Capítulo 9: La cosecha

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En el Reino de Jaykad era muy normal que todos los noviembres se celebrara el llamado "Festival de la Cosecha", en el cual básicamente los campesinos llevaban sus productos a la capital... ¡y era la época que más había esperado Selene! Normalmente, para Samael y ella la cosecha implicaba quedarse en casa fantasiando con experimentos grandiosos y haciendo los preparativos con la comida que sus padres habían separado para el invierno, que empezaba todos los años en diciembre, todo esto mientras sus padres se encontraban en la capital y realizaban la venta de los productos que habían cosechado para la celebración. Sin embargo, al estar ellos en la capital, eso quería decir que verían a sus padres nuevamente y eso era algo que alegraba muchísimo a Selene, especialmente después de haber pasado ya varias semanas en Ciudad Adhaft y haber tenido que acostumbrarse a los maltratos de Demyan y su grupo de nobles imbéciles. Selene estaba cansada y odiaba infinitamente tener que lidiar con esos niñatos, pero al menos había conseguido mantener la farsa ya por dos meses sin problemas, no habían descubierto ni siquiera su situación. Por suerte, tampoco habían ocurrido más extraños eventos con Marcus, pero ella seguía algo preocupada de que él pudiera saber su secreto. "Debería calmarme, más bien" —pensaba constantemente. No servía de nada preocuparse, sabiendo que, en el caso de que él supiera algo, había alguna circunstancia por la que no lo estaba diciendo. Y, por otro lado, mientras el príncipe Demyan no se diera cuenta, lo cual seguramente acentuaría sus maltratos, lo demás no importaba—. "Eres fuerte, Selene. Todo saldrá bien. Un día más es un día menos en este lugar". Evadir sus preocupaciones era la forma más sensata para vivir, aun cuando incluso había tenido nuevamente que hacer algunos trabajos con el príncipe, pero también tenía mucha suerte de tener a Dymion como su protector, era un chico maravilloso y Selene no podía negar que la hacía sentir muy bien hablar con él, especialmente en los momentos en los que se encontraban viendo el amanecer, lo que se había convertido en la rutina favorita de ella. Como ese día, segundo sábado del mes, a sólo dos sábados se ver a su madre, estaba tan feliz de poder reencontrarse con ella que no había podido dormir en los últimos días y se levantaba más temprano que nunca los fines de semana a ver el amanecer, y parecía ser que Dymion no perdía la oportunidad de reunirse con ella en esos momentos. Se sentó con el libro Mediciones y controles: una guía para cálculos territoriales. Tomo I, que en realidad era un libro que explicaba las bases de la magia y que ella había convertido en su libro predilecto e, incluso, había ido apuntando cosas mientras lo leía, por lo que tenía pergaminos sueltos en el interior y apuntes en los costados del libro. Tanto ella como Samael lo leían siempre, pero su hermano era más descuidado con los apuntes, así que ella era quien se mantenía leyéndolo. Siguió repasando los datos de la Luna, porque había empezado a notar todos los cambios que ocurrían con las fases lunares y por fin entendía las bases necesarias para empezar a liberar la magia, aunque sinceramente, por lo difícil que era el tipo de magia del que hablaba ese libro, no habían conseguido empezar a hacer nada. —¿Estás bien? —cuestionó una voz conocida desde atrás, susurrándole al oído. Selene volteó y tuvo la nariz del príncipe Dymion a centímetros de la de ella, además de poder sentir su respiración y esos ojos verdes penetrantes que la estaban mirando fijamente, por lo que no pudo evitar sonrojarse, y él simplemente empezó a reír, para luego sentarse a su lado. —E-estoy bien —respondió Selene con su voz masculina algo tambaleante e intentando no sentirse intimidada por la presencia de Dymion, y cerrando rápidamente el libro entre sus manos para colocarlo sobre sus piernas, dejando notar el nombre del "aburrido" libro de mediciones. —Que bueno verte otra vez aquí —señaló con una enorme sonrisa el príncipe mayor, y ella sintió su corazón lanzar un latido mientras él miraba al frente—. Creo que los sábados acabarán