Capítulo 8: A gusto o no

2063 Words
Después de volver a realizar su transmutación, consiguió que el trabajo quedara bien y que el príncipe pudiera replicarla, lo que le agradó muchísimo, pues realmente Selene estaba desesperada por irse de ese lugar. Le tocó apurar las cosas y trabajar aún con algo de lo residuos el primer intento, pero pudo terminar a una buena hora para alcanzar a su hermano en el circo, este seguramente habría al menos conseguido entradas para ver la función, o eso esperaba la chica, pues le molestaría mucho enterarse que ese irracional hubiera gastado el dinero en otra cosa, especialmente si eso implicaba follarse a una trapecista, como ya había pasado anteriormente. —Ya sabes, brilly, tenemos algo pendiente, pero será en otra oportunidad que lo resolvamo —afirmó Demyan apretando a Selene por el cuello antes de salir y dejándole la incomodidad—. Ya me encargaré yo de que la próxima vez mi molesto hermano no esté por los alrededores. Salió del castillo completamente horrorizada con lo que acababa de decirle el chico y corrió como si estuviera siendo perseguida, necesitaba alejarse lo más pronto posible de ese príncipe insoportable. Selene definitivamente no estaba lista para vivir ese tipo de experiencias y mucho menos como consecuencia de una frase estúpida que había dicho en un momento de enojo. Finalmente llegó a la calle principal y dejó de correr al ver que la gente la estaba mirando extraño. Asió firmemente su mochila y caminó en dirección a la universidad para cambiarse la tela que se estaba colocando para controlar su sangre antes de reunirse con su hermano. Tenía que estar en el circo antes del anochecer porque la primera función era entrando la noche. Tras terminar de cambiarse y salir rápidamente del baño, se asustó mucho al ver una sombra en el lugar. Se suponía que la habitación estaría vacía ese sábado porque casi todos sus amigos habían ido a sus actividades favoritas, incluso emborrachándose en los prostíbulos de la localidad. —¿Quién está ahí? —cuestionó con su voz masculina, intentando no demostrar su temor, mientras escondía el saco con el que botaría más tarde las telas con residuos de su sangre. No hubo respuesta alguna y en ese momento Selene caminó hacia su cama para tomar su mochila. —¿Por qué tan nervioso? —preguntó una voz conocida tras ella y se volteó de inmediato—. ¿Ah, Samuel? Cuando volteó, unos ojos grises la miraron desde la cama de atrás, escondido tras la cortina de la cama. —¡Marcus! ¡Me asustaste! —exclamó ella con su voz masculina—. ¿Qué haces aquí? El chico se encogió de hombros y abrió un poco para ver mejor a Selene, parecía tener una mirada inquisidora y eso hizo que ella por un momento volviera a tener el presentimiento de que él conocía su secreto. No iba a conseguir aguantar la angustia y se estaba sintiendo muy mal de sólo pensar en eso. Sin embargo, él habló nuevamente: —Me aburren las prostitutas, así que preferí quedarme aquí a adelantar contenido. Estaba parado en la biblioteca cuando abriste la puerta del baño, pero preferí volver a sentarme en la cama para también preguntarte en qué momento habías llgado —comentó como si nada. ¿Eso quería decir que Marcus había estado ahí todo ese tiempo? Esperaba que no se hubiera dado cuenta del momento en que ella empezó a preparar las telas que se llevaría al baño, probablemente pensaría que era extraña esa actitud. Pero ella no había notado ningún movimiento en su cama, así que dedujo que probablemente estuvo dormido hasta que ella salió del baño. Era mejor no preocuparse por esas tonterías, ¿cierto? ¿No pasaría nada? —Ah, ya veo. Yo me voy a encontrar con mi hermano en el circo, no sé si sabes... eh... hay un circo en la ciudad. Marcus asintió manteniendo su mirada sombría y tomó un libro que tenía a su lado para seguir leyendo. —No me interesan esas cosas. Espero que te vaya bien. Selene prefirió no