El malestar no me abandona en ningún momento y esas imágenes mías en el bosque, hacen que no pueda moverme y solo me queje mientras me abrazo a mi misma. — No me toque. Por favor, no me toque — pido cuando claramente me encuentro sola en ese lugar. Pero mi mente está en ese bosque donde hace diecisiete años me dañaron. Alguien toca mi hombro y yo grito aterrorizada. — Señorita, ¿se encuentra bien? — me pregunta alguien con delantal. — ¿Dónde estoy? — pregunto aturdida. — Esta en la parte trasera del restaurante la realeza ¿Puedo ayudarla en algo? ¿Necesita que llame a la policía o una ambulancia? — pregunta el joven y yo niego. Lentamente me levanto del suelo con su ayuda y es él quien me entrega la bolsa que antes había dejado en el suelo. Miro su rostro y no veo algo más que una