Capítulo 1: Actividades deportivas

2093 Words
Al revisar su horario, notó que era el día que menos le gustaba de la semana: martes. Los martes eran frustrantes para Selene porque generalmente implicaban hacer actividad física en la primera hora del día, y aunque tenía un tamaño bastante masculino (medía 1,75 metros y su hermano 1,80 metros, por lo que apenas y se notaba la diferencia de tamaños), le disgustaba mucho tener que asistir a esas clases. No era fácil llevarle el ritmo a los hombres cuando se trataba de actividades físicas y en una ocasión ya le habían dado un codazo en los pechos sus propios compañeros en medio del juego que serían obligados a jugar hasta diciembre. Pero no podía evadir la clase, ya que era algo obligatorio. A los que mejor les iba era al príncipe Demyan y su grupo, quienes parecían estar acostumbrados a ser el centro de atención y solían ser los que jugaban más brusco. Y su hermano era un enclenque bueno para nada peor que ella en los deportes, lo que hacía que le resultara casi imposible ajustarse a las demandas de los chicos nobles atléticos y, por consiguiente, protegerla en caso de "emergencias". En el comedor, Selene se sentó con su grupo de enclenques, que ya se imaginaban que pronto terminarían teniendo que estar juntos en el equipo para jugar "cremados". Este juego básicamente consistía en golpear al contrincante con una pelota que se encontraba cubierta de un líquido extraño con el que regularmente terminaban cubiertos los de su grupo, pues se jugaba en equipos. Era la mala suerte de ser los "brillys becados". Y sí, ella odiana la palabra "brilly", porque era una forma despectiva de referirse a las personas brillantes, dando a entender que eran unos buenos para nada físicamente y resaltando su "poder". Y eso era completamente despreciable, aunque nunca había podido quejarse formalmente de ello, pues intentaba pasar desapercibida. Samael nuevamente le lanzó una mirada de tristeza a su hermana, era su forma de disculparse por no poder protegerla. Selene sólo suspiró, sabiendo que no podía pagar con él que las cosas se salieran de control en algunos momentos. Y realmente ella tampoco quería parecer el eslabón más débil del equipo, así que daba igual. Le dedicó una mirada de comprensión a su hermano y le hizo una seña para mantenerse dentro de la conversación con sus amigos. —Quizás si ideamos un plan no nos vaya tan mal —propuso uno de los chicos, un chico de tez morena, alto y delgaducho, que llevaba unos lentes que le hacían ver muy delicado, este los miraba a todos con nerviosismo. —¿Qué plan, Arthur? ¡La semana pasada también hicimos un plan y Samael terminó convertido en prácticamente un "monstruo gelatinoso"! A ver si empezamos a aceptar nuestro destino, pues mira que tenemos muy bajas posibilidades de hacer algo bien contra esos fanfarrones —afirmó un chico de tez tostada y cabello pelirrojo atado en una trenza, este era más fornido que Arthur, pero se le veía con una apariencia bastante torpe. Selene observó a sus dos amigos fijamente: Arthur, el de lentes, no tenía ninguna habilidad física ni fuerza, pero había demostrado ser un genio estratega cuando la situación lo ameritaba, especialmente ayudándolos a evitar su derrota en el macabro juego que se veían obligados a jugar. En tanto que el fornido, Robson, era un chico que bien podría levantar bastante peso, pero su cuerpo era enorme y no tenía ni un ápice de agilidad, lo que lo hacía la presa favorita de Demyan y su grupo. Sin embargo, uno de los que más habían conseguido recibir "ataques" era Samael, en un par de ocasiones protegiendo a su hermana, ante la mirada enojada de los nobles. Los seis chicos en la mesa suspiraron profundamente. Además de Selene y Samael, sus cuatro amigos eran la representación de un grupo de enclenques estudiosos, los perfectos brillys que jamás podrían contra todos esos atléticos y musculosos sujetos. Arthur y Robson, dicho sea de paso, eran los menos agraciados del grupo, ya que regularmente Demyan los atacaba primero. Luego estaban