convirtiéndose en mis días favoritos de la semana, porque es lindo ver el amanecer junto a alguien con cerebro... siempre podemos hablar de cosas interesantes —afirmó, sin mirar a Selene y luego sacó un libro de una pequeña bolsa que llevaba con él—. Hoy justamente traje este libro, anoche lo terminé y pensé en que sería interesante compartirlo. —Mantuvo su mirada hacia el frente, pero le tendió el libro a la chica, quien parpadeó por un momento, para luego tomar entre sus manos el libro. Selene leyó el título del libro: "Los cambios astrónómicos y sus consecuencias", se notaba que era un libro nuevo, porque hasta por su olor y las características de sus páginas se notaba que no debía tener más de dos años. Era la primera vez que tenía entre sus manos un libro tan nuevo sin que fuese de la biblioteca central de la escuela. —Se ve... interesante —aseguró Selene, dedicándole una sonrisa a Dymion, y él volteó en ese momento. —Sabía que te gustaría... y por ver esa sonrisa creo que estoy dispuesto a arriesgarme —expresó con cariño y con una sonrisa realmente dulce. Y el corazón de Selene se agitó con esa simple frase, estaba emocionada de que existiera alguien que le dijera palabras tan hermosas. "Pero soy un hombre ahora" —pensó reprendiéndose por dejarse llevar por esa sonrisa. El príncipe Dymion era dulce con todas las perosnas, debía evitar confundirse. Ella tenía un rol masculino y no iba a permitir que nadie la considerara un cyrill. ... Esa tarde, todos sus amigos salieron de fiesta, como siempre, arrastrando a Marcus a pesar de que él insistió en que no quería ir más de una vez. Samael y ella se quedaron, pero en el caso de Samael era porque había una mucama que parecía habérsele regalado poco antes ese mismo día. Así fue como ella se quedó completamente sola en el cuarto leyendo el libro de siempre, y nuevamente le llamó la atención un capítulo que no había leído casi, en este mostraban algunos puntos corporales que contribuían a liberar la magia, mostrando, en esencia, cómo esta magia podía aparecer como resultado de una especie de "alquimia s****l", que se liberaba con algo llamado "orgasmo". Sentía como un tabú leer ese capítulo, así que evitaba mucho leerlo nuevamente, pero ese día se sentía demasiado atraída a experimentar las sensaciones que su cuerpo le ofrecía, como la vez que se había tocado en "su botón" pensando en Demyan. "Eres una demente... ¡iugh!" —pensó incómodamente al recordar que había sentido placentera esa sensación mientras se imaginaba siendo tocada por su acosador. Pero esta vez su cuerpo le pedía repetir eso mismo, imaginando a Dymion en el proceso. Ella ya había entendido que el orgasmo era algo normal, pero también decía que disfrutar de ese placer tenía que ir vinculado a sentirmientos puros que le ofrecieran algún poder mágico. "¿Y qué más puro que Dymion? Es demasiado buena persona" —pensó reforzando el sentimiento que le producía el mayor de los príncipes. Se aseguró de que nadie estuviera cerca y colocó una runa de alerta en la puerta para poder explorarse con tranquilidad. Volvió a su cama y cerró las cortinas, revisando primeramente las instrucciones del libro para que esa exploración le permitiera liberar algo más de energía mágica. Terminada su lectura, Selene se quitó la parte de abajo de su ropa y se tapó completamente con las sábanas, para que fuese más fácil ocultarse en caso de que alguien llegase. Acarició el contorno externo de su intimidad y sintió cómo eso despertaba en ella sensaciones, lo que la hizo dejar salir un pequeño suspiro, le encantaba, se sentía muy bien. Y empezó a pensar en Dymion, en esa mirada, esa dulce sonrisa que le dedicaba todos los sábados, sus atenciones y lo mucho que disfrutaba de su compañía, y eso aumento el deseo que empezó a sentir de acariciarse mucho más, haciendo énfasis en su ya conocido "botón". Se sentía placentero hacer eso, especialmente cuando era la cara del príncipe mayor la que pasaba por sus pensamientos. Sintió cómo esa región iba humedeciéndose más en la medida en que se tocaba y eso hizo que su mano deseperada se introdujera en el interior. Ella necesitaba más y no le importaba en lo más mínimo que toda su vida se