La palabra estaba escrita en letras negras, lo suficientemente grandes para poder ser leídas a pesar de la distancia de altura en la que se encontraba. Félix alumbró más allá, del otro lado sin permitir que Arlett avanzara todavía, se encontraron con un hombre bastante llamativo, de ojos azules y cabello bastante corto y rubio. Se mantuvo serio durante toda su estancia en el lugar, hasta que decidió hablar primero. —No voy a perder el tiempo, así que iré directo al grano —habló aquel desconocido con su grave voz retumbando en toda la estancia—. Seguramente no tienen ni la menor idea de qué están haciendo aquí. Pero yo sí —pausó—. He de admitir que fue tarea fácil sobornar a Alexis Dunán con alguna cantidad considerable de dinero para que pudiera acceder a traerlos hasta aquí,