Gilbert, un chico bajito de cabello castaño con la cara llena de acné y que todos sospechaban que era un pervertido que acosaba a las mucamas; y Marcus, un chico de cabello n***o que parecía a punto de suicidarse todos los días y que, incluso, se lanzaba al suicidio durante el juego. —¡Por los dioses! ¡Definitivamente moriremos! —Fue todo lo que se atrevió a decir Arthur, ya sin ánimos de aportar ninguna idea y llevando sus manos con actitud horrorizada a la cara. —Oh, vamos, no es tan malo —señaló esta vez Samael, intentando sonar optimista, pero ninguno de sus amigos le dio importancia a sus palabras. Y es que aunque Samael era un chico inteligente y amable, también solía actuar demasiado optimista para el estándar de su grupo, pero Selene sabía que lo hacía por ella y para que se mantuviera fuerte y firme en la graduación. —Lo único que se me ocurre es practicar los fines de semana solos, porque... ya ven, ¡estamos condenados a perder en este maldito juego si no es así! —aseguró Selene quien cuando hablaba con sus amigos tenía que colocar su voz lo más gruesa posible y a veces le costaba que resultara algo fluido. Sí se había acostumbrado un poco a hablar como hombre, pero eso no quitaba la dificultad que ello tenía. Así que muchas veces prefería mantenerse callada por miedo a arruinar las cosas, especialmente cuando se trataba de conversaciones "muy masculinas" para su gusto. —Samuel... es absurdo que pretendas que seis enclenques lleguen al nivel del príncipe Demyan y sus amiguitos. Al menos tú puedes correr bastante rápido, pero algunos de nosotros simplemente terminamos embarrados de... ¡ni siquiera sé qué clase de sustancia usan en cremados! —se quejó casi llorando Arthur. Era un niñato insoportable y bueno para nada, pero a pesar de ello, a Selene le caía muy bien como el resto de sus amigos, aunque, claro estaba, todos pensaban que ella era un hombre y probablemente si supieran que era mujer serían como el resto, así que prefería no encariñarse con esos sujetos demasiado. Esperó a que alguno más hablara y finalmente todos continuaron con su comida teniendo una actitud de desánimo total. Era increíble lo incómodos que se podían llegar a sentir todos ante la sola presencia del príncipe Demyan, especialmente porque sentían que sería un suicidio intentar vengarse de las vejaciones a las que eran expuestos cotidianamente su grupo de brillys. Salieron del comedor desanimados, pero ya sabiendo que, en definitiva, no les quedaba de otra que acudir a sus actividades deportivas. Se cambiaron rápidamente, en el caso de Selene siempre con sus vendajes dando forma masculina a su cuerpo. Ya los chicos estaban en conocimiento de que "Samuel" tenía unas "horribles quemaduras" que tenía que tapar con las vendas y no preguntaron más que para saber el origen de ellas. Las historias inventadas de Samael y ella eran bastante buenas porque solían conocerse bien y estaban bastante compenetrados en términos de pensamientos. Y, en ese caso particular, habían planeado una historia alocada de experimentos con carbón que habían salido mal, lo que terminó siendo completamente creíble para sus amigos. Después de alistarse, fueron al "área de juegos" en donde vieron a Demyan y su grupo ya terminando de colocarle la pegajosa sustancia a la pelota. Al ver a los brillys sonrieron. —¿Listos para su paliza del día? —preguntó un chico atlético de cabello n***o y ojos azules, de nombre Tomi. —Ya quiero ver llorar a los brillys como niñitas —se burló uno de tez morena y ojos verdes con un rostro tan atractivo que todos aseguraban que era descendiente de algún dios, y cuyo nombre era Virkt. —Creo que lloran peor que niñitas. Ni siquiera mi hermanita llora como ellos —se burló esta vez Thorne, un chico muy alto y atlético de cabello castaño y ojos marrones claros que era el mejor amigo de Demyan. —Ya, ya... terminemos con esto, que sólo dan pena estos brillys —se burló finalmente el príncipe Demyan, mientras su séquito seguía preparando todo y los miraban con diversión. Se colocaron en