ALÉJALA DE MÍ

2258 Words
NARRA GUILLERMO —Gisela, tal vez sientas que me estoy apresurando mucho al hacer esto, pero la verdad es que no quiero esperarme más —me puse de pie y caminé al otro lado de la mesa. Saqué una pequeña caja azul del bolsillo de mi chamarra, bajo la atenta y sorprendida mirada de Gisela. —¿Guillermo? —cuestionó al ver cómo me puse sobre mi rodilla. En el restaurante se escucharon murmullos y podía observar la sorpresa y emoción de algunos ante mi acción. Tome su mano y dejé un beso sobre ella. —Gisela, sé que no tenemos mucho tiempo juntos, pero no puedo negar las ganas que tengo de hacer un familia contigo. Principalmente darle una familia a Jaime. Estoy dispuesto y deseoso de ser el padre que tu hijo merece y necesita. Prometo darte lo mejor de mi para poder hacerlos muy felices —mencioné viéndola a los ojos. La emoción en ellos fue genuina. Así que continúe con la pregunta de rigor—. ¿Quieres ser mi esposa? —¡Si! ¡Si! Claro que si —respondió mientras colocaba el anillo en su dedo. Miró el anillo que elegí para ella unos segundos, rodó mi cuello con sus brazos, y me atrajo a sus labios. —Te amo Guillermo —me dijo y eso fue como un golpe en la cara para mí. Ella ya me amaba y yo aún no sabía que era lo que sentía por ella. No podía decirle algo diferente cuando le acababa de pedir matrimonio. —Yo también, te amo preciosa —Tomamos una copa más y luego salimos del lugar, rumbo a mi departamento. —La vista desde aquí es increíble —mencionó cuando miraba por la pared de vidrio con vista a la ciudad. —Así es, creo que esto fue lo que más me gustó de este lugar. Cuando vengo muy estresado o lleno de ansiedad por el trabajo me siento aquí, con un trago y disfruto de la vista —menciono entregándole un vaso de agua. —Ahora no solo tendrás esta vista para desestresarte. Si no que… también me tendrás a mi —dice para luego colocarse frente a mí, tomar mi mano y llevarme hasta el mueble donde me empuja dejándome caer sobre él. Ella se pone de pie frente a mí y comienza a quitarse el cierre del vestido, quedando únicamente en su ropa interior. Se da la vuelta antes de bajarlo del todo, se inclinarse para sacarlo dejándome ver su hermoso y redondo trasero. La tensión se hacía cada vez más presente dentro de mi pantalón. Se enderezó de nuevo y esta vez se sube sobre mi colocando una pierna en cada lado. —¿Te sientes estresado? —me pregunta haciendo mi cabello hacia atrás. —Mucho —respondí y eleve un poco mi cadera restregando mi hinchado m*****o en ella. Eso la hizo gemir y hacer su cabeza hacia atrás. —Entonces solo puedo decirte que… —se acercó a mi oído y hablo—. No te límites. A partir de esta noche, soy toda tuya. Sus palabras hicieron que me sintiera dominante y no lo pensé dos veces. Apreté su nuca con una mano para atraerla hasta mis labios y con la otra traje su cuerpo a mí. El beso era urgente y demandante. Sus manos se colaron entre nosotros para quitar mi camisa y abrir la bragueta de mi pantalón. Ella se levantó, me ayudó a quitar del todo mi pantalón y se puso de rodillas frente a mí; viendo mi m*****o con deseo, sus manos sobre el me hicieron estremecer. Segundos después, sentí la calidez de su lengua masturbarme y lo que hacía se sentía muy bien. Cuando estaba por venirme en su boca ella se separó y comenzó a ascender con besos sobre mi abdomen, pecho, cuello hasta quedar sobre mí de nuevo. Su mano tomó mi frustrado m*****o para acomodarlo en su entrada; dejándose caer sobre él. Ella dejo salir un gemido que fue más un grito y yo gemí al sentir como sus paredes vaginales me apretaban. Ella comenzó a moverse de arriba hacia abajo. Aproveché a meter mi mano entre nosotros para estimular su clítoris y eso la emociono aún más. —Así, así, oh por Dios ¡Guillermo! —Ella se desplomó sobre mi pecho temblando por haber logrado su orgasmo podía sentir la contracciones y la humedad alrededor de mi m*****o, pero me negaba a que esto terminara tan rápido. Mis brazos la rodearon y la dejé debajo de mí, mis manos elevaron sus piernas dándome