Celeste se encontraba con su madre como todos los días, disfrutaba pasar tiempo con ella. No obstante, en ese momento observó que un ángel masculino se les acercaba, ella quedó congelada al reconocer su rostro. —Hola, David —saludó Camila ante la presencia del ángel—. Creo que ya conoces a mi hija —agregó señalándola. —Sí por supuesto, todavía la recuerdo —comentó viendo el rostro de Celeste—. ¿Cómo estás pequeña? —preguntó amablemente. —Tú no deberías estar aquí —pronunció Celeste con palabras entre cortadas. Camila tomó la mano de David y continuó. —Él es mi pareja —mencionó su madre alegremente—. A los ángeles se nos tiene permitido tener una pareja sentimental dentro del paraíso —agregó Camila besando levemente a David. Ella no podía creer lo que sus ojos estaban viendo. —¿Sabes