2. Caja fuerte

2008 Words
Mi corazón se aceleró, consecuencia de la adrenalina que me había generado ver a este sujeto en frente mío, de esa manera tan llena de energía y brío. «Me hubiera gustado verlo más de cerca y saber de qué color eran sus ojos», pensaba mientras me arreglaba la falda de tubo negra y entraba a la empresa. Betty estaba en recepción hablando con los oficiales de seguridad, el sonido de mis tacones retumbó por las paredes y los techos amplios, captando la atención de todos en el lobby, dirigiendo sus ojos a mí, en segundos. Betty guardo silencio en cuanto me vio, cosa que se me hizo bastante extraña. —¿Qué está pasando? —pregunte dirigiendo mi mirada a Betty quien de inmediato se acercó a mí. —Hubo un percance señorita. —Betty se veía nerviosa. Entrecerré los ojos tratando de analizar mejor lo que estaba sucediendo y de procesar la información por parte de Betty. —¿Percance? ¿A qué te refieres con eso? —Betty, se acercó a mi oído para evitar ser escuchada por los oficiales. —Un joven vino a buscar a su papá, alegando que tiene información importante sobre sus 4 hijos. —asentí. —Continua. —le indique mientras escuchaba las órdenes que daba a los guardias de seguridad, quien volviera a ver a ese hombre debía negarle el acceso, según lo que ella les decía. La dejé hablar, poniendo atención a cada una de sus palabras. Al terminar, solicito que cada uno regresará a su puesto de trabajo y yo le solicité a ella que me acompañará a la oficina de mi padre para saber que era lo que había sucedido. Ella me siguió en silencio por el pasillo, en el ascensor sin decir palabra, para entrar a la oficina de mi padre en donde me senté detrás de su escritorio y le pedí que me relatará los hechos. —El joven entró a la empresa sin registrarse, en el lobby la recepcionista no se percató de su presencia, tomó el ascensor, y vino hasta acá a la oficina de su padre. — La miré totalmente sorprendida, fuera quien fuera ese hombre que hubiera paseado por la empresa como si nada me encendía todas mis alertas— Lo encontré sentado en esa misma silla señorita, —dijo señalando la silla en la que estaba sentada—, estaba revisando algunas cosas del librero de su papá. —¡Quiero ver los videos de seguridad! Haz que los traigan. —Betty asintió en mi dirección, dio media vuelta para cruzar la puerta pero le detuve— ¿Eso fue todo lo que paso Betty? — ella dejo de caminar, y se giró para encararme. Negó con la cabeza. —Él hombre pidió hablar con su padre, señorita. Dijo que tenía información importante que hacerle llegar de parte de uno de sus hijos. —Escuchaba con detenimiento las palabras de Betty— Dijo que venia de parte de Viktor Smith. Trate de mantener la calma en cuanto escuche el nombre. Pero solo pude llevar mi mano al mentón. —¿Cómo venía vestido? —reparé en preguntar, a pesar de que tenía miles de preguntas por hacer, sin embargo no quería mostrar mi interés abiertamente, al menos no por ahora— ¿Te dijo algo más? —Venia con un traje azul, señorita, y zapatos color café. Daba la pinta de ser un abogado. Pero no se presentó. Después de eso le pedí que abandonará el recinto, llamé a los oficiales de seguridad para que lo escoltasen a la salida ya que el hombre insistía en ver a su padre o a uno de ustedes, sus hijos. Esperé a que Betty saliera de la oficina a paso veloz para traerme los videos de seguridad, dejándome sola. Lo primero que hice fue voltear hacia las puertas en donde mi papá tenía las actas de nacimiento de nosotros y revisar que todo estuviera en su lugar. Encontré algunas cosas fuera del sitio en el que estaban antes, como sí hubieran hurgado, pero nada faltaba. Me senté de vuelta en la silla y me serví un wiskhey. «¿Quién eres? Y ¿Qué es lo que quieres Viktor?», meditaba mientras el sabor amaderado invadía mi paladar. Giré la silla para ver de nuevo el librero de mi padre y una idea cruzo por mi mente a gran velocidad. Abrí cada una de las puertas del librero cada una con un poco de más premura que la anterior, revisé los cajones de forma veloz y removí los libros con total frenesí. No estaban por ningún sitio; ni las escrituras, el acta constitutiva de la empresa ni las llaves de la caja fuerte. «¡Maldita sea! ¿¡Si se las robaron…!? Estaremos en un gran problema…» Me lleve las manos con frustración al rostro, intentando calmar los nervios que me invadían, tomé un trago profundo del wiskhey y llevándome todo mi cabello lacio y n***o hacia atrás. Betty regreso con los videos de seguridad en una tableta y con el encargado del área. La oficina de mi padre estaba en completo desorden, pero ninguno de los dos, Betty o el oficial, acotaron algo al respecto. Pero pude ver por la mirada de la asistente de mi padre que quería preguntar algo. —Estos son los videos de la cámara de seguridad, señorita. — Me mostró la tableta en donde se veía al hombre, un hombre de complexión media, de pelo castaño, con toda la pinta de abogado. —Adelántalo, por favor, quiero ver que hizo aquí. —señalé al guardia quien apurado atendió la instrucción. En los videos no sé le veía haciendo algo extraño, se sentó en los sillones, paso al librero y solo tomó un par de documentos que, momentos antes acomodaba con mi hermano. No habíamos tardado mucho en la comida, alrededor de dos horas, tal vez, y el sujeto desde que entro a la oficina hasta que salió escoltado por los oficiales