más acceso a ver nuestra unión. La miré recuperando su aliento y sin importarme di una fuerte embestida que la hizo gritar y estremecerse. Me incliné para besar sus labios. Me separé y la vi a los ojos. —Dijiste que no me limitará y eso haré. No quiero que esto se termine tan rápido. Te sientes tan bien. —Si que sabe cómo subirle el autoestima a una mujer abogado. No se limite, mi señor. —Maldición, eso se escuchó tan excitante —Comenté. Ella iba a hablar, pero no la dejé. Los gritos, gemidos y gruñidos se escucharon por todo mi departamento. Las fuertes embestidas se escuchaban volviendo aún más morboso el momento. Rasguño mi espalda cuando otro orgasmo se hizo presente en ella. Yo sin embargo estaba reprimiendo el deseo de correrme. Ella me empujó y se colocó sobre sus rodillas exponiendo su trasero a mí. Solté una palmada en ambas y ame ver las marcas rojas sobre sus nalgas. —Dame más —pidió y no me negué. Le di unas palmadas más hasta que volví a entrar en ella. Nuevamente las duras embestidas comenzaron y sus gritos se volvieron música para mis oídos. No había estado con alguien que expresara tanto su placer. Ella se elevó pegando su espalda a mi pecho mis manos aprovecharon a estimularla, pero en sorprendí cuando tomo mi mano y la llevo hasta su cuello. —Apriétame y dime cosas sucias —su petición me excito aún más. Me encantaba que ella pidiera exactamente lo que quería y le gustaba—. Llámame perra. —¿Eres mi perra? —pregunté en su oído. Sin dejar de moverme. —Así es, demonios, eres tan grande que duele, pero quiero más —la empujé de nuevo a que enterrara su cara sobre el cojín y tome sus caderas me moví como un loco. Con mi mano tomé su cabello y lo traje hacia mí. Con la otra di palmadas. —Apriétame más, perra —ordené y sentí que hizo lo que le pedí. —Si, mi señor —fue su respuesta y maldición que me gustaba esto. Nunca le había hablado u ordenado algo a una mujer durante teníamos intimidad. Esto es definitivamente otro nivel de placer. Esta vez no me logré resistir y gruñí apretando su cadera cuando mi orgasmo llegó causándome dolor por haberme resistido tanto. —Sigue moviéndote… solo un poco más, por favor —me pidió y lo seguí haciendo hasta que ella logro llegar a su tercer orgasmo de la noche. Sali de ella y me percate de que no nos habíamos cuidado. Algo que tampoco me molesto, después de todo Gisela será mi esposa. Al verla casi dormida boca abajo sobre mi mueble no pude evitar tomarla en mis brazos y llevarla hasta la habitación. La acomode sobre la cama y cubrí su cuerpo con la cobija, mientras yo me adentre al baño a darme una ducha. Esta algo exhorto en lo que acababa de pasar, que no escuché cuando ella entro a la ducha conmigo. —Jamás había disfrutado tanto como ahora. No cabe duda de que eres una bestia señor abogado —sus manos viajaron hasta mi entrepierna y la emoción comenzó de nuevo. —Lo mismo digo cariño, lo mismo digo —dije besando sus labios dándole paso a una nueva sesión de sexo y pasión. Dos meses después —Definitivamente está embarazada de aproximadamente 8 semanas —dijo el doctor y mi corazón brinco de la alegría, pero no vi esa misma emoción en el rostro de Gisela. —Iré a preparar la sala para realizarle un ultrasonido a la señora —menciona y yo asentí. —¿Qué sucede? —cuestioné y me vieron sus ojitos llenos de lágrimas. —Son muchas cosas las que tengo en la mente en este momento Guillermo, principalmente miedo. Nosotros apenas estamos comenzando una vida juntos. No quiero que más adelante me quieras dejar y luego seré yo sola con dos bebés. Jaime aun es muy pequeño, ¿Cómo voy a poder terminar de estudiar y cuidar de dos bebés? No estamos casados todavía. Luego todos los recuerdos de haber pasado todo el embarazo con Jaime sola están muy clavado en mi mente. No había nadie a mi lado cuando lo di a luz, nadie esperándome por nosotros en casa, nadie sosteniendo mi cabello al vomitar… —Un sollozo evito que siguiera hablando. Sostuve su mano y la invité a levantarse de la silla. Limpié sus lágrimas con mis pulgares e hice