-Vale mi princesa disfruta mucho. - Le digo colgándole, estoy en una casa que compro Lanffont aquí en Italia, es igual de grande como las de los D'altrui, está es más moderna todo es minimalista, estoy en unos de los muebles modulares negros que ahí en la sala junto a una chimenea.
-Creó que nos equivocamos de personas. - Dice Antonio con su voz tan dolida, se sienta en el mismo mueble a la altura de mis pies, él tiene un vaso de whisky en su mano, pone sus codos apoyados en sus rodillas y se inclina un poco hacía adelante viendo el fuego de la chimenea.
-El amor no se hizo para nosotros. - Veo hacías uno de los ventanales, la noche está fría, el cielo nublado y mis lágrimas comienzan a caer por mis mejillas, ¿en dónde estará mi bebé, ya comería, tendrá frío en que manos estará.
-Fani lo conseguiremos. - Pone una de sus manos en mi rodilla.
-Antonio eso quiero creer. - Le digo sollozando.
-Tienes que tranquilizarte. - Me gruñe Lanffont.
-Tranquilizarme, por favor Lanffont llevamos cuatros días sin saber de mi hijo, si aún sigue vivo o ya está muerto y tú quieres que me tranquilice. - Le gruño a todo pulmón.
-No vuelvas a decir que él niño está muerto, por qué no lo está. - Me gruñe Antonio desde dónde está.
-Esto me está matando. - Lanzo el vaso de agua que tenía en mi mano, entra uno de los hombres a la sala y le entrega un sobre a Lanffont, saco mi móvil del bolsillo y es Paty todos me ha reventado el puto móvil desde el día que salí de casa de los D'altrui, ha Antonio también, él si la lanzo su móvil contra el suelo, no quiere saber nada de ellos.
-Hay buenas noticias. - Dice Lanffont mostrándome unas fotos del padre de Ágata, hablando con unos hombres.
- ¿Y eso qué? - Digo tajante, que me importa él padre de Ágata y esos hombres.
-Estos hombres hablaron y él padre de Ágata, les ha pagado por hacerle el favor de secuestrar a tú hijo. - Nos dice Lanffont.
- ¿Qué y que te dijeron en dónde están? - Digo desesperada.
-Ellos mismo te lo dirán. - Sale de la sala, Antonio y yo lo seguimos y nos montamos en el coche, hemos rodado de camino casi una hora y vamos a las afueras de Italia, llegamos a una casa muy vieja en un sitio que ni siquiera sale en un mapa, afuera hombres cuidando del lugar y varios coches negros, entramos a la casa y lo primero que se te viene es el olor a polvo, húmeda, moho, el suelo es de madera toda la casa es de madera es una cabaña, sigo a Lanffont y bajamos a un sótano, solamente hay un solo bombillo y está algo oscuro, se escucha unos golpes y unos hombres quejándose del dolor, son dos hombres que están guindados de sus muñecas del techo, todo ensangrentados, hay varios hombres aquí, con la poca luz no se deja ver quiénes son, no le prestó mucha atención ya que mi mirada va directo a los hombre que están guindados.
- ¿Por lo que se ve, no han querido hablar? - Dice Lanffont detrás de ellos, uno voltea y es fausto que está todo sudoroso y él otro cuándo voltea es uno de los hombres de Ángelo pero que hace él aquí.
-Nunca conseguirán nada. - Dice uno de los hombres en italiano, dejo de ver a Leonnar y veo al hombre que está todo ensangrentado y riéndose, ya estoy entendiendo el italiano y se lo que dijo, me voy hacía donde está el que hablo y me le acerco a su cara, él me mira desafiándome, meto mis manos en mi espalda y saco mi arma sin que el la vea dejo mi mano atrás.
- ¿Te deben haber pagado muy bien, para que aún no quieras hablar? - Arqueo una ceja.
-Sí tú me pagas también de la misma manera, quién sabe y hable. - Me dice con su voz tan grotesca y el aliento a sangre.
-Vaya es que cobras tan barato. - Digo sarcástica se le borra la sonrisa y yo pongo la mía.
-Perra. - Dice con todo su odio.
-Pero bien que quieres que te pague está perra. - Me alejo unos pasos de él sin darle la espalda.
-No sacarás nada de mí. - Dice tajante.
-Vamos Rubén acabemos con esto y salimos de ésta- Le dice él otro en italiano, se ve que él es quién manda aquí.
-Te daré una última oportunidad, me dice en dónde está mi hijo y yo te prometo que los dejare ir. - Trato de hacer un trató con ellos.
-Y si no quiero. - Me desafía, él otro cierra sus ojos y mueve su cabeza de un lado a otro toda ensangrentada.
-Tú mueres desangrado y tú amiguito tendrá una muerte muy dolorosa. - Digo tajante aún tengo mi arma atrás en mi espalda, él se ríe a carcajadas, saco mi arma y le disparo en su polla, pega gritos tan espantosos del dolor.
- ¿Me has disparado perra? - Dice entre sus gritos, me acercó a su cara.
-Tú no quisiste el trato. - Digo tan tranquila y me giro, no camino ya que me quedó con los ojos como platos, estoy viendo por encima del hombro de Antonio que está Ángelo y a Francesco aquí, están parados al lado de Lanffont, Antonio aún no lo ha visto estaba detrás de mí, pero viendo a los hombres, él me ve y sigue mi mirada, se va encima de ellos, unos hombres los detienen...
L. R.