Capítulo 21: Heridas invisibles

2534 Words
Intentó evadir a los príncipes los próximos días, no podía dejar de pensar en las experiencias totalmente opuestas que había vivido con cada uno de ellos. Por un lado, estaba Demyan, que había sido dócil casi todo el invierno con "Selene Mynth" y luego la había hecho experimentar un orgasmo increíble sólo con su boca. Y, por otro lado, había besado a Dymion mientras estaba en su versión masculina y luego había aceptado que la dibujara en su versión femenina. No sabía qué pensar de lo que serían sus próximos encuentros con ambos, sabiendo que su cuerpo había respondido bien a los eventos ocurridos con ambos. Se sentía como una blasfema e impura, y sabía que si descubrían que era mujer iba a ir directo a la horca. Pero los días pasaron mucho más tranquilos de lo que ella esperaba. Creyó incluso que Demyan la acosaría por lo que había dicho “Selene” sobre que “Samuel” era mejor que él, imaginaba su ego herido, pero, por lo contrario, Demyan no había coincidido en el comedor en ninguna de las comidas. Dymion regularmente no salía en los mismos horarios que las demás personas, además de que Selene sospechaba que él comía en su cuarto, como parte de sus “beneficios de príncipe”. Sus compañeros fueron llegando de las vacaciones de invierno y Selene finalmente empezó a olvidarse de las cosas, para el 10 de enero las clases empezaron nuevamente y los primeros tres días fueron extraños, porque no vio a Demyan por ningún lado. Incluso, pudieron ganar en cremados con una buena estrategia, dado que la mole acosadora no estaba entre los nobles. Para el 13 de enero, sus compañeros empezaron a susurrar que era extraño que Demyan no hubiera vuelto a las clases, pero el profesor Diyor fue el que más parecía enojado por no haber vuelto a verlo dentro de las aulas. Selene supo que algo estaba mal en esos días y decidió que tenía que hacer algo, porque se sentía culpable de que su acosador hubiera dejado de asistir a las clases. Hasta los nobles hacían comentarios de que no sabían nada de Demyan, que incluso estaba pidiendo la comida a su habitación. No podía creer lo que probablemente estaba a punto de hacer, pero sabía que era la única forma de cambiar las cosas. Tras finalizar las clases de Runas Básicas, Selene decidió hablar con el profesor Diyor y preguntarle que si quería que se encargara de llevarle tareas a Demyan. A lo que el profesor accedió. —Sé que fue usted, Von Strauss, quien ayudó a estudiar a Zhaum, y no debió haberlo hecho —habló el hombre mayor, amenazadoramente, y mirando con disgusto a Selene. —Consideré que era lo correcto, profesor —se defendió, con su voz más masculina posible—. Y él logró aprenderse todas las piedras-runas. —¡Y eso no debería ser suficiente! —gritó el hombre, enojado—. Entiendo que quieras ayudarlo, pero el príncipe debe ser un hombre responsable, si desea ser el heredero al trono. No importa si aprueba los exámenes, de ser necesario lo haré aprender a ser responsable a la fuerza, con los castigos que sea necesario imponerle —contó el anciano, aún enojado—. Acepto que le lleves las tareas, y también te daré material extra. Pero no quiero que Demyan sólo apruebe en los exámenes finales, más le vale trabajar duro todo el trimestre —sentenció y le entregó varios libros y un montón de pergaminos a Selene. Ella quería decir algo, pero lo mejor sería que evitara entrometerse demasiado en ese problema. El profesor no cambiaría sus opiniones y no aceptaría que Demyan recibiera ayuda tan fácilmente, pero con esas palabras ella por fin pudo entender que el castigo de Diyor había sido realmente injusto, y que Demyan sí había aprobado el examen de Runas Básicas. "Y, como si fuese poco castigo el tener que permanecer encerrado todas las vacaciones de invierno, también le hice lo que le hice” —pensó, sintiéndose peor por lo que había pasado. Tenía que hacer algo para enmendarlo, y empezaría por ir a hablarle en persona. ... Después de desocuparse de todas sus actividades, y haciendo caso omiso al hecho de que sus amigos querían salir para “empezar el festejo por los 20 años de los gemelos Von Strauss”, Selene fingió que tenía cosas para estudiar y que iría a la biblioteca, para tener una excusa para alejarse de sus amigos. Efectivamente, primero fue a la biblioteca a investigar unas cosas y prepararle unos resúmenes a Demyan, como parte de su intento de disculpa, además de que sería una forma de evitar que le pegara al aparecerse en su cuarto con tareas de Diyor. La biblioteca estaba incluso más vacía de lo normal y prefirió no permanecer demasiado en ella, especialmente cuando empezó a oír las voces de los espíritus que la molestaban, que esta vez andaban