que me viera a los ojos. —Esta vez todo será diferente. Yo no te dejaré sola en ningún momento. Nos podemos permitir contratar ayuda de sobra para cuidar de los niños para que continues con tus estudios. Tenemos amigos también que nos van a apoyar. Ya no estás sola, preciosa. Ahora, yo soy responsable de ti y de nuestros hijos —mi mano acaricio su vientre y ella me regalo una sonrisa. —Te amo tanto Guillermo, tú eres un ángel en la tierra. Soy muy afortunada de tener a alguien como tú a mi lado. Jaime y yo estamos muy agradecidos de que estes en nuestra vida —la abrecé fuertemente a mi pecho. Donde la consolé por no sé cuánto tiempo hasta que el doctor nos llamó para realizarle el ultrasonido a Gisela. Ver la pequeña figurita en la pantalla fue demasiado para mí. Ese pedacito de ser humano era algo que yo ayude a crear. Era mío y tal como me prometí con Jaime lo cuidaré por siempre. Unas semanas después me case con Gisela una boda muy sencilla a petición de ella. Por otro lado sus actitudes como su humor fue empeorando conforme avanzaba el embarazo. La verdad que me tenía muy preocupado y no creía normal muchas situaciones. En una ocasión la encontré hablando consigo misma frente al espejo. Su manera de hablarse a sí misma me asusto, parecía una persona completamente diferente. —Guillermo ¿Qué tal como está Gisela? ¿Cómo va la bebé?—cuestiona Jimena cuando vine a visitarlos. Jaime venia conmigo solo venía a traerle unos documentos a Manuel. —Están muy bien. Todos estamos muy ansioso esperando el momento para conocerla —le digo con una sonrisa. —Sera una niña muy hermosa. ¿Han pensado en algún nombre? —asentí. Le daríamos el nombre de mi abuela. —Si, se llamará Cecilia. —Me alegra mucho, es un nombre muy bonito —mi teléfono sonó, de inmediato lo saco de mi bolsillo y miro que se trata de Gisela. Contesto de inmediato, solo mostrándole el teléfono a Jimena para disculparme. —¡Guillermo! Dijiste que no estaría sola. ¡Me duele mucho! —gritó y mis piernas me temblaron. No supe que decir y mucho menos cómo reaccionar. Jimena me quita el teléfono y comienza a hablar con Gisela. —Cálmate, el solo vino a dejar algo para Manuel. Nos estábamos despidiendo. Ahora guarda la calma y tus energías para tu bebé. Ya va saliendo Guillermo para allá —cuelga y me entrega el teléfono, pero yo sigo como estatua. —¡Guillermo! Tu hija ya va a nacer, tienes que irte —escuché esas palabras y todo en mi hizo clic de nuevo. Sali corriendo a la entrada, pero me regresaba por Jaime. —Déjalo, yo aquí lo cuido mientras traen a esa pequeña a casa. Todo va a salir bien. Ten mucha paciencia y calma. —Muchas gracias, me voy. Si necesitas algo para.. —Tengo todo para poder cuidarlo no te preocupes —me afirma con una sonrisa. No pude evitar acercarme a ella y darle un beso en la frente. Ella me abrazó y se sentía como antes. Ahora entiendo que Jimena era más como mi hermana, esa hermana que no tuve. Llegué a la casa y me encontré a Gisela llorando mientras se agarraba su vientre. —Todo estará bien cariño… ya estoy aquí, no estás sola —La llevé hasta el auto y no hablo, ni me respondió. Durante el recorrido solo se escucharon sus gemidos de dolor por cada contracción. 3 Horas después mi hija Cecilia llegó al mundo. Era la bolita de carne y hueso más hermosa que había visto. Sus ojos iguales a los míos me hicieron enamorarme completamente de ella. Fui el primero en sostenerla y cuando estaba por pasársela a Gisela soltó palabras que jamás imagine escuchar. —Aléjala de mí. No quiero verla y muchos menos tocarla. Por su culpa perdí mi figura y parezco una enorme vaca. Si eso fue fuerte, lo que vino después fue mucho peor. Ya que esto solo fue el comienzo de un infierno del cual no había salida o retorno, especialmente porque fueron mis emociones y acciones me llevaron hasta él. --------------------------------------- Copyright © 2023 Valery Archaga Todos los derechos reservados. Obra protegida por Safe Creative bajo el número 2306244669293
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD