Desautorizando Una Orden.

1011 Words
-Fani tienes que tener mucho cuidado. - Me dice Antonio, estamos a las afuera de la casa de Patterson, Ángelo está dándole órdenes a sus hombres, estoy acomodándome mis cartuchos dentro de mí abrigo, llegan otros coches cuándo veo que se baja Paola seguido de Rodrigo y otros hombres, ellos saludan a los chicos, me voy como una fiera a reclamarle. - ¿Se puede saber qué haces aquí? - Le gruño a Rodrigo ha dejado a mí hija sola. -Fani la niña está en buenas manos, no le pasará nada. - ¡Por Dios!, Rodrigo lo único que te pido es que cuides de Estefanía, ¿Por qué estás aquí? - Digo cabreada, todas las miradas están encima de nosotros. -Tenía que venir, no te iba a dejar sola en esto. - Me gruñe a todo pulmón. -No me estabas dejando sola, Rodrigo. -No Fani, tú eres mi familia y no me perdonaría si te pasará algo. - Me gruñe sin dejarme hablar, no le digo nada, mí cabreo es grande le doy la espalda y me encaminó dónde está Antonio, se está poniendo el chaleco antibala. -Estefanía. - Me llama Ángelo haciéndome señas a que me acerque a él, todos los hombres rodean una gran parte de la casa, está haciendo un frío horrible es de noche, tenemos que saltar unas paredes y atravesar un gran jardín hasta llegar a la casa que está mi bebe. -Es hora, no te separes de mí. - Me ordena, asiento con la cabeza veo a Fabrizio que está dando unas ordenes por el auricular, Francesco viene con mi puto chaleco en las manos. -O te pones esto o no entras con nosotros. - Me ordena. - ¡Joder!, Francesco nunca me ha gustado esa cosa es muy incómoda. - Le digo moviendo mi cabeza de un lado a otro. -Estefanía no vas a ir. - Me gruñe Ángelo, ya que ve, que no me lo pongo. - ¿Queee?, ni en sueños me dejarás aquí. - Le gruño. -Bien entonces ponte el puto chaleco. - Me gruñe Ángelo, Antonio y Rodrigo se ríen, por qué saben que lo detesto, Francesco tiene el chaleco con una de sus manos, me lo acercó con chulería, Fabrizio se ríe moviendo su cabeza, estoy que me salen humo por los oídos de lo cabreada que estoy, le arrancó el chaleco. -Bien, necesitaré tú ayuda. - Le gruño a Ángelo, me quito el abrigo, entra un frío que cala por mis huesos se me eriza la piel, Ángelo me pone el chaleco, posa sus manos por mi cintura, cierro los ojos al sentir su calor, cuándo los abro, Ángelo tiene esa mirada de arrogancia, sabe lo que me hace sentir, le arqueo una ceja. -Termina y deja de tocarme, aunque deberías de aprovechar ya que será la última vez que pondrás tus manos en mi cuerpo. - Le digo sarcástica, él se le dibuja una sonrisa en sus labios todo arrogante, siento un tirón apretándome el chaleco tan fuerte que me ahoga y buscó de respirar. -Ya lo veremos. - Me ronronea en el oído, me giro para quitarle mi abrigo se lo arranco de las manos, todos se ríen disfrutando el espectáculo, camino directo dónde estaba arrecostada de una pared que uno de nosotros tiene que saltar para atacar al vigilante que está en la entrada de portón. -Necesitamos él más delgado y pequeño qué pase por esa abertura. - Dice Fabrizio señalando un hueco, todos los hombres son altos y robustos, las únicas somos Paola y yo. -Iré yo. - Dice Paola. -No, tú no irás es muy peligroso. - Le gruñe Ángelo todo protector, veo a Antonio y Rodrigo, les hago seña con mi cabeza para que me ayuden ellos saben mi seña y se acercan a la pared debajo dónde está el hueco, le pasó por un lado de los chicos que están discutiendo con Paola, Rodrigo y Antonio se agachan un poco para subirme a su hombro de pie y eso hago. -Estefanía baja de ahí ya. - Me gruñe Ángelo lo ignoro, los chicos suben poco a poco me inclinó para alcanzar, pongo mis manos los chicos me empujan, separó la plantas de enredadera para poder subirme, Ángelo y Francesco están blasfemando y discutiendo con los otro chicos, veo entre la oscuridad que ahí en el jardín son pocas las farolas, con la neblina está todo opacó, no veo ni cámaras, ni hombres cercas, me lanzo al suelo caigo agachada, al mismo tiempo sacando mi arma, me voy directo al portón, cerca de la casilla con un hombre adentro está entretenido con una revista Playboys, está sentado con su piernas cruzadas encima de una mesita, veo a los alrededores a lo lejos del jardín se ven unos hombres rodeando, si le disparó se alertaran, saco mi navaja que me regalo hace años Antonio, me lo saco de mi botas entro muy despacio, el hombre se da cuenta no le doy chance me voy encima de él y le corto el cuello, cae al suelo, agarro la llaves que tiene encima y salgo, abro el portón y él primero que veo es a Fabrizio con una sonrisa. -Cada día me impresionas más preciosa. - Me dice con su voz chulesca y me guiña el ojo, Ángelo pasa sin importarle que Fabrizio estaba frente a mí y me arrastra con él cabreado. -No vuelvas a desautorizar una orden. - Me gruñe con su mirada de matarme. -Vale. - Digo tajante, él me fulmina con la mirada, empieza a escucharse los disparos, nos metemos entre los jardines disparando, varios hombres caen a suelo heridos, se escuchan los quejidos, gritos, disparos, órdenes, mató algunos pero la ansiedad comienza a invadirme, debe ser por los nervios de conseguir a mi bebe, escucho algunas voces a lo lejos, empieza a fallarme la respiración sé que me están llamando y estoy paralizada del miedo, no sé por qué siento que el mundo se me ha hecho pequeño, cierro mis ojos con fuerza para no caer aquí..... L. R.
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