Han pasado dieciocho años desde la boda entre Celeste y el diablo. La llegada de su primer hijo terminó de completar su felicidad. A pesar de que ambos poseían sentimientos de bondad, no podían darse el lujo de demostrarlos, no frente a los demonios y sus sirvientes. El diablo tenía una reputación que mantener y no iba a permitir que ésta se afuera a la basura: él era y seguiría siendo el rey del infierno. Azkeel, su hijo, tenía el noventa por cierto sangre demoníaca heredada de su padre, y el otro porcentaje que consistía en bondad, lo había heredado de su madre. Cuando Azkeel tomaba su forma humana se convertía en un joven atractivo con cabello castaño, tez blanca, y ojos negros como el su padre, solo que estos poseían un tono más siniestro. Su forma demoníaca era muy parecida a la del d