Después de la cena, subí a mi habitación con la esperanza de no volver a ver el rostro de mi familia por un buen rato. Me di una ducha para relajar mi cuerpo. Eran aproximadamente las ocho y cuarenta PM. Seque mi cabello con una toalla y tire mi cansado cuerpo en la cama de pluma.
Abrí mi ordenador entrando a las r************* , me dispuse a investigar todo sobre la academia Wilson. No había nada fuera de lo normal, otra institución más para niños ricos, lo único importante para mí, era el grado de profesionalismo. Si te gradúas de la academia Wilson, tienes un noventa por ciento de probabilidades de ser alguien reconocido.
Lo pensé por mucho tiempo, aún cuánto odio mi vida, tengo que admitir que provengo de una familia adinerada, sin embargo, conociendo a mi madre, esta hará todo lo posible para que mindi, heredé el conglomerado, después de todo yo no soy su hija. Necesitó tener un ojo en mi futuro o todo lo que me espera serán desgracias.
¡Bien! Estaba decidida, iré a Wilson y me graduaré con honores, después buscaré un trabajo y me independizaré de mi familia. Mi reflexión fue interrumpida por una videollamada entrante.
—¡Oye! Creí que no contestarías.-Expreso grey.
Hablé con ella por un tiempo. Parecía estar contenta de volver a verme, me prometió que me gustaría Wilson, aun cuando no tengo mucha esperanza de tener una vida universitaria agradable, esperaba que valiera el tiempo que perderé en ello. Lo mejor de la conversación vino después.
—¡¿La Sra. Freith, está en la mansión?!
—¿La conoces?-Pregunte. Tenía curiosidad de saber quién era la mujer con la cual mi familia estaba intentando ligar lazos mediante el matrimonio. Mientras me explico más a fondo, más me convencí de no poder casarme con su hijo. Por primera vez, me alegré de tener una hermana perfecta como mindi.
Ella pertenecía a un conglomerado importante en Rusia. Tenía un hijo de nuestra edad y un sobrino, al parecer ella crio a su sobrino después de la muerte de su padre y madre. Una señora que merece respeto. O tal vez no. Según dijo grey, quien debe heredar la empresa es su sobrino, sin embargo, ella está moviendo toda su influencia para que su hijo le robe el puesto a su sobrino.
El sonido de las ventanas, siendo azotadas por el viento, me hizo dar un salto casi a muerte. Sin querer había soltado el portátil cerrando la videollamada. Suspire y camine hacia el balcón tratando de cerrar las persianas.
Tal vez estaba cansada, pero juro que vi un hombre parado en el jardín. No quise meter más intriga, lo más probable es que sea un jardinero o algo aún más divertido, un amante y su golfa, haciendo travesuras por la noche.
Cerré las persianas y recosté mi cuerpo para descansar cómodamente. Por la mañana siguiente, baje y desayuné, mientras soporte un poco de los asuntos familiares o mejor dicho los chismes de mi familia.
Por alguna razón sentía un dolor pulsante en mis muslos, ¡Tal vez dormí en una posición incómoda! Poseía un gran hematoma en el muslo. No quise indagar de más. La aburrida semana familiar paso y regresamos a Nueva York. Esta vez no conté los kilómetros, creo que mi padre estaba cansado de manejar. Por lo tanto, regresamos en el jet, siendo una familia importante, los asuntos empresariales y los rumores de la farándula siempre nos perseguían.
Al parecer mi padre ahora tenía una amante, nada nuevo o al menos nada que ya no supiéramos, mi madre murió cuando tenía solo cinco años de edad, cómo es algo normal en él, se casó descaradamente con la hermana de su difunta esposa, ahora tengo una hermana o mejor dicho una prima hermana. Paso el mes y con él las vacaciones. En serio, quería ir a Wilson y graduarme con honores, pero, dude mucho, Wilson estaba en el estado de Oregón, lejanamente es una academia y universidad privada para personas con dinero.
Mi familia siempre ha Sido extraña, incluso apostaría mi vida a que todos tienen un pacto con el diablo y que yo seré el sacrificio para el ritual.
Seis horas desde el Aeropuerto Newark a Portland. Para después pasar tres horas en el auto camino a Wilson. Los rasgos de las grandes ciudades quedaban cortos con el paisaje de colinas y grandes pinos que rodeaban la carretera. El campo no es lo mío, pero tengo que admitir que sentí paz, un silencio que entumecía mis oídos y un aire fresco, nada parecido al aire contaminado de las ciudades. Ya se me hacía constante contar los kilómetros. Mejor dicho era una penitencia. Contaría los kilómetros en todos mis viajes importantes. Algún día en el lecho de mi muerte le diré a mis nietos cuántos kilómetros de vida pude contar.
