LEJOS DE SU MADRE

1310 Words
NARRA GISELA —¡No podemos hacerle eso, él es un buen hombre! —exclamé a la mujer que miraba en el espejo. La cual era yo misma, con frialdad en el rostro y una mirada llena de maldad. —Gisela, se te olvida que tú haces lo que yo digo. Agradece que te he dejado en control todo este tiempo. ¿Quieres que vuelva a tomar el control? Logramos mucho la última vez que tomé el control. Seducimos al viejo Galeano, logramos domar a Guillermo y tenerlo en nuestras manos y mira que nos ha traído muchos beneficios. Claro, debemos darle créditos al engendro que nos arruinó la vida y el cuerpo. —¡Cállate! No hables así de Jaime. Por tu culpa es que he tenido que vivir con miedo. Tu solo apareces cuando mi vida está bien. —No mereces ser feliz Gisela. Es por eso que cuando estas feliz aparezco yo —tomo el vaso de agua a mi lado y lo lanzo al espejo que se rompe en pedazos. Comienzo a llorar y un dolor recorre mi vientre. —No… pequeña. No es un buen momento para nacer —dije llenándome me miedo. Estaba teniendo una crisis y sabía que no podría controlarla. El dolor nuevamente me golpeó y rápidamente fui a buscar mi teléfono para llamar a Guillermo. Él me contesta, pero después lo único que escucho es silencio. —¿Ves que no le importas? —escucho nuevamente a mi otra yo hablando. —Gisela… —solo me bastó escuchar la voz de Jimena para que ya no pudiera tener el control. Es como si me mandaran a un rincón de mi mente y me aprisionaran ahí. No puedo hacer nada más que ser espectador de lo que está pasando. Gritaba internamente por todo lo que estaba pasando. ¿Por qué yo no puedo ser feliz? ¿Por qué siempre viene ella y me arrebata todo lo bonito? Volví a tener control de mi misma cuando desperté la mañana siguiente y lo único que pude hacer fue llorar. —Todo estará bien señora, no se preocupe. Esto es más normal de lo que parece. La depresión postparto le da al 56% de las mujeres y solo de un 13% a un 15% muestras síntomas —dice la enfermera que está revisando mi presión arterial. —¿Dónde está mi esposo y la bebé? —cuestioné al ver que no había nadie en la habitación. —Fueron a darle su primer baño. Su esposo quería aprender cómo hacerlo para poder ponerlo en práctica cuando estén en casa —no dije nada, ella solo salió, después de decirme que me traerá el almuerzo. Me quede sola, vi por la ventana y la lluvia estaba golpeando el vidrio del ventanal. La puerta se abrió y por ella entro Guillermo con un bulto rosa en sus brazos. Intento acomodarme en la cama, pero su mirada me estremece. Había enojo en sus ojos y no es para menos. Le hice pasar una pésima noche aunque no fuera mi culpa. —¿Puedes dármela? —pregunté con temor. El me mira con la ceja alzada. —¿La rechazaras de nuevo? —exclama molesto. Unos toques en la puerta interrumpen nuestra interacción. —Me informaron que ya está despierta. Me interesa hablar con ambos, pero primero me voy a presentar —ella se acerca a Guillermo, le ofrece su mano y viene a mí y repite la acción —Mi nombre es Ligia Márquez y soy la psicóloga asignada a este caso. Guillermo miro entre la doctora y yo levantando la ceja. —¿Psicóloga? —pregunta colocando a la bebé en la pequeña cunita a un lado de la cama. Por un momento me sentí muy triste al no tenerla cerca de mí. —Si, la doctora me ha hecho saber de la depresión que tiene su esposa y vengo a que ella voluntaria mente comience con un tratamiento —Guillermo sigue viéndole sin entender. —No creo que sea depresión lo que tiene es que se molestó porque no estaba con ella cuando comenzaron los dolores de parto —comencé a llorar ante sus palabras. «Si supieras, no pensarías lo mismo» —No, su esposa tiene una enfermedad que se llama depresión postparto. Da en las últimas semanas del embarazo, pero comúnmente es durante o después del alumbramiento. Puede llegar a durar días, semanas, hasta meses. Por seguridad debe estar bajo vigilancia y jamás dejada sola con la bebé, los cambios de humor son bastante comunes. Habrán días donde no querrá ver a la bebé y es normal. Lo único que se requiere de su parte es tener mucha paciencia y calma de su parte. Indicaré un medicamento, que la mantendrá tranquila, pero no será todo el tiempo. ¿Tienen otros hijos? —pregunto y decidí contestar. —Yo tengo un hijo de casi 3 años —mencioné y ella asintió anotando eso en unos documentos en su mano. —¿Padeció de esto con su hijo? —asentí. —¿Quién cuido a Jaime mientras tenias estabas así? —Tenía una amiga que trabajaba conmigo, ella fue la única que me visitó y me ayudó en ese tiempo —confese sin verlo a los ojos. Las lágrimas no paraban de salir de mis ojos. Al mismo tiempo que recordé a Kathy y lo que paso con ella y su esposo. —Recuerda cuanto tiempo duro ese episodio. —Si, fueron 4 meses. Poco a poco fui acercándome a mi hijo y todo mejoró conforme pasaba el tiempo; hasta que solo éramos él y yo porque mi amiga se mudó —mentí ella no se mudó, pero si no nos volvimos a ver después de lo que paso. —Perfecto, eso nos deja saber que todo esto pasara y que eventualmente todo mejorará. Los dejo para hablen, yo iré a hablar con mi colega sobre esto. La mujer salió de la habitación y yo miré hacia la cuna donde mi hija comenzaba a moverse inquieta. —No sabía que a esto te referías cuando me confesaste que tenías miedo —dijo tomando mi mano. —Hay muchas cosas que no sabes de mi Guillermo. Cosas de mi pasado, cosas que aun afectan mi presente y posiblemente mi futuro. Solo te pido que no me dejes, contigo encontré estabilidad en todos los sentidos de la palabra y has sido muy bueno conmigo y mi hijo. —No te dejaré, te prometí algo cuando pedí casarme contigo y te lo reafirme cuando nos enteramos de la llegada de Cecilia. Creo que… si hay cosas aun debo saber no te lo guardes —asentí, mas no dije nada solo dejé que se acercara a mí a darme un beso en la frente. —¿Podría ver a Cecilia? —pedí y el con temor, asintió. Con mucho cuidado se acercó con nuestra hija. Se sentó a mi lado y acerco a mí a la bebé, pero no dejo que la tomara en brazos. —¿Puedo sostenerla? —pregunté y él se negó. —Es mejor ir poco a poco, no deseo que actúes de nuevo como lo hiciste ayer. Yo cuidaré de los niños en lo que te mejoras —una lagrima rodó por mi mejilla, pero no podía hacer nada al respecto. Al final eso era lo mejor para mis hijos. Estar lejos de su madre. Una madre que no esta segura ni consigo misma. Algo me decía que todo esto iba a empeorar y que no podría dar vuelta atrás. Al mismo tiempo que había elegido a un hombre bueno y que se preocupa por mis hijos; mientras el este para ellos ni yo misma podré hacerles daño. --------------------------------------- Copyright © 2023 Valery Archaga Todos los derechos reservados. Obra protegida por Safe Creative bajo el número 2306244669293
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