Capítulo 4: Tarea

1535 Words
En la medida en que pasó el segundo día de Selene con su sangrado, todo fue más fácil para lo de cambiar los pedazos de tela y lidiar con los procesos y las ideas nuevas que se le iban ocurriendo. Había salido y comprado suficiente tela y varios sacos de cuero que pudieran ser "desechables", también había encontrado un basurero a las afueras de la ciudad (al cual costaba llegar, pero era la mejor opción), para arrojar su basura, así que podía estar más tranquila al momento de deshacerse de su sangrado. Aparentemente era el plan perfecto y ella lo sabía, así que simplemente se mantuvo tranquila al saber que no tendría que preocuparse por ese asunto. Ahora, su siguiente preocupación sería la reunión que tenía ese día con el niñato insolente llamado Demyan. Su jornada de clases la pasó con su mente en otro lado, pues estaba pensando cuáles serían sus mejores movimientos para evitar tener actitudes femeninas o respuestas femeninas ante las preguntas que hiciera Demyan. Ya terminada la jornada escolar (lo cual Selene agradecía), se fue a la biblioteca a esperar al príncipe sentada en una de las mesas, ya con los libros necesarios para trabajar con las transmutaciones. Y fue ya cuando tenía apuntadas la mayoría de las informaciones en un pergamino que apareció Demyan en el lugar. —¡Oh, aquí estás, brilly! Lamento llegar tarde, pero tuve que recibir a mi padre que es una molestia y se enteró por mi estúpido hermano de que estoy molestando a tu grupo de tarados —se quejó el joven mientras se sentaba junto a Selene con una mirada de pocos amigos que no le gustó para nada a la chica. —Pues bien merecido que te lo tendrías, pues tienes que comportarte, eres el príncipe —se aventuró ella a darle un reclamo, aún sabiendo que estaba a riesgo de recibir una golpiza sólo por eso. La mirada de enojo de Demyan no se hizo esperar y en ese momento tomó por el cuello de la camisa a Selene, casi alzándola de la silla, pero luego pareció recordar que estaban en la biblioteca y que ese era un lugar público. Se acercó tanto a ella que sus narices se juntaron en ese momento y ella empezó a sentir cómo su corazón latía con fuerza, estaba en problemas definitivamente. —Si vuelves a decir algo así, te mataré. Estás advertido, brilly, no me hagas enojar —expresó él, haciendo que su temor aumentara, mientras los ojos enojados y la mirada agresiva de él le hicieron saber que tenía que tener cuidado. —Lo siento —se disculpó ella, volteando la cabeza hacia un lado. —En fin... ¡a lo que vinimos! Mi padre quiere que mis notas mejoren, así que empieza explicando qué es lo que tenemos que hacer. —Bien, para esta tarea nos piden que logremos convertir mercurio en acero, lo que es una transmutación extremadamente difícil para nuestro año escolar, pero no imposible. Supongo que como hay varios de nosotros que tenemos las nociones suficientes de Alquimia para hacerlo, eligieron separarnos en grupos para que todos pudieran aprenderlo. El príncipe bufó y luego se pasó la mano por el cabello presumidamente. —Ese viejo sólo quiere molestar. No sé por qué debemos estudiar tampoco, me parece innecesario. —Su queja la reafirmó colocando sus piernas cruzadas sobre la mesa altaneramente. —La educación es importante, muchas personas quisieran tenerla porque es un privilegio al que pocos acceden, y ustedes entran sin tener que hacer nada y mucho menos pasar vejaciones. —Selene bufó, indignada y luego volteó hacia los libros que tenía frente a ella. No quería ni ver a ese niñato imbécil que no entendía el sacrificio que hacían muchas personas para tener lo que él tenía gratuitamente. Miró a su alrededor y notó que la biblioteca estaba bastante vacía. Lo que era de esperarse al ser jueves, pues la mayoría aprovechaba ese día para salir a escondidas, dado que los viernes los adinerados volvían a sus casas y no podían "portarse mal", por cuestiones de etiqueta de la nobleza. Los odiaba, incluso odiaba sus costumbres, pero tenía que respirar profundo y seguir con la tarea. —¡Me da igual! —exclamó con enojo Demyan y bajó las piernas de la mesa para golpear fuertemente con los puños cerrados—. No me importan las dificultades que tengan los demás, yo ni siquiera quiero ser Rey. Llevo años diciéndole eso a mi padre y haciendo lo posible para que me desherede