CAP 22 OBSESION

1090 Words
En el Hotel… El hombre que había estado con Rosalía por la noche terminaba de darse un baño, al salir, notó a un chico en el sillón jugando con su teléfono, al ver al hombre salir de la ducha se quejó. “Tardaste mucho”. Dejó el teléfono de lado mirando al hombre que caminó por la habitación con solo una toalla cubriendo su parte baja. El chico le dio las últimas noticias. “Mamá está molesta porque no llegaste a quedarte en casa, lloraba desconsolada porque su hijo Leonel no la quería y siguió llorando por sus otros hijos…” El hombre llamado Leonel sonrió mientras se secaba el cabello. “¿Cómo sigue su enfermedad?”. El chico negó. “El Alzheimer se agrava poco a poco, papá no quiere enviarla al sanatorio, le duele alejarse de ella y sigue cuidándola, aunque a veces no lo reconozca”. “¿Cuánto tiempo piensas quedarte?”. Preguntó el chico mirando la maleta sin desempacar. Leonel le dijo. “Un par de semanas, necesito revisar algunas cosas aquí”. El chico se levantó al ver que su hermano se iba a vestir. “¿Sigues obsesionado como mamá?”. Leonel le advirtió. “Encontraré la verdad Mario, cueste lo que me cueste”. Terminó de ponerse la camiseta. Mario resopló. “Ok, ok, te dejo con tus investigaciones, yo tengo que ir a llamarle a una linda chica que conocí ayer que me abandonaste en el bar”. Camino a la puerta y se detuvo al recordar algo. “¡Ah! mamá quiere que vayas a cenar, te espera hoy, no faltes o papá vendrá por ti”. Leonel le lanzó una mirada molesta a Mario que solo levanto los hombros en señal de indiferencia, él ya había pasado el recado, ya era decisión de Leonel de asistir. Hace algunos años sucedió una tragedia en su familia, su madre estaba segura y obsesionada con que no fue como dijo la policía que sucedieron los hechos, todavía hoy en día con su enfermedad ella recordaba vagamente el incidente y les pedía a todos que la ayudaran a encontrar la verdad, Leonel estaba estudiando en el extranjero cuando pasó todo, empezó a investigar tiempo después encontrando algunas pistas, pero hasta ahora no había mucho que pudiera hacer y volver al lugar donde sucedió todo era lo mejor. El camino por la habitación mientras se vestía, hurgó en su pantalón de ayer encontrando la tanga de Rosalía, al tenerla entre sus manos sonrió, la mujer fue muy salvaje y apasionada, había escapado muy temprano antes de que él despertara. En un restaurante muy acogedor, Melina esperaba a su cita, observó de reojo a unas chicas tomando un frappe y coqueteando con un mesero, la mujer sonrió bajando su rostro a su café, empezó a menearlo recordando cuando ella era joven… Recuerdo de Melina… Rosalía terminaba de hablar con el doctor, le daba la noticia de que su esposo había fallecido, ella se quedó afuera de la habitación esperando a que las enfermeras terminaran su trabajo para llevar el cuerpo a la morgue, llamó a Pablo para avisarle y en el pasillo se escuchaba una discusión ella estuvo atenta a lo que pasaba, una mujer mayor había abofeteado a una jovencita. “Mamá por favor”. La chica le rogaba con lágrimas cayendo en sus mejillas. “¡Eres una malagradecida! ¡Cómo pudiste ser tan mujerzuela! y ofrecértele a mi esposo”. La chica negaba con la cabeza acariciándose la mejilla lastimada. “Por favor mamá no le creas, él está mintiendo, yo solo me defendí, él intentó… intento violar…” Otra fuerte cachetada resonó, la chica se quedó inmóvil de lado con lágrimas en los ojos. La mujer gritó. “¡Deja de decir mentiras! ¡Lo lastimaste, casi lo matas! Cuando llegue la policía prepárate irás a la cárcel por agredirlo”. La muchacha se quedó ahí de pie mirando el suelo susurrando en voz baja. “Yo soy tu hija…” La mujer no contenta reprochó. “¿Hija? Desearía nunca haberte tenido solo eres un estorbo desde que tu papá murió”. Después de decir eso entró a la habitación, la chica se quedó pasmada por unos segundos y después camino a las escaleras de emergencia, ya ahí miró hacia arriba y empezó a subir muy lentamente. Llegó a la azotea donde el frío viento golpeó su rostro, avanzó lentamente hasta la orilla que era de medio metro, de altura subió como pudo y se puso de pie con miedo mirando el vacío, sus ojos se llenaron de lágrimas y gimoteaba tratando de dar un paso hacia adelante, mientras recordaba a su padre muerto, la había amado mucho, su madre siempre fue distante pero cuando conocía a su padrastro su vida se convirtió en un infierno, ya no tenía a nadie ni nada, vivía a duras penas en la casa con su madre y su padrastro que la tocaba groseramente hasta el punto de llegar a querer violarla, ella se defendió y lo golpeó en la cabeza, su madre en vez de ayudarla estaba enojada con su propia hija. Cerró sus párpados, ella respiró pesadamente, estaba a punto de dar un paso hacia delante cuando de repente escuchó una voz. “¿Te vas a tirar o no?”. La chica giró su rostro hacia la mujer que estaba por sentarse en la orilla, sus pies colgaban y los movía de arriba abajo como una niña pequeña. “¿Qué?”. La chica estaba nerviosa y aturdida por la presencia de la mujer. Rosalía le repitió sus palabras. “Preguntó ¿Que si te vas a tirar o no? “. “¿Qué quiere aquí?”. La chica quería estar sola. Rosalía levantó sus hombros en señal de indiferencia. “Quiero ver como saltas y mueres”. La chica no entendía qué le pasaba a la mujer. “¡Está loca!”. Le dijo poniéndose derecha y dejándola de ver. Rosalía se burló advirtiéndole. “¿Loca? No soy yo la que quiere tirarse…” Dijo respingando. “El aire aquí es muy fresco”. Pronunció Rosalía respirando hondo y levantando sus manos disfrutando de la brisa. La chica se tambaleaba y respiraba muy agitada pensando porque esa mujer estaba ahí. ¿Por qué no se iba? Ella estaba ocupada terminando con su miserable vida ¿Qué no entendía?
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