sus posiciones a esperar lo inevitable. Selene se ubicó hacia atrás, como siempre, y Samael la miró con tristeza desde el frente. Su hermano siempre se aseguraba de recibir la mayoría de los golpes por ella y ella estaba muy agradecida, pero no podía evitar sentir pena por él. Demyan y sus secuaces se ubicaron en el lado contrario de la arena, todos con miradas sonrientes y con cuerpos imponentes. Era irrisoria la razón por la que los habían dividido en esos dos grupos de seis personas: Nobles contra Becados. Prácticamente eso era una burla a la condición que tenían, estaban dando a entender que, aunque ellos eran estudiosos y tenían altas probabilidades de desarrollar grandes cosas, siempre tendrían que estar a la merced de los nobles poderosos de la ciudad. Y lo más injusto era que esto era consentido por los profesores. La chica intentó concentrarse en lo que estaba pasando a su alrededor y vio la pelota golpear en ese momento a Robson, quien a duras penas había intentado atraparla, pero esta vez estaba realmente "cremada" y lo que consiguió fue que la pelota rebotara de sus manos a su cara, dejándole la nariz sangrando. ¡Eran unos bárbaros! ¡Unos brutos que se aprovechaban de su fuerza física para hacerles daño y bajarles los ánimos de continuar estudiando! Era un infierno estar en ese lugar, pero Samael y Selene habían prometido que harían lo posible para concluir sus estudios, ya que era lo que sus padres deseaban para ellos y eso les aseguraría un futuro más provechoso. Arthur tomó la pelota que había rebotado en la cara de Robson y la devolvió con toda la fuerza que pudo al grupo de Demyan y un musculoso de tez oscura y calvo la atrapó, dedicándole una sonrisa divertida a los chicos del otro lado. El sujeto, de nombre Morgot, relamió sus labios y lanzó con fuerza la pelota, eliminando esta vez sin ningún tipo de contemplación a Gilbert. Al menos ya faltaban sólo 4 por terminar. Selene tomó el balón en el aire y lo lanzó de vuelta con todas sus fuerzas, intentando darle a alguien, pero sólo consiguió que Demyan saltara para atraparlo y la mirara con malicia. "¡Oh, rayos!" —pensó asustada. Sabía que Demyan la odiaba y seguramente le lanzaría con todo lo que tenía. Y no se equivocaba, el chico hizo su giro especial para ganar velocidad en sus movimientos y luego lanzó la pelota a una velocidad mayor que la de una flecha. Y, para desgracia de Selene, se había movido del resguardo de su hermano. La pelota iba directo hacia ella y por la trayectoria le golpearía fuertemente el pecho. Eso era terrible, porque si sus pechos eran lesionados por la pelota, ella terminaría teniendo que destapar sus vendajes en la enfermería o buscar alguien que la atendiera fuera del castillo. Miró cómo la pelota se dirigía hacia ella sin poder moverse y lo que fueron una fracción de segundos ella hizo un movimiento para quedar de espaldas. Pero el golpe nunca llegó. Sólo escuchó algo caer frente a ella. La chica abrió sus ojos azules y miró hacia lo que estaba enfrente. Encontrándose a Samael en el piso, embarrado del extraño líquido y la pelota también en el piso, nadie la agarró, lo que indicaba que Demyan y su grupo repetirían turno. Corrió hacia su hermano y vio que la cara de este reflejaba dolor, mientras que se sostenía el hombro izquierdo. Lo examinó rápidamente y notó de inmediato que estaba dislocado y en ese momento quiso matar a Demyan, gritarle, darle una cachetada. Pero era el príncipe y, dicho sea de paso, ella no podía exponerse de esa manera. Robson tomó a Samael en brazos y lo cargó para llevarlo a la sala de cuidados. Selene quería acabar con esa agonía rápidamente, así que se posicionó normalmente entre Arthur y Marcus. Cuando Tomi lanzó la pelota esta vez, rebotó en Arthur y ella aprovechó de pararse al lado para recibir el rebote en su cabeza y ser eliminada también. Ni siquiera le importó ver cómo terminaban las cosas para Marcus, corrió de ese lugar a toda velocidad porque sólo quería ver a su hermano.
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