CAP 26 VOY A DIVORCIARME

1126 Words
Melina se detuvo frente a ellas.. “Buenas noches señorita Rinaldi”. Nidia y Melina también se saludaron, se habían hecho amigas al trabajar para Rosalía. Melina llevaba un vestido n***o y Nidia un morado, iban muy bien vestidas para la ocasión. Entraron las tres juntas, ya la gente había llegado al lugar y estaban acomodándose en sus lugares para que el maestro de ceremonias empezara el programa. Pablo desde su mesa miró a Rosalía llegar con Melina y Nidia, se veía hermosa y sensual, él apretó los puños, todos los hombres la admiraban de forma obscena o eso creía él con sus celos, su esposa que estaba sentada a su lado también notó la llegada de Rosalía y miró detenidamente a su esposo, su semblante era colérico y no apartaba la vista de su prima, ella siempre había tenido sus sospechas sobre ellos, pero no podía creer que tuvieran una relación, si eran primos. “¿Cariño?”. Ella tomó su mano, sintió como él apretaba fuertemente y como sus nudillos estaban rojos. Pablo giró a ver a la mujer a su lado en silencio, había salido del trance. “¿Qué?”. Dora preocupada preguntó. “¿Te encuentras bien?”. Pablo se soltó de su agarre levantándose de la mesa y diciendo. “Regreso en un momento”. Dora solo asintió en silencio y lo observó irse. Rosalía saludaba a algunos invitados importantes, los accionistas la miraban de forma disgusta, pero no podían hacer ni decir nada, ella era la jefa ahora. Pablo caminó hasta ella tocándola del brazo. “¿Podemos hablar?”. Rosalía se giró perdiendo completamente su sonrisa al verlo, no quería problemas, últimamente Pablo estaba incontrolable, sus celos y locura estaban llevando a Rosalía a sus límites. Giro a ver a los hombres. “Disculpen, tengo que arreglar algunos asuntos antes de empezar”. Los hombres levantaron la copa regalándole una sonrisa a Rosalía quien se retiró con Pablo tras bambalinas, en el camino sonreía a los presentes, ella era la estrella de la fiesta, ya ahí, Rosalía se detuvo escondiéndose lo más posible y perdiendo toda sonrisa. “¿Qué rayos quieres Pablo?”. Pablo la arrinconó en la pared mientras ella miraba a todos lados, algunos trabajadores caminaban por el lugar, pero no decían nada y se alejaban. La miro a los ojos reclamando. “¿Te diviertes llamando la atención así vestida?”. Rosalía se burló. “Si”. Le dijo francamente. “Hoy estoy hermosa y muy sexy, espero conocer algún tipo rico que me llene en todos los sentidos…” Ella rio. “Puede que encuentre al amor de mi vida entre tantos hombres…” Pablo la tomó del cuello acercándose a sus labios. “Rosalía…” Le advirtió. Ella se alejó golpeando su mano. “¿Qué? ¿Eres el único que se puede casar y tener una familia?”. Pablo respiró hondo para calmarse. “Voy a divorciarme”. Le soltó la noticia. Rosalía frunciendo el ceño. “¿Qué dices?”. Pablo le explicó. “Voy a pedirle el divorcio a Dora para que estemos juntos”. Rosalía se carcajeó cubriéndose la boca. “¿Eres capaz de eso? ¿Quedarte sin un centavo de tu esposa?”. Pablo apretó los dientes, bajó el rostro tratando de calmarse, seguía con Rosalía arrinconada, ella no se movía esperaba que la dejara ir pronto. Él levantó su rostro y observó los labios de Rosalía, eran de un rojo intenso como a él le gustaban, los acarició con sus dedos muy despacio, esto hizo que Rosalía no apartara la vista de él. Hoy el llevaba un esmoquin n***o, su cabello bien peinado hacia atrás y como siempre su arete que no se lo quitaba para nada. “Lo haré”. Dijo tajante. Rosalía se alejó renegando. “No puedes… Necesitamos ese dinero ahora para la empresa y lo sabes”. Pablo trago grueso y se quedó en silencio, haría cualquier cosa por esta mujer que tenía frente a él. Ella siguió. “Tienes que tener contenta a tu querida esposa para que no sospeche nada y no aparezca su padre”. Ella observó a Nidia a lo lejos, la esperaba, Rosalía se alejó dejándolo ahí de pie, él no podía dejar a Dora en este momento, había estado desfalcando a la compañía del padre de Dora desde hace meses, el hombre vivía en el extranjero y mientras su hija estuviera contenta no intervenía en nada. Miriam llegó al salón, llevaba un vestido que ya había usado y esperaba que sus amistades no lo notaran, solo recogió su cabello y se maquilló lo más rápido posible, ella buscó entre la gente a sus amigas que ya estaban charlando entre sí, al verla la saludaron pidiendo que las acompañara. Camino hasta las mujeres que venían muy elegantes. “Buenas noches”. Saludo cortésmente a las mujeres. Una de ellas empezó la charla. “Pensamos que no vendrías?”. Miriam negó con la cabeza y una gran sonrisa. “Pensaron que me perdería este hermoso evento, claro que no”. Ella tomó una copa de uno de los camareros que pasaban por ahí. Una de ellas la examinó. “Pero Miriam. ¿Qué te hiciste hoy? Vienen muy diferente…” Lo dijo en tono sarcástico. Miriam sonrió nerviosa. “Hoy no tuve mucho tiempo de arreglarme ni salir al salón, debo cuidar de mi esposo ahora que está en cama”. Todas la miraron de forma irónica, desde que Rosalía apareció, ella no había ido al club ni a las reuniones, algo estaba pasando, sospechaban que mentía. En la entrada aparecieron dos hombres, Mario y Leonel estaban muy elegantes, Leonel se acercó a Mario susurrando. “¿Estás seguro que podemos estar aquí?”. Mario asintió acomodando su saco. “Si, Melina me invitó tendré la oportunidad de conocer algunos empresarios, suerte hasta consiga trabajo”. Mario al ver a Melina hablando con un hombre sonrió y caminó hasta ella dejando a Leonel en la puerta, rodó los ojos al ver que su hermano lo había abandonado, tomó una copa de un mesero deambulando por el lugar. Mario avanzaba lento hacia Melina pero una mujer se puso frente a él con las manos en jarras muy enojada. “¿Qué haces aquí Mario?”. Mario se detuvo y arrugó su frente. “¿Nidia? ¿Tú qué haces aquí?”. Nidia miró a todos lados intentando no llamar la atención. “Yo pregunte primero”. Mario suspiró. “Soy invitado”. No imaginaba que se encontraría aquí con ella.
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