Selene estaba horrorizada, pero al notar que él no parecía querer ceder a su agarre, le correspondió el beso por un momento, igual nunca había besado a nadie y se le hacía una buena oportunidad.
"Ni se te ocurra dejarte llevar" —pensó regañándose a sí misma, mientras se dejaba llevar por los labios de Demyan, sólo por esa vez.
No se sentía como cuando estaba junto a Dymion, que su corazón se aceleraba, pero sí se sentía como cuando se tocaba que un cosquilleo empezaba a aparecer en su entrepierna. Selene cerró los ojos y se acomodó a horcajadas sobre el príncipe y lo besó con la misma fiereza que él había empezado a besarla. No estaba siendo nada delicada y tampoco le interesaba serlo, sólo quería dejarse llevar un poco por el deseo.
El beso era profundo, intenso, como si una ira contenida estuviera inmersa en él, como si Selene no pudiera evitar querer vengarse por todas las veces en que él la maltrataba siendo Samuel. Una parte de ella empezó a ansiar hacerlo rogar, hacerlo suplicarle por todo el mal que le había hecho, pero de repente él dejó de besarla y descendió hacia su cuello, para luego subir y lamerle de una forma muy deliciosa la oreja. Estuvo a punto de soltar un jadeo como cuando estaba tocándose a solas, pero apretó la boca para evitar emitir sonido alguno.
—Dudo que ese brilly pueda ser más apasionado que esto —susurró en su oído Demyan, hablándole con una voz diferente, más apasionada y cálida, pero a la vez cargada de deseo, y ella pudo imaginarse claramente lo que en libros románticos solían denominar "una voz sensual".
—¡Ja! ¡Te puedo asegurar que él es mucho mejor! —exclamó enojada Selene, levantándose y nuevamente abofeteando al príncipe, quien la miraba con una extraña sorpresa, como si quisiera decir algo, pero a la vez más indefenso de lo que nunca antes había visto.
—¿Qué tiene de especial un brilly como él? ¡Si hasta tiene comportamientos de cyrill! —se quejó de inmediato Demyan, saliendo de su estupefacción.
Ella bufó con indignación y puso sus puños en sus caderas, haciendo una forma similar a la de las asas de una tetera. Era la misma postura que ponía para regañar a su hermano la mayoría de las veces.
—Nunca entenderías lo que se necesita para ser un hombre de verdad —expresó ella con todo el desprecio que pudo impregnar en esas palabras.
Después de decir eso, y sin siquiera mirarlo nuevamente, salió corriendo de la habitación.
Al salir, se fue directamente hacia uno de los pasillos solitarios del castillo, que quedaba en las cercanías de la habitación de Demyan y en donde había guardado su ropa masculina, y se cambió rápidamente. Debía volver a su habitación cuanto antes, porque no sabía siquiera si su hermano había llegado. Revisó que el color de ojos hubiera desaparecido y guardó todas las piezas de su disfraz en la mochila, incluso su improvisada peluca.
De camino hacia su habitación, notó aún lo caliente que se sentía su cuerpo, tenía que admitir que le había gustado ese beso y, por instinto, tocó sus labios con suavidad. Su entrepierna estaba muy caliente y pensó que lo mejor sería tomar un baño al llegar, si no había nadie despierto en la habitación.
Oyó una respiración suave desde la cama de Marcus y supo que este estaba dormido. En la cama de su hermano aún no había nadie.
"Ese imbécil seguro se quedó a dormir con alguien" —pensó indignada y guardó en su baúl las cosas femeninas y buscó un cambio de ropa para entrar al baño y tomarse su tiempo.
Necesitaba un baño frío para calmar sus deseos, porque para nada se tocaría pensando en Demyan.
—¡Iugh! —exclamó con asco y sintiendo un escalofrío en su cuerpo mientras entraba al baño.
—¿Quién está ahí? —preguntó de repente Marcus.
Había hablado como una chica nuevamente al expresarse de esa forma.
