?Los límites de lo desconocido?

2922 Words
—Cuanto más me hagas perder el tiempo peor será para ti —amenaza el hombre con una expresión asqueada, un lapicero y una planilla en sus manos; de pie frente a mi mientras termina de rascar su calva. Su uniforme, que apenas logra cerrar en la parte de su abdomen, es distinto al de los demás, tiene toda la pinta de ser una especie de guardia de aquí. Observándome con incredulidad a los pies de la camilla, espera una respuesta de su agrado, algo que al igual que yo, obviamente no obtendrá. Ya me estoy enojando, ni una sola persona ha sido amable desde que llegué a este lugar, mucho menos desde que volví a despertar. Ni siquiera fueron capaces administrarme algo de anestesia cuando trataron mi brazo; el dolor me despertó y cuando lo aparté instintivamente de quien asumí era una enfermera, solo me gritó irritada. —¿¡Qué estás haciendo!? ¡Si se vuelve a abrir la herida vas a vendártela tu sola! Cómo si no fuera suficiente que la enfermera me regañara, podía escuchar a la mujer robusta de la última vez, hablando con el guardia detrás de la puerta antes de entrar. —¡Esa cosa sucia...! no se porque el Señor Simon se sigue preocupando por ella, solo es un dolor en el cul- —¡Cállate Abigail! Antes que te escuche —El guardia la interrumpe con urgencia y le advierte antes que continúe; bajando la voz—, si el señor Simon se enterara... —¡Que escuche lo que se le dé la gana! ¡No es más que una maldita loca! —Abigail levanta la voz a propósito para agregar—, en poco tiempo el Señor se olvidará por completo de ella, ¡Ni una sola vez ha venido a verla! Si lo vuelve a intentar hay que dejar que se desangre ¡Ya veremos! La terminará de abandonar aquí. ¿Así habla la gente de aquí? Cuando los escuche solo pude preguntarme a qué clase de lugar de mala muerte vine a parar. Y por supuesto ¿Quién carajos es el señor Simon? parece una figura de autoridad aquí. Debería recordarlo para cuando salga de este lugar. Como sea, solo seguir recordando hace que me duela la cabeza. La paciencia nunca fue una de mis virtudes, pero heme aquí, en una camilla vieja, con ropa pegajosa y un brazo vendado de mala gana, aguantandome sus miradas desagradables y su atención de mierda, haciendo un jodido esfuerzo por mantener la compostura mientras estas personas no son capaces de contestar ni una sola pregunta, dirigiéndome la palabra solo para cuestionarme cosas que no puedo responder. ¿Qué he hecho para merecer esto? Sí, fui una porqueria andante, pero con nadie más que conmigo misma. Luego de lo que para mí fueron horas y horas de no ir a ningún lado, me han dejado sola con el guardia calvo. —Hmn —El bufido impaciente de el guardia me devuelve al presente—. Te lo preguntaré por última vez —Y yo se lo respondere por encima y última vez; pienso en mis adentros— ¿Cómo abriste la puerta? —¿Qué puerta? —cuestiono, no pienso volver a decirle que la única puerta que abrí se abrió como cualquier otra, no se que espera que le responda. El guardia solo se limita a suspirar, más que una muestra de cansancio, parece un llamado a la paciencia, lo sé, porque estoy reteniendo el mio. —¿Donde conseguiste lo que sea que hayas usado para herirte? ¿Herirme? Lo último que recuerdo antes de abrir los ojos y encontrarme aquí es que literalmente ¡Me impactó un maldito rayo ! Pero estoy harta de que me miren como desquiciada cada que lo menciono, y cuestiono cómo llegué a hasta este lugar. —Ya le dije que no me lastimé a propósito y no se de nada de lo que está hablando ¿Puede decirme qué hago aquí? El tipo cierra los ojos y exhala por las fosas nasales. —Si, claro, así que ahora no recuerdas nada eh, este no es el mejor lugar para fingir demencia. —¿Por qué? El señor suelta una risa sarcástica —Por supuesto señorita, porque está en un psiquiátrico. ... —¡Muévete! —Más tarde Abigail me guía o mas bien me arrea por los pasillos de la clínica que parecen interminables, no me concentro en el camino viendo en todas direcciones conociendo el lugar. No se si es porque estoy tan agotada que podría caer de sueño ahora