estuvo cerca de 25 minutos. —¡Ahí! ¡Detén el video ahí! —el hombre de traje se veía en el video siendo escoltado por los dos oficiales de seguridad a la salida, pero lo que llamo mi atención fue un cuarto hombre que se encontraba de frente a ellos y que golpeaba con el costado al “abogado”. — ¿Quién es el? Betty miró el video de seguridad, —Él es Ademar, es un empleado, su padre lo contrato directamente hace un par de meses, pero no está mucho por aquí, lleva los negocios en el extranjero de la empresa de su padre. —¿Por qué yo no lo conozco? —pregunté, Betty me miró con los ojos muy abiertos sin saber exactamente que responder. El sujeto era el mismo que yo había visto, cabello largo, chamarra de cuero, barba —Quiero ver a Ademar, ahora mismo. —Me temó que solo venía a dejar unos documentos, un contrato para unos inversionistas, señorita. Él señor Ademar, partiría hoy de vuelta a Europa, según sé. —respondió Betty, tratando de explicar que mi demanda era imposible de acatar. —No importa, Betty, habla con él ahora mismo, que venga ahora. —repuse— quiero una copia de estos videos para revisarlos más tarde y por favor, no quiero que esto vulva a ocurrir nunca, haga lo necesario para que nadie pase de la puerta sin ser registrado antes. —le solicite al guardia quien acato de inmediato, retirándose del lugar. Betty se quedó conmigo, tomó uno a uno de los libros de mi papá para acomodarles en el librero, en completo silencio, casi como si fuera un ritual. Yo seguí tratando de mitigar la ansiedad de no encontrar los documentos por lo que de pronto me pasaba los dedos por el cabello con destellos de ansiedad. Betty se posicionó al lado mío y abrió la puerta donde la caja fuerte yacía. —Está vacía, señorita, unos días antes del infarto de su padre, él mismo la vacío y las llevo a resguardar, —digitaba los números correspondientes a la caja fuerte para abrirla— hasta donde yo sé, hay una copia en el despacho de su padre, en su casa, los originales los tiene el abogado de su padre, el mismo que le llevaba todos los trámites. —la puerta de la caja fuerte se abrió de par en par dejándome clara la veracidad de las palabras de Betty. Ella se acercó a tomar una nota adhesiva y me escribió el código de la caja fuerte. Tomó las actas de nacimiento y las demás carpetas de piel y las introdujo ahí. —Hay cosas que, su padre decía, habría que guardar dándole la importancia que se merecen. —Tu sabes, ¿Betty?... —pregunté, pero las palabras no querían salir. —Sé bastantes cosas señorita, yo tengo años siendo la asistente de su padre, desde que llegué a este país, hace 10 años, yo he visto crecer a su padre y la empresa, a ustedes. —Se excuso, aún acomodando con delicadeza cada aspecto del librero— Por eso me atreví a preguntar sobre el estado de salud del señor Saamir. Tengo instrucciones por ejecutar, según su estado… Mi celular timbraba, interrumpiendo a Betty en su discurso, el número de Adelfa flotaba en la pantalla, suspiré con frustración y contesté rápido. —Solo te llamo para decirte que me quedaré en la casa, hermanita. —Adelfa espetaba con soberbia. —Sí, está bien, en seguida le hablaré a… —traté de explicar, pero ella me interrumpió antes de que pudiera decir otra palabra. —¡Oh! No hace falta, ya estoy aquí, yo misma le diré que me prepare el cuarto de mi padre para dormir. —¿Por qué no usas tu habitación? —increpe. —Mmm, no sé, el cuarto de mi padre siempre ha sido mejor que el de nosotros. Nos vemos en un rato. Diviértete en la oficina, hermanita. —colgó la llamada. Regrese la mirada para confrontar a Betty, pero no estaba por ningún sitio, los libros habían sido colocados en su totalidad y la oficina de mi papá se veía ahora como si nada hubiese pasado. En el celular la hora marcaba las 8:45 pm, «¿En qué momento se hizo tan tarde?» me levanté del asiento de mi padre, tomé mi bolso junto con el papel que tenía la contraseña de la caja fuerte y salí de la oficina, encontrándome a Betty arreglando sus cosas para salir. —Mañana terminamos de hablar Betty, por favor, que Ademar se presenté en aquí a primera hora. —ella asintió, yo apagué la luz detrás de mí, cerré la oficina— ¿Cómo te vas a casa? —En coche, señorita. ¿Gusta que le lleve hasta su casa? —preguntó con mucha amabilidad. —No, no es necesario, tomaré un taxi, Betty. Que descanses.  Salí de la empresa para tomar el primer vehículo que se me atravesará, había tenido un día lleno de cosas que manejar y no tenía ni idea de que significaba que aquel hombre hubiera irrumpido en la empresa, no sabía quién era Ademar, y las palabras de Betty me resonaban fuertemente en la cabeza. “Hay cosas que, su padre decía, habría que guardar dándole la importancia que se merecen” «¿A qué te refieres Betty? ¿Qué instrucciones te dejo mi padre?» las preguntas arremetían incesantes, tratando de ser contestadas. «Mi hermano tiene razón, esto, todo esto es muy extraño». Ni siquiera quería pensar en la posibilidad de desconectar a mi padre, pero era algo que teníamos que decidir, el plazo estaba cerca; yo solo quería que él despertará y regresará a tomar el lugar que le correspondía, necesitaba su abrazo y la guía, el temple de mi padre para resolver todas estas cosas. Tenía más preguntas y preocupaciones que nunca, pero esperaba que al día siguiente se esclarecieran algunas cosas…
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