No sé, si soy la única persona que pone su móvil en silencio y luego se excusa con la típica. ¡Lo siento no escuché la llamada! Sé que es cruel, pero tenía cuarenta mensajes de mi hermana y mi madre, la mayoría era preguntando ¿Dónde estaba? No tenía deseos de escuchar sus malos sermones. Apenas bajé del avión, tome un taxi, por suerte había investigado la dirección de la academia. Por tercera vez, sentí la vibración del móvil. De nuevo era mindi.
Cansada, me disponía a contestarle, pero apenas conteste lo único que escuche fue un tono lleno de prepotencia. Cerré tan pronto como pude. El chófer me miró con un rostro extraño. ¿No eres de aquí? Pregunto. Claro que no era de aquí, eso se notaba desde lejos. ¿Eres mayor de edad, verdad? No quiero problemas. Pregunto, claramente pensó que me había escapado. Lo tranquilicé confirmando mi edad. Pasaron otros diez kilómetros y por fin se veían los vestigios de una pequeña cuidad. Supuse que era la única persona sobre la tierra, bueno la segunda persona aparte del chófer. Incluso él era mejor compañía que mindi.
El hombre se detuvo y me pidió bajar del auto. Quede extrañada, pero el sujeto tenía prohibido entrar al pueblo. Baje y por un momento creí que había llegado a una ciudad fantasma. Me recordó al pueblo de crepúsculo. Solo faltaba un vampiro como Edward. Yo misma me burlé de mis pensamientos.
Camine por las calles enteramente vacías. ¿Qué pasa con este lugar tan paranormal? La espesa niebla cubría ciertas áreas. Tenía las manos congeladas. ¿Quién eres? Pregunto un hombre vestido de plomero o electricista.
—¡Busco la academia Wilson!-El hombre me miró, no fue difícil adivinar que estaba suponiendo, mi vestimenta no era de una niña rica. Se acercó paso a paso. No soy asustadiza, pero sinceramente me sentí cohibida. Pensé que ese sería mi último día. O al menos eso supuse hasta que escuche el ruido de unas motos.
Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis. ¡Vaya un Déjà vu! Pasaron de largo, una de ellas se detuvo y regreso hacia mí. Se quitó el casco y mi sorpresa al ver un rostro conocido. ¿Tú eres esa chica? Dijo el hombre.
El sujeto era el mismo que tuvo el accidente en la carretera rumbo a Baxter. Lo señalé igual de sorprendida que él. ¿Cómo está tu pierna?
—¡Estoy bien! Solo fue un rasguño.
Hablamos unos segundos y el otro sujeto se cansó de esperar que le prestáramos atención. ¿Adónde estás yendo? ¿Por qué estás aquí? Me preguntó. Fue extraño, pero él también pertenecía a Wilson. Me ofreció llevarme en la moto. Nunca había subido, me aferré fuertemente a él. Su cabello era n***o y extrañamente tenía un mechón blanco. Sus ojos eran marrón.
—¿Cuál es tu nombre? Me preguntó, me fue difícil escuchar su voz, el sonido del viento era más fuerte. Volvió a preguntar, esta vez más fuerte. Le dije mi nombre omitiendo mi apellido. Pues claro está que mi apellido es el mismo que el de la academia.
—¡Yo me llamo, Robert!—Dijo, no le pregunté, pero igual me sentí conforme.
Conté dos kilómetros antes de que él confirmara nuestra llegada a Wilson. Creo que el taxista me había estafado, me cobró cincuenta dólares desde el aeropuerto hasta el pueblo abandonado y todavía faltaba dos kilómetros para llegar a la academia.
Baje de la moto entregándole el casco, agradecí por haberme llevado. Mire el lugar donde estaba por pasar los próximos cuatro años. Era lujoso, pero extrañamente normal, el rostro de todos se posaron sobre mí, no es fácil ser la nueva, eso pensé. Pero claro, no tarde en darme cuenta de que no era yo la persona observada. El ruido de la moto, paro y el hombre que se quitó el casco, también era un rostro conocido. Un cabello hasta los hombros sujetados por una coleta, un rostro bello y por lo visto el centro de atención.
Qué curioso toparse con los mismos sujetos dos veces. No tenía intención de hablarle a él o a otro extraño, camine hacia dentro hasta que una voz conocida razonó en mis oídos. Volví mi rostro hacia ella. Grisón, hablaba energéticamente con el sujeto ya conocido. ¿Qué debería hacer? Si me acercaba a ella, todos los ojos estarían sobre mí, pues la nueva estudiante conoce al chico apuesto. No tardarían en dar con mi apellido. Sí, los ignoraré por ahora.
—¡Clare!—Dijo una voz. Volví a verlo y para mi mala suerte era mi abuelo. Todos guardaron silencio ante el dueño de la academia. ¡Bueno, mi estrategia de ser invisible había fallado!
CONTINUARÁ...