mismo, pero me resigné muy rápido. De alguna manera no estoy tan aterrada de haberme vuelto la nueva prisionera de este lugar, creo que cualquier persona normal estaría en total desesperación. Tal vez se deba a que comparado con que hace nada estaba segura de que moriría, esto no es tan malo. Tan solo si las personas fueran más agradables... ¡Pero no hay de desanimarse! Al menos puedo darme un tiempo para ordenar mis ideas y entender qué está pasando. De cualquier manera no podría escapar de aquí aunque lo intentara, hay personal en todas partes. Al pasar por la entrada de uno de los pasillos siento una corazonada, un sentimiento idéntico al que sentí cuando desperté por primera vez aquí. Este debe ser el mismo pasillo... Intento ignorarlo y seguir de largo, pero Abigail me tira del brazo y me redirige al pasillo soltandome en este. —¿¡A dónde vas!? No tengo tiempo para esto ¡Camina! Supongo que era por aquí ¿No dormiré en el mismo lugar que desperté o sí? Al pasar por la puerta 0-0-1 no puedo evitar que mis ojos se posen sobre ella, es una gruesa puerta de metal reforzado con una pequeña ventanilla rejada del tamaño de una mano. Cuando desperté aquí no estaba así, ahora mismo sería imposible abrirla como lo hice antes. ¿El interior también habrá cambiado? ¿Fue solo mi imaginación? Tal vez alucine a un ángel de la muerte o algo así. Me pregunto si todo esto es un sueño. Un muy realista y raro sueño. Al darse cuanta que me detuve, Abigail me vuelve a tirar del brazo alejándome de mis pensamientos y obligandome avanzar hasta la pared final del pasillo, donde hay una angosta escalera que no se llega ver si no te acercas lo suficiente. En lugar de barandal, está rodeada de más pared. Solo verla me causa claustrofobia. —¿Qué esperas mocosa?¡Avanza! —La mujer me empuja hacia las escaleras. ¿Está permitido que traten a sus pacientes así? Me volteo a verla con enojo, tratando de decirle con toda la expresión de mis ojos directo a los suyos que más le vale no lo vuelva hacer. Percibo un pequeño destello de asombro, pero se incorpora rápidamente y avanza hacia mi, es el doble más grande que yo. Al encontrarme unos escalones más arriba nuestras miradas se enfrentan. —¿A dónde vamos?— Le cuestiono sin apartar la mirada. —Lo verás cuando lleguemos, Señorita —Noto una carga más pesada de hostilidad en la última palabra. ¿Te estas burlando de mí? Será mejor que la ignore. Todos somos raros aquí. Volteo y apenas alcanzo a ver delante de mí, la escalera es de caracol. Siento otro empujón en la espalda obligándome a avanzar como si siguiera arreando ganado. ¿Estaré yendo directo al matadero? Luego de unos minutos de subir la escalera que no parece terminar, Abigail comienza a hablar. —Te cambiaremos a tu antigua habitación por ahora, pero se te asignará un vigilante. Por fin, llegamos a una puerta con un ambiente totalmente distinto a el resto del lugar, se ve de una madera vieja con algo de pintura roja desgastada y una cerradura antigua con manija de cobre. Abigail saca de uno de sus bolsillos una llave a juego con la cerradura, he intenta abrirla mientras sigue hablando. —Agradécele al señor que no será tan estricto como para implementarte supervisión completa. Pero te estaremos vigilando. Mientras me pregunto quien sera ese señor del que tanto habla, la puerta se abre y Abigail la detiene de mala gana, así que me apuro a entrar. En la pared frente a la puerta, hay una enorme ventana que aunque está rejada, tiene una hermosa vista a un bosque donde alcanzo a ver el sol ocultarse lentamente, un mueble con cajones que ha de ser para la ropa, y que parece también haber sido usado como escritorio, una cama sencilla de una plaza y otra puerta que supongo, da a un baño. Luego de terminar de recorrer la habitación con la vista, volteo a ver a Abigail que sigue en la puerta con una mirada sombría, parece que tiene más que decir. —¿Cuanto tiempo crees que Sr.Simon te favorecerá? No te confies, la próxima no lo dejarán pasar. —El semblante de la furiosa mujer se enrojece como un toro embravecido a un bramido de salirle humo por las orejas—. Eso además de que fue peligroso y estúpido, no solo pudo matarte a ti sino a todos nosotros ¡Si quieres morir hazlo tu sola! ¡Zaz! Abigail cerró la puerta en mi cara. No cabe duda que esa mujer se ganó su lugar en este psiquiátrico, pero de paciente. ¿Cómo es que sigue trabajando? Ya verá cuando salga de aquí... Camino hasta la ventana, el sol terminó de ocultarse, la vista del enorme bosque nocturno es intimidante. Si este lugar está en el medio de el campo seguramente queda cerca de donde me impactó el rayo, me encontraron y me trajeron, aunque eso no explica como me tratan ni como y donde exactamente desperté, puede que me hayan confundido con un paciente, pero no tiene mucho sentido. Algo esta mal, lo siento. Además, el tipo que vi en la habitación... tenía una apariencia casi surrealista, no hay forma de que exista una persona así, puede que sea una alucinación, sí, un recurso de supervivencia de mi cerebro para mantenerme despierta. Aunque aún puedo sentir en las yemas de mis dedos recorrer el calor de la piel de su rostro desde su frente hasta su mejilla, como se deslizan sus cabellos entre mis dedos al descubrirlo, esa mirada penetrante, y esa extraña sensación... ¿Puede una alucinación ser tan palpable? Bueno, dicen que el cerebro es capaz de cosas increíbles. Respiro hondo, es suficiente por hoy. Antes de dormir será mejor que tome una ducha, me acostumbré, pero aun estoy cubierta de sangre seca, esas enfermeras ni siquiera fueron capaces de cambiarme de ropa mientras estaba inconsciente, aunque pensándolo mejor, lo agradezco. Abro la puerta de la otra habitación y donde esperaba encender la luz, solo veo una especie de farol sobresalir de la pared con lo que asumo es una palanca debajo, sin perder el tiempo la acciono para ver como desde el interior de el farol sale una luz lo suficientemente potente para alumbrarlo todo, como pensé es un baño. Me urge una ducha, sin pensarlo comienzo por quitarme los pantalones. Al agacharme veo como como caen los largos mechones de cabello rojo sobre mi hombro, me quedo estática. Mi cabello que apenas empezaba a crecer otra vez, siempre fue castaño oscuro. Mi primera reacción es tomarlo entre mis dedos con confusión, definitivamente es rojo, lentamente tiro de él con suavidad, y lo siento hasta mi cuero cabelludo, sin lugar a dudas es mio. Eso es imposible... Instintivamente corro hacia el espejo. Tropiezo con el estúpido pantalón antes de verme en el, quedando sentada en el frio suelo de el baño frente al lavamanos sin alcanzar mi reflejo. Ese desagradable presentimiento otra vez... no he parado de sentirlo desde que llegué a este maldito lugar cada que algo extraño va a suceder. Con nerviosismo termino de quitarme el pantalón desenredándolo de mis pies. Contengo mi ansiedad, cierro fuertemente los ojos y me pongo de pie de un tirón. Aún con los ojos cerrados de pie frente a mi reflejo, respiro profundamente, y sin darme tiempo a dudar separo mis párpados. ¿¡QUÉ MIERDA!? ¿¡Qué cosa estoy viendo!? Con una expresión atónita de desconcierto; una hermosa mujer de largos y finos cabellos ondulados rojos cuales rosas carmesíes, unos ojos verdes brillantes como las espinas de las mismas bañadas en rayos de sol, abiertos de sorpresa, de par en par largas pestañas del mismo tono rojo intenso separadas con asombro, unos labios ligeramente teñidos del mismo color rojizo entreabiertos de incredulidad, y una piel pálida semejante a una neblina de invierno; de pie dentro del espejo, perpleja, observándome. Es como estar viendo a una criatura encantadora de un cuento de fantasía ¿Puede existir alguien tan hermoso? Inconscientemente me acerco intentando alcanzar ese hechizante espejismo, pero al estirar mi brazo, antes de alcanzarla mis dedos golpean el vidrio. No puede ser... ¿Soy yo? ¡No puede ser! Esa no soy yo. Hago movimientos lentos sin apartar la vista de la chica pelirroja en el espejo observando con detenimiento como los imita a la perfección, lleva puesta la misma camisa cubierta de sangre seca que yo, definitivamente es mi reflejo. Esto es muy raro. Comienzo a aumentar la velocidad de los movimientos y los emula con eficacia. Soy yo... ¡Pero no soy yo! Mi cabello siquiera es lo suficientemente largo como para llegarme a los hombros, además de que siempre fue castaño oscuro, y mis ojos tambien, siempre fueron marrones. Incluso ese rostro ¡Obviamente no es mío! de hecho no recuerdo a nadie que luciera tan magnífico. Mientras continúo observando atónita, en el uniforme veo algo que antes no había notado, detrás de toda esa sangre. En uno de los bolsillos delanteros parece haber alguna inscripción ilegible, cubierta por las manchas. Trato de descifrarlo. —..o..se. ..i...e...s.te... Si estar leyendo a travé de el espejo no es nada práctico, las manchas ya oscurecidas de sangre son otro nivel de dificultad. Creo que será mejor quitármela para leerlo. Aunque apartar la mirada de el espejo es inquietante. Cuando estoy a punto de quitármela... ¡Tras! Doy un brinco y volteo en un solo movimiento en dirección a la puerta roja de la habitación. ¡TRAS! La vieja puerta de madera vibra por el golpe. Si hay alguien tocando la puerta ¿Por qué no habla? Camino hacia ella, puedo ver por debajo una luz moverse desde el otro lado, me acerco silenciosamente, aproximo mi oreja a centímetros de la puerta a la vez que siento el cosquilleo de los vellos de mi nuca intensificarse, y me quedo en silencio tratando de escuchar una pista de quién podría estar ahí detrás. Bien podría ser Abigail, pero el presentimiento de siempre está rondando mi interior, no con tanta intensidad como las veces anteriores, pero está ahí, latente. No estoy preparada para otra extrañeza, ya tuve suficiente por hoy. Mientras aguardo en silencio escuchar cualquier ruido, rezo para que sean escalera abajo. ¡TRAS! Mi corazón se detiene. ¡TRAS! ¡TRAS! Rápidamente doy marcha atrás, conteniendo la respiración sin despegar la mirada de la puerta. ¡TARS! ¡TRAS! ¡TRAS! —¿¡QUÉ QUIERES!? —Grito con desesperación y enfado. Silencio... Vuelvo a escuchar silencio. Pienso en ir a abrirla, pero todos saben que así mueren los idiotas en las películas de terror. Morir dos veces hoy fue suficiente para mí, y no quiero comprobar si es cierto eso que dicen que la tercera es la vencida. Sí, dejémoslo para otro día. Mientras me convenzo a mi misma que lo mejor es ignorar lo que acaba de pasar. El silencio es interrumpido. Un ruido distinto, bastante más sutil que los golpes anteriores. No son pasos. No voces. ¡Es la cerradura abriéndose! ¡Clic! Antes de que se me pueda ocurrir impedir la entrada ¡Zas! La puerta se abre. Intensos rayos de luz del exterior me obligan a cerrar los ojos y cubrirme involuntariamente... —¿¡Por qué mierda no abres la puerta!? —¡Uf…! —Al fin puedo respirar. Jamás pensé que sentiría tanto alivio al escuchar esa voz tan irritante. Tan pronto bajo mis brazos me golpea en la cara y cae al suelo una masa de tela blanca, una copia limpia de la ropa que llevo puesta. Levanto la mirada y Abigaíl baja el farol. —Como castigo, a partir de ahora usarás la vestimenta de clasificación "A "—Informa con altanería. ¿Clasificación A? Una figura apenas visible detrás de Abigail, específicamente algunos mechones de cabello n***o, atrae mi atención. ¿Podría ser el responsable de esta molesta corazonada? Me inclino intentando ver detras de ella y alcanzo a ver lo aparenta ser un hombre, pero esta prepotente mujer se interpone evitando que vea con claridad. Intento volver a curiosear ignorándola, puedo sentir como esa corazonada se fortalece, Pero la expresión petulante de abigail se vuelve a interponer, arrojando a mis pies la llave de metal. —No pienso volver a subir a esta pocilga a traerte comida a abrirte la puerta, si quiere comer baja tú. ¡Zaz! Mientas me quedo de pie mirando la madera de la puerta cerrada vibrar, escuchando los pasos alejarse, una llama en mi interior se alimenta haciéndose más grande, tanto que tiene voz propia, una con la que casualmente hoy coincido. —Voy a tener que cambiar esa actitud. …
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