Después de que todos se fueron, Selene permaneció encerrada en su habitación, incluso aunque su hermano intentó invitarla a pasear por la ciudad ese día. Sinceramente, ella prefería leer y quedarse estudiando que enterarse de lo que tenía para decirle Demyan. Pensó que tendría que ver a Marcus, pero él no llegó sino hasta la hora de la cena, sorprendiendo a Selene al preguntarle que si ya había ido a comer, sino para bajar juntos. Ella fingió que sí, pero ya se escabulliría a la cocina entrada la noche (cuando Demyan no pudiera verla). Así fueron transcurriendo las horas, hasta que su hermano llegó a dormir y Marcus también y dieron las campanadas que indicaban que era medianoche.
Tomó sus ropas con sigilo y salió con su libro Mediciones y controles: una guía para cálculos territoriales. Tomo I, pensando en la posibilidad de encontrarse con algún espíritu. Esta vez estaba decidida a contraatacarlos. Llegó a la cocina y vio que no había nadie, por suerte no los regañaban por entrar a medianoche al lugar, ni había prohibiciones al respecto, especialmente dudaba que hubiera problemas, siendo que estaban en vacaciones. Tomó algo de pan, queso y un poco de mermelada, para hacerse un sándwich. Aún había algo de jugo de la tarde y también se lo sirvió, utilizando un poco de magia para enfriarlo, pese a lo caliente que estaba la cocina por la enorme chimenea que mantenía la calefacción.
—Delicioso, el sabor de la gloria —no pudo evitar decir en voz alta.
—¡Vaya, vaya! ¡Así que el brilly también se escabulló a la cocina! —exclamó la conocida voz de Demyan y ella iba a sacar su libro para seguir las instrucciones que permitían alejar a los fantasmas, cuando en ese momento Demyan apareció frente a ella—. ¿Qué te pasa? ¿Piensas atacarme con un libro? —se burló.
Era muy real para ser un espíritu y Selene supo que sí era el "imbécil real". Pensó en salir corriendo, pero en ese momento él se acercó a la mesa y tomó algo de pan y mermelada.
—También vine a buscar algo de comer —contó, no parecía enojado—. No puedo creer que reprobé con Diyor... ¡estaba seguro de haber aprobado! Incluso memoricé todas las piedras-runas y sus funciones.
Demyan realmente parecía decepcionado por no haberlo conseguido, como si de verdad estuviera seguro de lo que hizo. Lo vio darle un mordisco al pan y dejarse una de las comisuras con un poco de mermelada. Selene estuvo a punto de hablar sobre que fuese a su oficina y le preguntara.
—No quiso mostrarme el examen, ni sus criterios de revisión. Me dijo que me quedaría todo el invierno y vería clases particulares con él. —Dio otro mordisco al pan y esta vez la mancha de mermelada era más grande, lo que empezó a incomodar a Selene.
—Tienes mermelada ahí. —Ella intentó señalarle y le dio un pañuelo para que se limpiara—. ¿Y el director qué te dijo?
—¡Nada! ¡Simplemente lo apoya! ¡Y mi padre también! Pusieron guardias reales dispuestos a arrestarme si me ven salir de este lugar —expresó con indignación y esta vez dio una patada a la parte baja de la mesa, haciendo un sonido sordo, pero que por suerte no resaltó demasiado.
Ella siguió comiendo su sándwich y él también continuó comiéndolo en silencio.
—Ya sabes, brilly, tienes que cumplir tu promesa y traerme mujeres —amenazó Demyan, apuntándola con su sándwich.
Tomó un poco más de pan y mermelada y lo envolvió en el pañuelo que Selene le había dado, para luego llevárselo a su cuarto. Ella hizo un ademán para detenerlo, pero él ya se había ido.
"Ese era mi pañuelo" —pensó ella con tristeza.
...
Esa noche durmió con pesar, pensando en cómo podía llevarle mujeres a Demyan, así que decidió que, como el día siguiente era sábado, lo mejor que podía hacer era aprovechar que la biblioteca estaría abierta todo el día para investigar. Marcus también estuvo gran parte del día en la biblioteca, y se cruzaron sus miradas ocasionalmente. Tenía que reconocer que ese sujeto era bastante extraño, la miraba siempre como si estuviera escudriñando en su mente y ella no sabía cómo describir la incomodidad que le generaba su mirada.
Leyó libros de arquitectura, para conocer la estructura de la universidad. No había pasadizos secretos que no tuvieran algún tipo de custodia. Buscó en registros antiguos de la construcción posibles lugares cerrados, no había nada en los registros. Le faltó indagar en una información confidencial a la que no le permitieron acceder, sobre la huida de unos monjes que vivieron en el castillo los primeros años. No había nada de información, no había forma de que Selene metiera a nadie.
Sin embargo, dentro del castillo había algunas mucamas, ¿quizás ellas?
"No creo, las mucamas del castillo no limpian casi el cuarto de Demyan, lo noté por la forma en que estaba todo desordenado" —pensó Selene, intentando pensar razonablemente.
Terminó con los libros sobre la arquitectura del castillo y en ese momento iba a regresar a su asiento con libros de ingeniería para analizar posibles inestabilidades y se encontró cara a cara con Marcus, que la asustó por haber aparecido sin que ella lo percibiera, haciéndola soltar el libro y gritar femeninamente. Él empezó a reírse por lo bajo.
—No te rías, sólo tuve miedo por un momento —se defendió ella, intentando contener su sonrojo delante del chico—. ¿No crees que deberías avisar cuando te acercas a las personas?
Él se encogió de hombros.
—Vengo a buscar un libro sobre cálculo de coordenadas, estabas en el mismo pasillo al que venía —se defendió él, esta vez sin disimular demasiado sus ganas de reírse de Samuel por ese grito "de chica".
Selene tomó uno de los libros que casualmente había estado leyendo y se lo arrojó con fuerza a Marcus, haciéndolo tropezar hacia atrás, por lo que tuvo que sostenerse del librero de atrás, lo que hizo caer un libro sobre su cabeza.
—¡Auch! —exclamó él—. Eso dolió —dijo agachándose a recoger el libro del piso—. A ver: "Alrededores de la Ciudad Adhaft" —leyó—. Se ve interesante. Creo que lo pediré como lectura ligera —finalizó—. Es tarde, Samuel, deberías volver a la habitación, dicen que por aquí espantan —se burló antes de irse, y Selene se sintió indignada porque su compañero siguiera burlándose por haberla asustado y haberla hecho gritar como mujer.
Siguió revisando los libros un poco más y pasó por la sección de "Pócimas".
"Tal vez..." —pensó, aunque sabía que sería arriesgado.
Finalmente se acercó y tomó un libro sobre Plantas para Modificación Corporal: ¿Cómo hacer fórmulas infalibles para cambiar tu apariencia?
Si no había de otra, tendría que entrar ella misma a la habitación del príncipe, pero esta vez tomaría una nueva identidad, la cuestión sería conseguir cambiarse a tiempo, por lo que tendría que negociar horarios específicos.
"Pero primero creo que lo mejor será leerme este libro a ver qué puedo modificar" —pensó mientras pasaba el libro por la piedra-runa que otorgaba el permiso para retirarlo, quitándole la fuerza mágica que ataba el libro a la biblioteca.