28 de febrero de 1920 La mirada de Daisy se dirigió al techo de la habitación. Una sensación de vacío, mezclado con el remordimiento y la vergüenza se peleaban dentro de ella para decidir cual prevalecía con más fuerza. No podía mirar a James a la cara después de lo que había pasado entre ellos. Todavía podía recordar su rostro enfurecido. Sus ojos verdosos mirándola con una expresión casi dolorosa que se clavó dentro de ella antes de marcharse. Dejó escapar un suspiro lamentable. Seguramente tendría que regresar a casa. Sabía que James no la echaría así que, probablemente, lo mejor sería que ella tomara la iniciativa antes de que las cosas se volvieran más incómodas entre ambos. El sonido de la puerta, claro y hueco, rebotó en la habitación que se había encontrado hasta ese