Capítulo 17: La luna lila

1745 Words
Entrar a la habitación del príncipe a medianoche pasó a ser parte de la cotidianidad de Selene. Todas las noches, esperaba que sonaran las campanadas de medianoche, con su pequeña mochila preparada bajo la almohada, y salía de su cama, pasaba por el pasillo solitario donde se cambiaba y finalmente se dirigía con su ropa femenina a la habitación de Demyan. El príncipe se había acostumbrado a tenerla por una hora, y generalmente pasaban esa hora primero hablando cosas "de Samuel", como que sería mejor que Selene estuviera con alguien mejor, luego generalmente alababa el "cuerpo escultural" que ella tenía. Para finalizar, hacía lo posible para robarle un beso como el primer día que ella había estado ahí, a lo cual generalmente Selene lograba escapar sin problemas, pero siempre había uno que otro día que quedaba atrapada en los labios tan fieros del príncipe y que la dejaban completamente descontrolada. Ella se había estado obligando a ser fuerte, y no dejarse llevar por el deseo que tenía de quedarse más tiempo con él y aceptar convertirse en su "prostituta personal". Antes muerta que entregarse a él, pues ella había decidido firmemente que le gustaba Dymion y no iba a traicionar ese sentimiento tan puro sólo por satisfacer a un príncipe insoportable. Las agresiones hacia Samuel continuaron, más sutiles, aunque en ocasiones se acentuaban cuando Selene le decía que "su prima" nunca iba a traicionarlo, lo cual era cierto, porque Selene no tenía ni la más mínima intención de estar con Demyan. Los días fueron pasando, y por suerte Samael nunca se dio cuenta de las veces que ella se escabullía, pero sí sospechaba era que Marcus la había visto llegar un par de veces a medianoche y esperaba que simplemente creyera que fue por un bocadillo nocturno o algo así. Era difícil mantener las apariencias, pero mientras más pasaban los días, más sentía que él se volvía vulnerable ante ella. —Te cuesta aceptar que un brilly te ganó —se burló una noche mientras ambos miraban hacia el techo de la habitación. —Aún no me ha ganado —aseguró Demyan, sin voltear—. Al menos ya he conseguido suficientes besos para saber que podrás compararlos con los de él. "Si supiera que ni siquiera he besado a alguien más" —pensó algo indignada. —Pues, pienso que Samuel es un gran chico y seguiré pensando que no le llegas a los talones. —Quiso ser lo más áspera posible con sus palabras, en el fondo estaba cansada de esa farsa—. Al menos ya te queda claro que él no es un cyrill. Y te queda claro que soy leal a él —dijo orgullosamente. —Supongo que Samuel tiene su encanto —mencionó el príncipe y ella se levantó rápidamente—. Ey, ey, ey... no sé qué interpretaste con eso, pero no tengo interés en estar con un hombre, si eso es lo que parece —expresó enojado y bufó—. Me refiero a que debe tener su encanto, si eres capaz de rechazarme tantas veces sin siquiera tener la más mínima curiosidad de que podría haber algo mejor. Ella sonrió burlona, cada día estaba más segura de que se sentía con cierto poder sobre Demyan. Y, aunque no lo aceptara, eso era algo que le gustaba mucho. —¿Al menos me dejarías usar mi lengua ahí abajo? —preguntó sin nada de pudor, haciendo que Selene se sonrojara—. Es que, una vez él dijo que podía satisfacer a cualquier mujer sólo con su lengua y sólo quiero ver qué tan bueno es realmente. En ese momento ella se sintió completamente confundida y saltó de la cama, apartándose de él. —Debo irme, Su Alteza. Ya casi es la hora de que Samuel deje de tener tiempo para cubrirme —se despidió de él, aún sonrojada, y salió corriendo a toda velocidad de su habitación. Su corazón latía frenéticamente, no podía creer lo que había sucedido. Pero entendía de cierta forma que Demyan no la dejaría ir tan fácilmente... quedaban sólo tres días antes de que empezaran a volver los alumnos a la escuela y él no iba a soltar a su presa sin habérsela "comido". "Debí imaginarlo" —pensó intentando controlar su sonrojo, mientras terminaba de guardar en su mochila todas las cosas femeninas, para correr ya vestida con su ropa masculina y retornar hacia su habitación. ¿Sería buena idea permitir que Demyan le hiciera eso? Reconocía que tenía muchísima curiosidad, pero al mismo tiempo quien realmente ella anhelaba que la tocara era Dymion. Se sentía frustrada por encontrarse en esa disyuntiva y no saber cómo actuar. —Quizás deba... —soltó al aire mientras caminaba por el pasillo solitario donde estaba la habitación en la que siempre se cambiaba. —¿Quién está ahí? —preguntó una voz conocida desde el fondo del pasillo. Selene se sobresaltó, era la primera vez que notaba que al final del pasillo había una puerta, pero eso no fue lo peor, sino que se topó en ese momento cara a cara con el príncipe Dymion, lo que la hizo sonrojarse. —Disculpe, Su Alteza. —Hizo una