estefanía ya no te comportes como una niña. - Me gruñe, estoy a mitad de cuerpo fuera de la cama y él me tiene por mi cintura.
-Sabes que tienes mucha razón, soy una niña. _ Digo sarcástica.
-Estefanía no te lo puedo decir, te pondría en peligro.
-Vale que ironía de la vida, no me lo dice por qué no me quieres poner en peligro, pero creó que no te has dado cuenta de que, por tus secretos, mí bebe si lo está. - Le gruño cabreada.
-También es mi hijo. - Dice también cabreado.
-Vaya pensé que no te habías dado cuenta disimulas muy bien lo preocupado que estás por él. - Digo sarcástica.
-Será que podemos hablar, como personas civilizadas. - Me estira su mano para levantarme, siento una presión en mi cabeza estoy de cabeza con la mitad de mí cuerpo guindando en la cama.
-Ya estamos hablando. - Tengo toda mi camisa en mi cuello dejando todo mí barriga y senos al descubierto solo con mi brassier.
-Ángelo deberías. - Dice Francesco abriendo la puerta de la habitación, Ángelo y yo lo vemos. -Vaya, le diré a Paty para hacer esa pose, pero desnudos. - Dice sarcástico girando su cabeza de medió lado para verme mejor, mofándose de nosotros.
-Gilipollas. - Le gruño a Francesco, veo Ángelo que aún tiene sus manos en mi cadera sosteniéndome para no caerme.
-Y tú ya suéltame. - Le gruño.
- ¿Estás segura? - Dice con su voz ronca y arquea una ceja.
-Sí. - Digo a todo pulmón, él lo hace y caigo de bruces al suelo, me doy un buen golpe en la cabeza. -Haaauuss.-Digo poniendo mis manos en mi cabeza en dónde me golpee, Francesco está a carcajadas.
-Tú lo quisiste. - Me dice Ángelo tajante, no lo veo, sí le doy una patada en la pierna a Francesco para que ya deje de reírse.
- ¡Joder!, Estefanía estás loca. - Me gruñe Francesco sobándose su pierna, Ángelo sale de la habitación dándole una palmada en el hombro a Francesco compadeciéndose de su dolor, Francesco me fulmina con la mirada, muevo mis hombros, cómo si no me importará y él sale de la habitación dejándome sola....
L. R.