Capítulo 19: Juramento placentero

1891 Words
Salió del cuarto caminando con tranquilidad y esperando que Dymion no estuviera fuera de su habitación y la encontrara con sus ropas femeninas. Entró a la habitación en donde siempre se cambiaba y por primera vez sintió que no iba a poder evadir a Demyan, así que decidió que, antes de aplicar las gotas en sus ojos, haría una pequeña invocación a sus diosas. —Oh, diosa Celen, te pido que me permitas convertir la energía s****l que me ofrezca este encuentro en energía mágica para seguir haciendo crecer mi poder. Oh, diosa Mirellia, te pido perdón por no hacer esto en nombre del amor, pero necesito de ti para que mi poder crezca —habló en voz alta, concentrando en el punto medio de su cuerpo todo el poder que había ido acumulando. Después de eso, Selene se sintió con energías renovadas y tomó el pequeño frasco donde tenía la pócima que cambiaba e color de sus ojos, para aplicar dos gotas en cada ojo. Revisó con su espejo que el color estuviera adecuado y que el cabello pelirrojo de su peluca estuviera en orden. Comprobó que su ropa estuviera bien y salió furtivamente, esperando no ser descubierta, en dirección a la habitación del príncipe. Ese día, más que nunca en la vida, sintió un temor irracional. No quería ser vita por nadie, mucho menos por Dymion. Llegó al cuarto del príncipe y entró un poco desesperada, cerrando la puerta rápidamente. —¡Vaya! ¿Tan desesperada estás por saber qué puedo hacerte? —se burló Demyan al verla. —¡Para nada! Sólo estoy un poco nerviosa porque ayer casi me descubre tu hermano, pero no le digas nada, sería un peligro —contó ella, no tenía más remedio que decir la verdad. Demyan frunció el ceño por un momento. —Ese imbécil. Siempre arruinando la diversión —se quejó Demyan sobre su hermano y luego se levantó de la cama, Selene en ese momento se dio cuenta de que el príncipe estaba completamente desnudo y se ruborizó enormemente. Ella ya había visto hombres desnudos previamente, incluso, era común que muchas veces Gilbert y Arthur salieran a mostrar sus miserias por la habitación. Robson era un poco más recatado, pero sí tenía una "buena dotación", cosa que Selene debía reconocer, aunque tampoco es que fuese demasiado conocedora del tema. Marcus era el único que, como ella, se cambiaba en el baño y evitaba coincidir con los demás en horarios de baño, y la razón por la que ella sentía que podía estar tranquila siendo "el tímido del grupo". A su hermano ya lo conocía desde hacía tiempo, era común entre ellos cambiarse de ropa para que ella lo sustituyera mientras él se iba con sus golfas, y a raíz de eso entendía bastante el porqué de que muchas mujeres enloquecieran por él, a pesar de que era bastante delgaducho. Pero lo que estaba frente a ella en ese momento trascendía lo que hubiera visto antes y no pudo evitar que el sonrojo invadiera su rostro y tuviera que voltear hacia la puerta para no seguir viendo esa cosa. —Su Alteza, por favor, agradeceré que no ande exhibiendo su cuerpo de esa forma en mi presencia, soy una dama —dijo con la voz más chillona que pudo. Estaba sorprendida por tamaña aberración de la naturaleza. Esa cosa podía romperla en dos si siquiera se le acercara a su intimidad. Él no responidió, pero sintió cómo la rodeaba por la cintura con uno de sus fuertes brazos y luego pudo percibir su respiración junto a su cuello. —Admite que te gusta lo que ves, mi v***a es más grande que la de tu brilly, ¿cierto? —se burló él, demostrando que se sentía orgulloso de esa cosa. —Samuel está muy bien dotado también, Su Alteza, aunque reconozco que es... superior —respondió ella, intentando no parecer intimidada. "Siempre termino siendo una mentirosa, pero no dejaré que mi otro yo quede mal" —pensó con orgullo de haber podido responder ante esas palabras. Él apretó más fuertemente su agarre, al punto de cargarla con un solo brazo. Sintió estremecerse mientras veía, sin poder hacer nada, cómo él la desplazaba hacia la cama. Su corazón empezó a latir un poco más acelerado, los nervios la estaban consumiedo. —Espere, Su Alteza, al mens podríamos hablar por un momento —intentó detenerlo ella. —Hoy no estoy para charlas, linda. Vienes a lo que vienes. Hoy vas a conocer lo que puede hacerte un hombre de verdad —mencionó él en su oído cuando estuvieron parados frete a la cama, en donde la dejó caer de forma un poco brusca. —Si llegas a propasarte conmigo e intentas meterme esa cosa, yo voy a morderme la lengua hasta morir desangrada —amenazó ella y él simplemente arqueó la ceja. —Te dije que sólo usaría mi boca. —¿Y por qué estás desnudo? —preguntó ella casi llorando e intentando arrastrarse al otro lado de la cama, aún asustada. Él bufó y agarró uno de sus tobillos con una mano y el otro con la otra. —Porque duermo desnudo, no te habías dado cuenta porque siempre me quedo tapado con la sábana —explicó él con tranquilidad, mientras se ponía de rodillas y la halaba de sus tobillos para acercarla a él—. Te dije que sólo usaré mi boca, ni siquiera mis manos, sólo mi boca. —¡Júramelo y que si no cumples te mueras ya mismo! —ordenó ella. Él la miró con fastidio, seguramente a sabiendas de que ella estaba luchando por ganar tiempo. Él permaneció de rodillas y la