y todo quede para Dymion, que está más capacitado. Yo sólo quiero salir con mujeres. —Su expresión era de enojo y frustración total, pero Selene sólo sintió disgusto y rodó los ojos al verlo. Era increíble que él hablara de esa forma cuando estudiar era el mayor sueño que su hermano y ella habían tenido, y ella simplemente tenía que soportar a un niñato inmaduro que no entendía lo importante que era eso y que simplemente estaba haciendo berrinche para que su padre le quitara el derecho al trono. Muchas personas querrían siquiera tener la posibilidad de tener las comodidades que Demyan tenía, pero él no las quería y eso la enojaba mucho más. Ella jamás entendería a los nobles y tampoco le interesaba entenderlos. Cambió el tema y se enfocó en darle todas las explicaciones al castaño, quien parecía muy poco interesado en todo lo que le decía, pero al menos demostró una buena capacidad de retención de información y finalmente pudo terminar todas las explicaciones antes de que fuese la hora de cierre de la biblioteca. El lugar estaba completamente vacío y hasta las cortas palabras que se dedicaron Selene y Demyan antes que ella fuese a devolver los libros retumbaban en todo el lugar, dándole un aspecto tétrico. No estaba segura de cuánto tiempo había pasado, pero en ese momento sintió temor de no haberse cambiado aún la tela que estaba utilizando para su sangre. Por lo que se apuró a guardar todos los libros, incluso los que tenía que dejar en las estanterías más alejadas del área central donde se encontraban las mesas. Era tétrico darse cuenta de que sus pasos retumbaban por todo el lugar y en ese momento su corazón se agitó y sintió como si no estuviera sola. Decidió correr a dejar el último libro, sintiendo miedo de que el príncipe hubiera decidido quedarse en el lugar para agredirla, ¿había pensado que era mejor golpear a Samuel antes de irse? Su corazón se aceleró más que nunca pensando en la situación, hasta que de repente se dio cuenta de que había corrido hacia un área que estaba completamente oscura. —¡Ey, Samuel! ¿Por qué corriste al oír mis pasos? ¿Crees que te haré daño ahora que estamos solos? —la voz burlona del príncipe se oyó bastante cerca. ¿Dónde estaba? ¿Y en qué lugar se había metido ella? Quiso llorar en ese momento, pero no podía mostrarse débil. Buscó la forma de volver al área central, pero en ese momento sintió que alguien le tapaba la boca, atrapándola por detrás. El miedo se apoderó de ella y quiso correr en ese momento, pero prefirió calmarse y pensar rápidamente. Dio un codazo hacia atrás y en ese momento notó que no había nadie tras ella. —¿Qué? —preguntó al aire con nerviosismo. Selene prefirió correr y llegó por fin al área central, tomó los pergaminos propios y todos los apuntes que había dejado en la mesa, así como su pequeño saco con sus pertenencias de estudio y caminó hacia la entrada, ante la mirada tranquila del bibliotecario. No entendía lo que había pasado hacía un momento, pero su corazón no dejaba de latir. Por fin la joven pasó sus manos por su n***o cabello para acomodarlo un poco y salió a pasos acelerados, pero cuando iba por la mitad del camino, chocó de bruces con alguien de gran tamaño y cayó al suelo, con todas sus pertenencias desperdigadas. —Eres bien tonto, brilly —se burló la voz de Demyan y ella lo notó en ese momento. —¿Querías asustarme? —preguntó ella con enojo y su corazón aún acelerado, mientras se enderezaba para recoger sus cosas. —¿De qué hablas? Tuve que regresarme porque dejé el pergamino donde me escribiste las fórmulas que tengo que estudiar para cuando nos reunamos en el castillo. Selene sudó frío en ese momento. ¿Eso quería decir que no había sido él quien la había perseguido en la biblioteca? Empezó a sentirse confusa y sus nervios se apoderaron de ella. —Oh, ya veo —fue todo lo que dijo la joven, pero buscó rápidamente un pergamino y se lo tendió—. Es este, puedes irte. Él le arrebató el pergamino y, sin decirle ninguna otra palabra, se retiró. Fue en ese momento en que Selene se percató de que su pantalón tenía gotas de sangre traspasando. Necesitaba correr de vuelta a la habitación, recogió todo de golpe y aceleró su paso, ya después pensaría en quién podría ser la persona que le había acosado en el lugar.
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