viera truncada por ese deseo. Igualmente, no pensaba vivir como mujer nunca más. Dejó entrar un primer dedo en su cavidad y estaba sorprendentemente húmeda, el líquido era viscoso y por algún motivo eso le gustó. Quería más, por lo que introdujo un segundo dedo, pero su estrecha cavidad empezó a contraerse más con ello llevándola casi de inmediato a sentir el mismo placer desbordado que la primera vez que lo había hecho... pero esta vez imaginando la imagen del chico más dulce que hubiera conocido en su vida. ... Haber liberado algo de poder le facilitó aprender algunas cosas del libro, ayudándola luego a enseñar a su hermano cosas simples como elevar una pluma o hacer crecer una semilla, aunque reconocía que era desgastante, pero por suerte, ver a Dymion en sus momentos privados de los sábados viendo el amanecer parecía restaurar todo eso. Poco después, entendió que eso era parte de lo que nutría la energía mágica en su cuerpo y por eso no pudo evitar querer detallar cada rasgo, cada facción del príncipe, empezando a notar cuán guapo era. El problema era que su cerebro ocasionalmente le jugaba malas pasadas haciéndola ver a Demyan ahorcándola mientras la tocaba en cada centímetro de su cuerpo y simplemente torturándola en esos momentos en los que tenía que repetirse a sí misma que no le gustaba el príncipe heredero. Así fue como los días pasaron y finalmente llegó el día en que iniciaría el festival. Sus padres siempre llegaban el mimo sábado en que empezaba el festival temprano en la mañana, ya que salían de su pueblo antes del amanecer, así que, después de ver a Dymion ese sábado y comentarle que sus padres estarían en uno de los puestos agrícolas, se preparó para ir a verlos apenas llegaran. Por suerte, su hermano era capaz de enamorar a casi cualquier chica con sus encantos, así que había conseguido con una de esas chicas información de la localización exacta del puesto agrícola de la familia Von Strauss, por lo que los gemelos encontrarían a sus padres antes de que estos siquiera imaginaran que sus hijos estaban en las cercanías. Selene sonrió como tonta al imaginar la alegría de su madre al verla y luego cuando las runas del tiempo del cuarto marcaron el cambio de horario, Samael y ella partieron al centro de la ciudad. Ciudad Adhaft estaba más activa que nunca y había muchas chicas mirándolos, y no era para menos, ambos eran gemelos y no era tan común que hubiera gemelos llamativos como ellos. Además, su hermano era un galán que saludaba a las chicas y les hacía señas para "verlas después", que hacían que con un sonrojo le devolvieran el saludo y algunas hasta aceptaban su invitación... definitivamente su gemelo no tenía ningún remedio. Finalmente, llegaron al lugar en donde estaba el puesto de sus padres y Selene no pudo contener la emoción al ver a su madre, por lo que corrió a abrazarla, para luego recibir un regaño porque "los hombres no abrazan de esa forma a sus madres". La chica rodó los ojos con fastidio y luego ambos hermanos se dedicaron a dar apoyo a sus padres en la preparación del puesto, mientras escuchaban cómo la máquina de riego que les habían dejado los ayudaba a maximizar la producción. Incluso, su madre les dijo que había llevado para ellos un saco de manzanas para que compartieran con sus amigos, lo que alegró muchísimo a los jóvenes. —Hija... —la llamó su madre en un susurro, para que nadie escuchara y ella se acercó—. Necesito hablar contigo en privado. Dejemos a Sama y tu padre en el puesto. Selene asintió y se fue con ella, quien la llevó hacia las afueras de la ciudad, aunque en el camino pasaron por un montón de negocios, incluso el de la familia de Gilbert, en donde su compañero la saludó a distancia gritando: "¡Samuel! ¡Pasa luego por el puesto de mis padres!" y ella le contestó que luego lo haría para luego salir de la ciudad con su madre. Llegaron por fin a un pequeño lago que quedaba a las afueras de la ciudad y en donde en ese momento apenas se veían algunas parejas haciendo picnic co cosas que habían comprado en el festival. Selene y su madre se sentaron para hablar. —Iré al grano: vengo del otro lado del océano...
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