hizo sentarse en la cama, quedando sus piernas hacia afuera y en una posición que realmente sería bastante conveniente para patearle la cara. —Está bien —concedió él y levantó su mano izquierda mientras la derecha la colocaba a la altura del pecho—. Yo, el príncipe heredero, Demyan Alphonse Zhaum, juro solemnemente que lograré satisfacerte sin utilizar ninguna otra parte de mi cuerpo que no sea mi boca. Y, en caso de que esté mintiendo, me arrojaré de la torre más alta del castillo —juró—. ¿Ahora sí te quedarás más tranquila? Selene asintió, pero sus mejillas estaban más sonrojadas que nunca al detallar más al príncipe, de rodillas frente a ella, jurando que no se propasaría y que lograría satisfacerla sólo con su boca, mientras su enorme m*****o estaba ahí, visible para ella. Él sonrió con malicia y volvió a poner sus manos en los tobillos de la joven, pero esta vez para empezar a subir su vestido lentamente y con un tacto tan suave que Selene tuvo que apretar sus labios para no gemir en ese momento. —¡Vaya! ¡Eres bastante sensible, preciosa! —Al menos di mi nombre —se quejó ella, mientras él iba subiendo ya por encima de sus rodillas. —Selene —susurró él con la voz más llamativa que hubiera oído ella en su vida, y terminó de subir su falda, dejando expuesta esa región de su cuerpo que hasta el momento sólo ella misma conocía. Empezó a besar su bajo vientre y descender poco a poco a su entrepierna, sólo dando suaves besos, como si tuviera miedo de hacer algo más. Ella empezó a desear enterrar sus dedos en el cabello del joven, pero se contuvo, la idea no era tener que guiarlo, él tenía que hacerlo solo y demostrar que realmente era bueno. Vio cómo él pasaba su lengua alrededor de su "botón", mientras le dedicaba una mirada de fiera salvaje desesperada por su alimento y ella no pudo evitar gemir en ese momento y alejarse un poco para evitar el contacto. Él sonrió con malicia y luego la tomó fuertemente por la cintura, obligándola a volver a la posición en la que se encontraba, y luego abrió más sus piernas y la levantó un poco, dejándola mucho más expuesta para él, pero sin que perdiera la vista de la cara de ella. —No te contengas, hazme saber si lo estoy haciendo bien o mal. Grita mi nombre, si es necesario, no me digas "Su Alteza". Su mirada feroz empezó a convertirse en una tortura, mientras lamía sutilmente, sin hacer nada en específico, lamió incluso la etrantrada de su cavidad y hasta parecía deleitado con el sabor, lo que la hizo jadear nuevamente. No podía dejar que la controlaran las ganas, tenía que ser fuerte, no importaba lo bien que se sintiera esa lengua, ella jamás le diría al príncipe Demyan que eso le había gustado. De repente él dejó de lamer suave y tortuosamente, y empezó a succionar su "botón" y ella estuvo a punto de gritar, pero se contuvo y sólo dejó salir otro jadeo. Sin embargo, la forma en la que él succionaba era realmente deliciosa y Selene podía sentir que se desmayaría si continuaba haciéndole eso. Realmente el príncipe sabía lo que hacía y sabía ser sutil. "¿Será así con todas las mujeres? ¿O sólo lo estará haciendo así porque quiere convencerme?" —se preguntó en sus pensamientos, mientras se sentía indignada pensando en la cantidad de mujeres con las que él habría estado previamente. Quiso abofetearlo en ese momento, pero en lugar de eso decidió tomarlo por el cabello y halarselo con toda su fuerza mientras lo obligaba a ir más profundo. Por un momento, Selene pensó que lo asfixiaría por la desesperación, pero lo que él hizo, a continuación, fue introducir la lengua en su cavidad, mientras continuaba estimulando, ella no sabía cómo, su "preciado botón". Y eso fue una experiencia incomparable, que la hizo sentir doblemente estimulada y así pudo experimentar un orgasmo ocasionado por alguien más... lo peor de todo fue que realmente le había gustado. Ella permaneció jadeando por un momento, recuperando la respiración, y se veía que Demyan también había necesitado recuperarla, ahora él estaba sentado en el piso frente a ella y ella se tapó rápidamente con su falda. Notó en ese momento que el m*****o de Demyan había tomado una forma diferente, era más grande y estaba más endurecido. Ella había leído sobre eso, pero era la primera vez que lo veía de esa forma y fuera de un libro. Se ruborizó intensamente. —De-debo irme —tartamudeó ella, nerviosa, casi sin poder hacer su voz aguda femenina. —Aguarda... antes debes decirme si te gustó. Si me vas a dejar así —se quejó él, señalando su entrepierna—, al menos dime si te gustó, Selene. Ella corrió como pudo hacia la puerta y se detuvo antes de salir. Sin mirarlo y con la mano en el picaporte, sólo le dijo: —Sí me gustó, pero jamás serás mejor que Samuel. —Y dicho esto, salió de la habitación y corrió hacia el pasillo de siempre. Estaba completamente frustrada y odiándose a sí misma por haber disfrutado eso. Quería agredir a quien se le atravesara en ese momento. Y justo cuando pensaba en eso, chocó con algo más alto que ella. Empezó a sentire aterrada y pensó que ese sería su fin, pero en ese momento quien se volteó en dirección a Selene fue Dymion y la miró de una forma que ella no supo reconocer.
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