atormentándola con que por su culpa Demyan no había vuelto a las clases. Iba a hacer un hechizo para alejarlos, pero en ese momento apareció en el lugar una mucama para limpiar. La chica la miró sorprendida y Selene la reconoció de inmediato. —Hola, ¿eres la chica del otro día? —interrogó y la joven asistió—. Un gusto verte. La chica se ruborizó mucho y siguió en lo que hacía. —No te preocupes, no voy a hacerte daño. Ya me voy —se despidió tranquilamente, y la joven hizo un ademán como si quisiera decir algo, pero finalmente se quedó callada. Selene subió a la habitación de Demyan, ya con todo organizado. Después de subir las escaleras, notó que ese pasillo estaba un poco más transitado que las otras veces que había ido. Había varios jóvenes jugando juegos de cartas en algunos mesones grandes que estaban en una habitación, otros hablaban animadamente sentados en los grandes ventanales. Pero todos eran nobles, era algo que destilaban, la clase, la forma en que se comportaban, jamás se parecía a cómo era el comportamiento de Selene y sus compañeros, o de los otros becados que estaban en los otros años. Estaba un poco ansiosa porque sentía que la veían raro, pero mantuvo su frente en alto mientras llevaba todos los libros y pergaminos que eran para dejarle su tarea a Demyan. Subió unas escaleras hacia la torre en la que se encontraba la habitación del jóven, y pasó por el pasillo por el que estaba la habitación donde se cambiaba, pasó lentamente, por si lograba ver a Dymion, pero no salió en ningún momento. "No seas tonta, debe estar ocupado, él tiene muchas responsabilidades" —se recriminó mentalmente. Siguió subiendo por la torre y finalmente llegó al pasillo donde se encontraba la habitación de Demyan. Suspiró y caminó decidida hasta el lugar. Ya al frente de la habitación, tocó la puerta. —Lo que sea que necesite, puede dejarlo en la mesa de afuera —oyó decir al príncipe y bufó indignada mientras miraba con molestia la mesa en la que había un cesto de ropa limpia que seguramente una mucama había traído antes. —Necesito hablarle, Su Alteza, soy Samuel Von Strauss —se presentó ella, utilizando su voz masculina, mientras se mantenía altiva. No iba a regresarse con ese montón de libros y pergaminos y exponerse a que los nobles se burlaran, ¡jamás! Tenía su orgullo. —¿Qué haces aquí, brilly? ¿Vienes a burlarte? —preguntó con una voz incómoda Demyan. —Traje la tarea del profesor Diyor —respondió tranquilamente. —No me interesa. —Me confesó que te reprobó por gusto y que tú habías aprobado el examen final. No estaba segura de que eso sirviera de algo, pero apeló por irse por lo más seguro. Segundos después, la puerta se abrió de golpe. —¿Es en serio? Demyan parecía un desastre, se notaba que no se había afeitado la barba en varios días y olía terrible, Selene estuvo a punto de vomitar al percibir ese olor, pero prefirió mantener la calma, se supone que había olido cosas peores, como los zapatos de su hermano después de ir a visitar a una mujer casada que vivía en un bosque a tres horas de distancia. Se veía bastante triste, pero al mismo tiempo indignado, probablemente porque pasó sus vacaciones encerrado por culpa de ese viejo y resultó ser que no merecía ese castigo. —Sí, ¿puedo pasar al menos a dejarte la tarea? —cuestionó con su voz masculina e intentando no olfatear demasiado al príncipe. Él suspiró y la dejó pasar. Y si Selene pensaba que el príncipe daba asco, no se imaginaba lo que encontraría en esa habitación. Restos de comida desperdigados y algunos en estado de descomposición, insectos comiendo residuos de no sabía bien qué en todas las esquinas. Además de que había un montón de ropa sucia y sábanas en una esquina, enrolladas y en quién sabe qué condiciones. —Déjalo ahí, brilly, no estoy de humor —señaló un mesón cerca de la chimenea, el cual se veía completamente asqueroso, así que ella simplemente colocó las cosas en un sofá que se veía bastante decente. —Deberías volver a clases, puedo ayudarte a obtener mejores calificaciones —expuso Selene directamente, con su voz masculina e intentando no dejar salir su "lado femenino" tras toda la asquerosidad que estaba presenciando. —No quiero tu lástima, ella te lo dijo, ¿cierto? Me dejó completamente humillado. Demyan no se veía como siempre, no parecía el mismo sujeto que normalmente la intentaba ahorcar o buscaba formas de golpear "a Samuel" para demostrar su superioridad, se veía totalmente indefenso y como si todo ese ego se hubiera desinflado con tan poco. —¡Oh, vamos! ¡Sabes perfectamente que Selene es mi chica! ¡Obviamente dirá que soy mejor! —exclamó ella, metiéndose tan bien en el papel de Samuel que hasta ella misma se había impresionado con lo que