continuar hablando con él, porque siempre era así de misterioso y la verdad ella no necesitaba elevar las sospechas sobre su identidad (en caso de que las hubiera). Salió disparada apretando su mochila y el saco que tenía que botar antes de ir al circo, quedaba poco tiempo para la hora de encuentro con su hermano. ... Se encontró con su hermano a la hora acordada y este parecía un poco fuera de foco y se notaba que no había investigado nada bueno en lo que iba de día, por lo que sosprechó que había estado coqueteando con alguna chica. No obstante, Selene tenía que preguntar para ver en qué condiciones estaba su investigación. —¿Y? ¿Qué averiguaste hoy? —Eh... no mucho... ¡pero te juro que tengo un motivo para ello! —se anticipó al regaño de su gemela y luego se pasó la mano por el cabello alborotándoselo—. Es que conocí a una chica del circo... ¡pero te juro que no es lo que parece! O sea, es una chica agradable y aproveché de interrogarla para ver si era viable... ya sabes... meternos en la noche cuando la luna se posicione en el lugar que ya hemos previamente calculado —explicó y por fin la joven empezó a tranquilizarse, pasándose también la mano por el cabello para alborotarlo un poco—. Y me prometió que nos ayudaría, así que tuvimos sexo, pero fue algo rápido. —Entonces podremos pasar —repitió ella y él asintió. Ya con un plan, entraron a ver la función del circo... lo que se avecinaba sería bastante interesante. ... Llegada la noche, tras haber visto la función y prestarle especial atención a cómo los circenses utilizaban sus habilidades mágicas potenciadas para hacer un show impresionante, Selene y Samael se quedaron apartados esperando la finalización de todas las funciones del circo, antes de recibir el llamado de la nueva conquista del chico. Cuando por fin ocurrió la hora convenida, una rubia con los ojos azules y unos movimientos tan gráciles que, incluso, parecía brillar mientras caminaba, se acercó a los hermanos, y Selene no pudo evitar ver que su gemelo la miraba completamente embobado. "Hombres" —pensó indignada mientras la rubia acariciaba a Samael por la mejilla y lo empezaba a guiar por un sendero cercano al bosque. Los tres bajaron con mucho cuidado por el sendero que ella les mostraba, lo cual iba haciendo gracias a la iluminación que lograbacon las luces mágicas que iba creando. Selene estaba impactada, porque ella nunca había visto a nadie maniobrar también con unas luces en la medida en que iba caminando. Apuraron el paso casi al final y en ese momento la chica rubia los detuvo y les hizo una seña para que se callaran, para luego mostrarles la reunión que tenían sus compañeros en el claro del bosque, cercano a donde ellos se habían detenido. Así fue como, por primera vez, Selene vio cómo los circenses estaban aprovechando la luz de luna que entraba sobre ellos por la abertura del claro en dirección a una mesa central, en la que había también una serie de runas y unos objetos que ella no conocía y que parecían estar brillando también. Se miraron fijamente los dos hermanos y supieron de inmediato que eso era justamente lo que ellos siempre habían querido saber, era impresionante y definitivamente demostraba que había una influencia, "algo" que hacía que la luna actuara sobre los poderes mágicos y eso era importante para ellos. Ambos asintieron entre sí, sabiendo lo que estaban pensando. —Ahora debemos irnos —informó Samael a la chica intentando moverse. —¿Irse? ¿Cuándo dije que aceptaría que les permitiría irse? —cuestionó ella con diversión, haciendo aparecer en sus manos unas esferas de luz extrañas, con las que atacó primero a Samael y luego a Selene. Lo último que la pelinegra sintió fue cómo su pecho era golpeado por una esfera de luz que le daba una descara eléctrica, y segundos después perdió el conocimiento. Esperaba que eso no terminara siendo un problema. ... Despertó notando sus muñecas