—Soy yo, Samuel —respondió hablando con voz masculina, y en ese momento oyó reírse a Marcus desde la cama—. ¡Ya cállate y duérmete! —le reclamó y terminó de entrar al baño.
...
Al día siguiente, esperaba que Demyan no apareciera diciéndole que necesitaba otra chica, porque la verdad dudaba mucho poderse inventar otro personaje, o incluso conseguir alguna mujer dispuesta a arriesgarse de esa forma (por no mencionar que ella definitivamente no iba a meter a nadie y arriesgar la plaza de Samuel en la universidad). Se fue al comedor temprano, rogando porque no estuviera el príncipe ahí, pero, como demostración de que no tenía tanta suerte, la única persona en el comedor cuando ella llegó era el príncipe.
"Voy a tener que comprarme algún amuleto mágico de la suerte" —pensó indignada, yendo a buscar un plato con su comida del día.
Se tardó todo lo que pudo, a pesar de que podía sentir una mirada de odio proveniente de Demyan, porque tenía la esperanza de que él se retirara del comedor, pero parecía no estar dispuesto a irse.
Al tener su comida, intentó irse a sentar al otro lado del comedor, pero en ese momento escuchó a Demyan hablar:
—¿Me estás evitando, Von Strauss? —preguntó directamente—. ¡Ven aquí!
Selene bufó, y tuvo que irse a sentar con el príncipe. Se posicionó frente a él en la mesa, él estaba comiendo una fruta animadamente, no parecía enojado, así que Selene simplemente intentó evadir la conversación sobre lo de la noche anterior.
—Está delicioso el desayuno el día de hoy —dijo y se metió un trozo de pan a la boca después de remojarlo en una salsa especial.
—Escucha, brilly, tu chica está que arde.
—Lo sé, es preciosa —respondió casi inconscientemente Selene, recordando que realmente le había gustado cómo se veía con el pelo rojo.
—¿Cuándo puedes traérmela de nuevo? Costó un poco domarla anoche, pero creo que para la próxima me la comeré, y de antemano perdona mi atrevimiento, igual no creo que te importe mucho que me folle a tu prima —aseguró Demyan y Selene sintió una tremenda repulsión.
Sintió un enorme deseo de abofetearlo como había hecho la noche anterior, pero en ese momento era Samuel y seguramente Demyan intentaría ahorcarla de nuevo si siquiera hacía un ademán inapropiado, pero le molestaba infinitamente que se refiriera a "su chica pelirroja" de esa manera. Su personaje jamás se rebajaría a hacer absolutamente nada con él, y ahora estaba más decidida que nunca a hacerlo sufrir.
—La verdad es que no creo que ella quiera, y yo tampoco —sugirió, sabiendo que él reaccionaría agresivamente.
Y, tal como pensó, la actitud agresiva de Demyan no se hizo esperar. De inmediato, él se levantó y tomó a Selene por el cuello de la camisa, haciéndola tragar saliva.
—Escúchame bien, brilly, pienso demostrarle a tu prima lo que hace un hombre de verdad, no un brilly como tú. Y me importa poco si te molesta o si no deseas que la haga gritar mi nombre, ¿acaso temes que te la quite? —se burló con una sonrisa altanera Demyan.
—No podrás quitármela —intentó hacerse la valiente Selene y vio que él levantaba su puño apuntando directo a su cara—, te la traeré todos los días a la media noche, tendrás una hora para estar con ella cada día y verás que sólo en tus sueños podrás poseerla, porque ella es una mujer de verdad, no como las mujerzuelas que acostumbran a meterse en tu cama —amenazó finalmente, con una sonrisa de superioridad Selene.
La mirada de enojo de Demyan no se hizo esperar, y de inmediato la dejó caer con todas sus fuerzas sobre su asiento, moviendo la mesa en el proceso y haciendo derramar jugo sobre ella.
Ese príncipe era demasiado insoportable, así que era el turno de Selene Mynth de hacerlo sufrir nuevamente.