acababa de decir. —Quería demostrar que podría quitártela, ¿qué podrías tener tú de especial? Bueno, eso realmente había sido ofensivo. Selene quiso abofetearlo en ese momento, pero se contuvo porque eso no habría sido para nada masculino. —Pues... al menos tengo excelentes notas en Runas Básicas, cosa que tú necesitas este trimestre. ¡Así que debes ponerte manos a la obra! —intentó motivarlo. —¿Y qué ganaré con eso? Estaba tan desanimado que Selene no sabía cómo volver a animarlo. Así que optó por empezar a arreglar la mesa asquerosa junto a la chimenea, para al menos dejarle el material de estudio donde él había sugerido. —Quizás no ganes nada, pero al menos podrás tener a tu padre tranquilo. ¿No crees que eso debería bastar? —indagó ella. Mientras tanto usaba una funda de sábana para meter todas las cosas asquerosas de la mesa, hasta que encontró una cucaracha y chilló asustada, con un tono casi femenino, lo que la alegraba porque estaba dejando de chillar como niña. No obstante, para Demyan fue lo suficientemente femenino para empezar a reírse. —Eres todo un cyrill cuando gritas así —se burló—. Supongo que puedo intentar retomar las clases, pero quiero verla nuevamente, quiero que ese sea mi premio —mencionó casi en tono de súplica. —Supongo que puedo hacer eso —accedió Selene, volteándose y dedicándole una sonrisa—. Aunque quiero que dejemos claro que no soy un cyrill. —Bueno... te creeré. Supongo que tomaré un baño para que no me sigas mirando y arrugando la cara —se burló nuevamente—. Un gesto totalmente masculino, claro —dijo con sarcasmo mientras tomaba una toalla—. Espera aquí para que me expliques lo que mandó el viejo Diyor —pidió y se metió al baño. Selene iba a decir algo más, pero Demyan ya se había ido, y no pudo evitar sonrojarse al recordar el enorme m*****o de Demyan. Necesitaba controlarse o terminaría pareciendo un verdadero cyrill si se sonrojaba al verlo salir del baño. Terminó de limpiar la mesa y ordenó los apuntes sobre lo que tenía que preparar para la semana siguiente, además de marcar con unas tiras de colores las partes de los libros en donde estaban todas las piedras-runas de las que hablarían la semana siguiente, así como la fundición que se tenía que aplicar para el fortalecimiento de escudos y armaduras. —¡Listo! —exclamó con un tono más alegre Demyan, saliendo del baño y alertándola de que había vuelto. —Exclente porque así... —Selene detuvo sus palabras debido a que en ese momento vio a Demyan completamente desnudo y se tapó la cara por instinto. —Ey, brilly, ¿qué clase de gesto afeminado es ese? —se burló Demyan—. ¿Acaso te gusta mi v***a? —¡Claro que no! —gritó enojada, con su voz más masculina posible—. ¡Pero tápate! ¡Es una falta de respeto que recibas a tus visitas así! —Somos hombres, ¿qué tiene de malo? —preguntó Demyan acercándose más, y Selene tuvo que esforzarse por mirarlo a la cara, que reflejaba una total superioridad en ese momento. —No tiene nada de malo, pero es algo que no queda bien en un m*****o de la realeza, Su Alteza. Demyan bufó. —Odio ser de la realeza, brilly, sólo me interesa follarme a todas las mujeres que pueda —enfatizó, causándole repulsión a Selene. —Pues puede hacer eso mientras intenta conservar su dignidad, pero bueno, a lo que vamos, le explicaré todo lo que debe estudiar y me retiraré. Selene procedió a explicarle a Demyan todo, mientras luchaba con sus ganas de mirarle la entrepierna porque era como si su m*****o fuese tan grande que tuviera vida propia, incluso aunque no estaba erecto en ese momento. Después de unos minutos de incesante tortura, terminó de indicarle todo lo que debía hacer al príncipe. —Intente organizar su vida, y su habitación, lo que resta del fin de semana, Su Alteza. Yo vendré el domingo para prepararle toda la información de las clases de la semana que viene. Demyan bufó nuevamente. —Ninguna mucama vendrá a mi habitación si yo estoy aquí. Selene dudó por un momento. —Traeré una, Su Alteza, pero agradeceré que sea discreto... y se vista —finalizó ella, mientras le recordaba las fachas que tenía—. Ahora, me retiro, vendré el sábado con la mucama, adelante su tarea de Runas Básicas, para que el domingo sólo tengamos que preparar las otras materias. Selene se retiró de la habitación, y bajó las escaleras totalmente avergonzada, sin prestarle atención a lo que había a su alrededor. Entró a su habitación y cerró la puerta con un poco más de fuerza de lo normal. —¡Soy una imbécil! —se quejó con tono femenino. —¿Quién está ahí? —escuchó la voz de Marcus somnoliento y no le quedó de otra que salirse de la habitación antes de tener que explicar por qué había dicho ser "una".
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