siendo apretadas por una soga y miró a su alrededor. Se encontraba en la carpa del circo, pero elevada a la altura de los trapecios, sólo que estaba atada a dos de los trapecios, una mano atada a uno y la otra a otro, con las piernas suspendidas en el aire y sintiendo que con cualquier momento podría caer. Buscó a su hermano y lo encontró atado en otros trapecios frente a ella, sólo que él aún se encontraba inconsciente. —¡Samael! —gritó ella, alertándolo y él fue abrendo los ojos lentamente, con una mirada confusa, mientras Selene lo veía con infinito odio—. ¿Ves por qué te digo que dejes de follarte a las trapecistas? —se quejó con una pregunta retórica y desprendiendo todo el veneno posible con esas palabras. Su hermano aún parecía confundido, pero luego empezó a moverse como intentando bajarse de los trapecios, sin conseguir nada. —¿Eres idiota? Estamos atrapados —bufó con indignación Selene—. Ni siquiera veo en las inmediaciones a la golfa con la que estabas. —Estoy aquí —señaló una tercera voz, la ya conocida voz de la chica con la que habían estado recientemente. De repente un trapecio bajó con la rubia parada sobre él en una pose delicada—. Es curioso... no hablas como hombre, como hacías hace un momento —expresó haciendo un giro en el aire y quedando sentada sobre el trapecio con las piernas cruzadas una sobre otra y apoyando el codo en una de las piernas para colocarse la mano en el mentón con gesto dubitativo—. Es extraño... ¿eres un cyrill? Selene abrió la boca con indignación, pero la cerró rápidamente pensando en qué decir. —Eso no es de tu incumbencia —sentenció finalmente, volviendo a utilizar su voz masculina. —¿O es que acaso eres...? —¡Pues claro que no! —intervino con enojo la pelinegra, moviéndose con indignación para intentar atinarle una patada a la rubia, aunque ya sabía que estaban bastante ditanciadas. La trapecista empezó a reír y luego volteó hacia Samael. —Lo que vieron hoy podría meterme en problemas, ¿por qué debería dejarlos ir? —interrogó ella en dirección hacia el joven, quien primero la miró fíjamente. El trapecio se movió y la chica quedó casi cara a cara con Samael, mientras Selene pasaba a ser completamente ignorada por ambos. —Te doy mi palabra de que no es así, sólo somos unos investigadores, unos chicos de ciencia que quieren potenciar sus capaciades. No estamos de acuerdo con las estúpidas reglas de nuestro reino. —Y eso era cierto, de no ser así, Selene no estaría ahí fingiendo ser Samuel. Nuevamente la trapecista hizo mover el trapecido y quedó en medio de los dos hermanos, para luego dar un giro y saltar, pero en lugar de caer al vacío, otro trapecio apareció y ella lo tomó y luego hizo un salto con giro en el aire que le permitió volver a subir al trapecio en el que había estado primero y quedar parada nuevamente. —Bien... pero hagamos un pacto de sangre. Prometerán que, si algún día cuentan lo que vieron a alguien que no seamos nosotros mismos, empezarán a arder —pidió ella con tranquilidad, como si estuviera hablando de una tontería, cuando realmente estaba estableciendo una regla un poco extrema. Selene y Samael se vieron fijamente, no podían creer lo que ella estaba sugiriendo y eso los horrorizó por un momento, pero luego ella asintió en dirección a su hermano y él accedió con algo de desgano también. Sólo debían evitar contar lo que vieron, ¿no? No implicaba que tuvieran que dejar de trabajar sobre la luna y su actividad como potenciador de poderes mágicos. Tras aceptar las condiciones de la rubia, por fin Selene y Samael fueron liberados y volvieron a la universidad. Ya lo siguiente sería correlacionar los resultados y empezar a establecer las condiciones para sus futuros experimentos... y el libro que ella había encontrado seguramente tendría más inforación. ¡Vaya que las cosas se estaban poniendo interesantes!
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