Capitulo cuatro

1100 Words
Chloe Andersson Estoy loca. Podría ser un violador o secuestrador ¿por qué demonios le di el permiso de entrar a mi edificio? Apenas lo conocí hoy. Definitivamente estoy demente. Escucho el golpe en mi puerta y con cuidado me acerco, la abro lentamente y allí esta él, observándome con una sonrisa en su rostro. - Lo siento muchísimo por la hora pero no podía esperar a mañana. Le permito el paso y él se adentra en mi departamento. - ¿Que sucede? - al fin encuentro mi voz. - Seré directo, tú necesitas un empleo y yo necesito una empleada. - ¿Y...? - Quiero que seas la niñera de mi hija. - No soy niñera señor. Él me sonríe. - Lo sé pero Alice se llevo muy bien contigo, hoy fueron candidatas para ser la niñera de mi hija pero todas la hacían llorar. - ¿Y su madre? Él se queda en silencio y con el rostro sin expresión, ahí es donde me doy cuenta de que soy una estúpida y dije algo que no debía de decir. Idiota Chloe, idiota. - Ella murió cuando la tuvo. - habla seco. - Lo siento yo... - No, no te preocupes ¿aceptas o no? Tendrás una buena paga y... - ¿Cuanto? - Unos 20 mil por mes. - Eso es demasiado. - hablo. Aunque creo que este hombre me callo del cielo, eso ayudaría con el tratamiento y los medicamentos de mi padre. - Para mi es poco. Uy ajam, si, el señor tiene dinero. - ¿Venderá o traficará droga? Ups, creí que lo había pensado. Él se ríe. - No, no vendo ni trafico droga, soy empresario, tengo mi propio imperio. - se muestra orgulloso al decir eso y yo quiero que la tierra me trague. - Esta bien, acepto, de igual forma esa pequeña cautivo mi corazón. Él sonríe. - Perfecto, empaca tus cosas, vivirás en mi casa. Me sorprendo. - ¿Ahora? - Si. - Ahora no, deseo dormir ya que es tarde, mañana podría ir en la mañana, solo deme la dirección. Esta loco, aparte me encuentro en mi pijama de conejito, y créanme, no es nada sexy. No es que yo quiera parecerle sexy a este hombre pero mi pijama es algo infantil. - Esta bien pero Marco vendrá a buscarte. - De acuerdo, gracias. - A ti, buenas noches. Antes de irse besa mi mejilla y a mi se me suben los colores, j***r. Se va de mi casa y yo quedo ahí frente a la puerta parada como una idiota. Que día tan extraño. (...) Vecinos imbéciles. Si tan hombres son ¿por qué no ayudan a su pobre vecina que no puede sola con esta enorme maleta? Bajo con cuidado a recepción, allí me sonríe Carlo pero al ver la maleta su sonrisa se desvanece. - ¿Te iras? - Conseguí empleo y debo de mudarme, ten, cuida de mi apartamento. - le entrego las llaves. Compré el apartamento al mudarme ya que se me hacía mejor, alquilándolo sería complicado, tener el dinero todos los meses me costaría. Al salir del edificio el auto que ayer me atropello se encuentra en frente, le sonrío a Marco y el se acerca a ayudarme con la maleta. Tengo ganas de gritarle a mis vecinos que este si es un verdadero hombre, que ayuda, no como ellos, imbéciles pitos corto. Okey, lo mejor será que me tranquilice. - Buenos días señorita Andersson. - Buenos días Marco. Luego de guardar mi maleta en la parte de atrás del auto me abre la puerta. - Yo iré en el asiento del copiloto, no soy tu jefe como para tener que ir atrás. - hablo. Él sonríe y asiente abriendo mi puerta en el asiento del copiloto, me adentro en el vehículo y él cierra la puerta rodeando aquel lujoso auto y también subiéndose. Al cabo de unos minutos de viaje llegamos a una enorme casa. ¡Ha! Obvio. Bajo del vehículo y observo todo a mi alrededor. - Que hermoso, naturaleza. Amo muchísimo la naturaleza, vivir en la ciudad es complicado, ruidos molestos, edificios que no te permiten una buena vista, horrible. En cambio aquí estamos en el campo y esta hermoso, todo a mi al rededor es verde, fantástico. - Por aquí señorita. Marco lleva mi maleta al interior de la casa y yo solo lo sigo, entramos a la enorme mansión y lo primero que escucho es el llanto de un bebé. - Alice debe de haber despertado. Asiento y sigo el sonido de aquel llanto, abro la puerta que se cruza en mi camino y observo una cama enorme tamaño king y un pequeño bultito rosa en medio. La observo con ternura y me acerco para tomarla en mis brazos. - Pequeña Alice. Una puerta se abre y Andrew sale de ahí solo en toalla, al parecer se estaba duchando ya que gotas de agua caen por su bien tonificado cuerpo, rápidamente me volteo. - Ya llegaste. - habla. - Si, ¿podría taparse? Él se ríe. - Llevaré a Alice a cambiarla y luego a desayunar ¿donde esta su habitación? - Al lado de la mía, casi nunca esta allí por que pasa más tiempo aquí pero ve, allí hay ropa. - Gracias. Salgo de aquella habitación dejándolo solo y casi desnudo. - Que hermosa eres. - le susurro a Alice y ella hace muecas en modo de sonrisa. La llevo a esa habitación y luego de cambiar su pañal y su ropa bajamos a la cocina. - Bien, supongo que este pasillo me lleva a la cocina. Joder, esta casa es un puto laberinto. - ¡Si! Me encuentro con una señora cocinando que amablemente me sonríe, coloco a Alice en una sillita para bebés que había allí y me presento. - Soy Chloe Andersson ¿y tú? - Un gusto señorita Andersson, soy Maria. - El gusto es mío ¿donde esta la leche para prepararle a Alice? Me señala un estante y yo me acerco a este para sacar la leche el polvo y luego comenzar a preparar su biberón. Al tenerlo listo me aseguro nuevamente de que no este muy caliente ni muy frío. Tomo a Alice y guiándome por mi instinto deduzco que el comedor esta por allí. ¡Bingo! Andrew se encuentra desayunando allí y a su lado hay otra silla para bebés más. ¿Cuantas sillas para bebés hay? Nunca lo sabré. Andrew levanta la vista y observa enamorado a su hija, se nota que es la luz de sus ojos.
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