reverencia un tanto nerviosa, retomando su voz masculina—. Me perdí en mis cavilaciones y terminé andando por este pasillo —aseguró, preocupada porque fuesen a descubrirla. Apretó fuertemente su mochila contra su cuerpo, para evitar que se notaran las ropas de mujer y todas las cosas que llevaba. —Oh, Von Strauss. —Dymion reconoció la voz de Samuel y sonrió ampliamente, yendo hacia donde se encontraba—. Estaba a punto de subir a la parte superior de nuestra torre, porque hice unos cálculos y hoy será posible ver la luna en una posición especial, que le da un brillo color lila. Aparentemente sucede cada 10 años, y me alegra mucho haberme enterado justamente ayer —contó alegremente y arrastró a Selene hacia unas escaleras de la misma torre en la que se encontraban. Era un pasillo estrecho en las escaleras y la hacía sentir bastante nerviosa el hecho de que Dymion estuviera tan cerca de ella y con una piedra-runa para iluminar el camino. Con lo silencioso de ese pasillo, podía sentir la respiración de ambos y casi podía experimentar cómo su corazón se acelereba ante la presencia del príncipe mayor. Llegaron al final y el príncipe abrió una compuerta que se veía algo antigua, pero que se notaba que aún era utilizada. Arriba de la torre, notó que había una especie de cama de plumas y un baúl bastante grande. —Este es mi lugar especial, vengo siempre, lo cubrí con protección de piedra-runa por el invierno, porque iría al castillo, pero en la tarde cuando llegué me vine a pasar el rato y lo dejé para venir en la noche a ver la luna. Cuando quieras verme, puedes venir aquí —le indicó Dymion, mirándola alegremente y luego tomándola de la mano para arrastrarla hacia el lugar improvisado, en donde saltó junto a ella—. Perdón si te incomoda mi atrevimiento, pero realmente me gusta tocar tus suaves manos —le dijo él, dedicándole una enorme sonrisa, y ella no pudo evitar sonrojarse. —Su Alteza, yo... no soy un cyrill, perdóneme si eso es lo que piensa de mí —comentó Selene con su voz masculina. —No es lo que pienso, y yo creo que tampoco lo soy —se defendió él—. Pero pienso: ¿por qué querer a alguien tiene que limitarse a la apariencia física que tenga? A mí me gusta tu olor, es un olor femenino, aunque sé que eres bastante masculino, Samuel. Me gusta la textura tan delicada de tus manos, me gustan los rasgos de tu cara, me gusta tu personalidad, lo amable que eres, la paciencia que tienes para aguantar a mi hermano —bufó indignado y Selene no pudo evitar dejar salir una risa—. ¿Por qué eso me haría un cyrill? Si sólo puedo tener tu amistad, me conformaré con ello con tal de ver tu lindo rostro un poco más. El corazón de Selene estaba completamente acelerado en ese momento. Definitivamente Dymion era todo un caballero y él sí sabía tratar a las personas en general. Él no veía el género, ni le importaba siquiera si ella tenía o no tetas, o en este caso si ella estaba o no dispuesta a darle un agujero donde enterrar su m*****o, él le estaba hablando desde el corazón. Dymion volteó hacia el baúl enorme y sacó un par de mantas. Le entregó una a Selene y tomó una para él y volteó hacia donde se encontraba la luna, ella hizo lo mismo, porque sentía mucha curiosidad por el evento. —Yo... todos estos días estuve pensando en esto, creo que estas vacaciones de invierno me sirvieron para analizar mejor mis sentimientos y aclarar lo que he intentado negarme. Y es que me gustarías mucho, independientemente de si fueses mujer, o siendo hombre. —Por un momento, Dymion agachó la mirada—. Perdón por mi osadía, Samuel. La luna se tiñó de lila y brilló para ellos, Selene no volvió a mirar hacia el príncipe por un momento, pero sí sintió cómo su cuerpo parecía llenarse de energía. La luna brillaba muchísimo, más que nunca, pero ella en ese momento supo que ese color lila era especial para los hechiceros que creían en la diosa Celen. Así que, aunque Selene no podía dejar de pensar en las palabras que acababa de oír, su cuerpo estaba reaccionando al flujo de energía que la diosa Celen le emitía. Sabía que estaba mal lo que haría, pero era necesario para activar un poco más su energía s****l. Se viró hacia Dymion, saltó sobre él y lo besó repentinamente. Sabía que eso sería lo más osado que haría en su vida, pero en ese momento su energía mágica necesitaba ganar fuerza y esa fuerza sólo se la darían los puros sentimientos que Dymion le transmitía. Él correspondió el beso, y fue cálido, suave, delicado, parecía que los corazones de ambos estuvieran latiendo al unísono. En ese momento las manos de Dymion acariciaron su pecho por instinto, y ella notó que no había amarrado sus pechos con la tela especial que utilizaba. Sin decir nada más, Selene se levantó y salió corriendo, definitivamente había cometido un grave error en ese momento.
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