- ¿A qué se debe ésta llamado a mitad de la noche? - Dice Lanffont.
-Necesito tú ayuda.
- ¿Y para qué soy bueno?
-Han secuestrado a mi hijo Lanffont. - Digo con un nudo en la garganta.
- ¿Queeee?. - Dice Lanffont sorprendido.
-Ángelo no quiere que salga, no puedo seguir aquí así. - Miro por mi ventanal se ve toda Italia.
-Llegaré en unas horas. - Dice con su voz dura y me cuelga.
- ¿No debiste llamarlo? - Dice Fabiola detrás de mí.
-No me quedaré aquí encerrada Fabiola. - Le gruño, ella me da una taza de té, me la tomó.
-Tienes que descansar. - Se va de la habitación.
- ¡Ay, Dios! - Digo despertándome salgo de la cama y voy a vomitar me quedé dormida después de que me tome el té, algo tuvo que haberle echado para que me durmiera, me doy una ducha y salgo del baño buscó mi móvil, son las diez de la mañana tengo más de veinte llamadas perdidas de Lanffont lo llamo. -Lanffont.- Digo apenas me contesta.
- ¿Por qué no habías contestado ningunas de mis llamadas? - Me gruñe.
-Me dieron algo para dormir. - Digo recordando la taza de té.
- ¿Qué piensas hacer?
-Ven a buscarme en diez minutos. - Le ordeno, me pongo mis vaqueros, mis botas, una camisa holgada y una chaqueta me recojo mi cabello, salgo de mi habitación todo está en silenció.
- ¡Ay, mi Dios!, que susto. - Dice Fabiola dando un respingo al veme en la cocina.
- ¿En dónde están todos?
-Se fueron está mañana. - Dice Fabiola recuperándose de su susto.
- ¿Te dijeron a dónde?
-No. -Dice y ve su móvil, ella me ve como si pedirme permiso si puede contestar.
- ¿Quién es? - Digo tajante.
-Fabrizio. - Dice con su voz temblorosa, Fabrizio por qué no se me vino a la mente, es él que secuestro a mi bebe, sí mato a mi abuela, me voy directo a la puerta, lo que me imaginé uno de los hombres de Ángelo estaría aquí.
- ¿Estefanía a dónde vas? - Dice Fabiola detrás de mí.
-Segnorina no puede salir. - Dice él hombre que me vigila, se abren las puertas del ascensor y viene Lanffont con unos de sus hombres.
-Me imaginé que no te dejarían salir. - Dice Lanffont viendo al hombre que me está reteniendo, saca su arma.
-No Lanffont. - Me atravieso para que no lo mate, él también tiene su arma en la mano.
-Ya vámonos. - Me ordena Lanffont y se vuelve a meterse al ascensor.
-Por favor, no digas nada a Ángelo volveré pronto. - Le suplico al hombre.
-Segnorina, me matarán sí sé enteran. - Me dice él hombre con su acento italiano.
-Dame dos horas, sí en dos horas no vuelvo diles. - Él lo piensa por unos segundos, mueve su cabeza aceptándolo.
-Una hora. - Dice tajante.
-Vale. - Me arrastro a Fabiola conmigo.
- ¿Y por qué viene ella? - Me gruñe Lanffont.
-Por qué me llevará, hasta dónde está Fabrizio. - Digo tajante.
-Estefanía no es Fabrizio. - Dice Fabiola ya estamos en el edificio dónde él trabaja, salimos del ascensor es un lugar muy hermoso con una asistente y varías puertas, deben ser oficinas.
- ¿Él señor Fabrizio se encuentra? - Le digo tajante a una hermosa mujer rubia que debe ser la asistente de él.
-Sí segnorina ¿Quién lo busca? - Dice la hermosa mujer, estoy mirando los nombres que están en la puerta y ahí es, voy directo a la puerta Fabiola se queda parada a mi lado.
-Estefanía, sé que no es él. - Dice con su voz ya quebrada, veo a Lanffont tiene una sonrisa de lo más malvada.
-No puede pasar así. - Nos gruñe la asistente, abro la puerta y veo una oficina grande con un enorme ventanal detrás del escritorio con una gran vista de todo Milán, Fabrizio se levanta y nos ve como si nos saliera dos cabezas, los hombres que estaban sentados delante del escritorio se levanta y nos ven igual.
- ¿Qué haces aquí Estefanía? - Dice Fabrizio sorprendido.
-Necesitamos hablar contigo, creó que a solas. - Digo sarcástica viendo a los hombres, él les ordena salir ellos lo hacen.
- ¿Y bien para qué soy bueno? - Dice Fabrizio sarcástico.
- ¿En dónde está mi hijo? - Le gruño, él se le borra su sonrisa, está como si no me entendiera.
- ¿Por qué piensas que yo sé, en dónde está tú hijo? - Dice intrigado.
-Vamos Fabrizio no, nos engañemos. - Digo cabreada.
-Sí no quieres que haya una tragedia, habla ya hijo de perra. - Le gruñe Lanffont y sus hombres sacan su arma, Fabrizio no se intimidad más bien le da risa la situación.
-Lanffont, tiempo sin saber de ti. - Le dice Fabrizio sarcástico.
-Fabrizio es un bebe, por favor devuélveme a mi hijo. - Le gruño.
-Lo siento preciosa, yo no lo tengo y no sé de dónde sacaste esa absurda conclusión de que yo tengo a tu hijo y para qué. - Dice intrigado.
-Por la misma razón, que mandaste a matar a mi abuela. - Le gruño desesperada.
- ¿A quién? - Dice el tajante.
- ¿A ver Fabrizio a qué juegas? - Le digo tajante.
-A nada preciosa, ¿por qué yo querría matar a tú abuela? - Dice con su voz ronca.
- ¿No se dímelo tú? - Le gruño, él se ríe a carcajadas y escucho el sonido que hacen las armas cuándo le pasa el seguro, Lanffont no es hombre de hablar.
-Creó que te confundiste de persona, nunca he mandado a matar a tú abuela, ni siquiera sé quién era, pero si se quién lo pudo a ver echo. - Dice sentándose en su asiento, me acerco a su escritorio y me inclino hacía él.
- ¿Entonces habla? - Le ordeno, él se inclina hacia mí.
-Ágata. - Dice tajante, mi cabeza da vueltas y los encuentros que he tenido con ella, también recuerdo que él es su amante....
L. R