¿ESTAS ENAMORADO DE JIMENA?

1736 Words
NARRA GUILLERMO Por más que trate de informarme sobre la depresión post parto, ser comprensivo y atento. Todos mis esfuerzos fueron en vano. Gisela cambio rotundamente conforme pasaban los meses. —Dime, Lizet —respondí contestando la llamada de la señora que cuida de nuestra casa. —Señor, tiene que venir, la señora esta fuera de sí. Yo salí al jardín con los niños porque esta muy alterada. Ambos bebés estaban llorando y …— seguí a escuchando a Lizet mientras me ponía de pie para salir de la oficina. No sé si le colgué, solo quería llegar a casa lo más rápido posible. —Gina, por favor necesito de tu ayuda. Te quedas a cargo —mi asistente asiente y salgo corriendo del edificio encontrándome con André en la entrada. —¿Todo bien? —pregunto y yo negué. —Nada esta bien, pero tengo que hacer algo para que pueda mejorar. No le di tiempo para que me pudiera contestar, solo entre a mi auto y rápidamente salí de ahí haciendo rechinar las llantas. Mi teléfono sonó y contesté pensando que era Lizet. —Guillermo, ¿Ya vienes? —me cuestiono Jimena con ansiedad. Podía escuchar a mis hijos llorar al otro lado del teléfono. Sentí vergüenza de que Jimena presenciara ese episodio de Gisela. —Ya estoy a unos 10 minutos, por favor mantén a mis hijos a salvo. —No tienes que pedirlo, creo que será mejor que vayas a mi casa por ellos. Estar cerca de los gritos de Gisela, no les hace bien —no quería que molestarla con mis problemas, pero en este instante necesitaba controlar a Gisela. Mis hijos no estaban seguros con su propia madre en este momento. —Te lo agradezco Jimena. Cuando logre controlar a Gisela iré por ellos. —Ven con calma, no vayas a tener un accidente. Los niños están bien y te necesitan. Te vere luego —Ella no colgó la llamada pude escuchar cómo les hablaba a mis hijos y golpeé en varias ocasiones el volante. ¿Cómo una mujer que no tiene ningún tipo de parentesco con mis hijos podía tenerles más cariño y empatía que su propia madre? —Ya mis niños hermosos, no lloren. Cariño, vamos a jugar con patito, titi e Iván. Ya no llores, ven, vamos —podía escuchar como el llanto de Jaime fue cesando. Colgué la llamada no podía seguir en la línea escuchando a Jimena atender a mis hijos. Me estacioné frente a la puerta de la casa y corrí adentro. —¿Dónde está? —le pregunte a Lizet. —Creo que se durmió, hace un buen rato que no la escucho —corrí escaleras arriba y ahí estaba ella parada como ida viendo por la ventana. —Trae a mis hijos de regresa a la casa —dijo como molestia. Camino hasta acercarme a ella y el desastre en la habitación habla por si solo. Muchas cosas estabas hechas trizas por cada rincón de la habitación. Sin olvidar que, era el quinto espejo que rompía en los últimos 4 meses. —No los traeré de regreso hasta saber que es lo que sucede contigo. Se que tu lo sabes y no me lo quieres decir. —Ella negó y se dio la vuelta estaba con sus ojos hinchados de tanto llorar. —Ayúdame, ya no quiero sentirme así. No se que hacer, siento que esta casa me esta consumiendo, los niños me tienen muy abrumada, quiero hacer muchas cosas con mi vida Guillermo. No solo esto, una mujer enjaulada. No me has tocado desde antes que naciera Cecilia y eso fue hace ya 5 meses. ¿Ya no me amas? —No se como interpretar su juego de palabras. Pasaba del llanto, al enojo, a querer seducirme—. ¿Es eso verdad? Ya no me amas. ¿Es porque estoy fea? ¿Es por eso verdad? —No es eso Gisela. Tienes que poner de tu parte. Yo tengo compromisos con mis clientes, por mucho que sea el jefe no puedo estar sin darles la cara. Vuelvo a casa y es a atender a los niños. No dejas que venga alguien a ayudar con ellos. Yo los atiendo durante la noche porque tu estas cansada, tienes sueño. Te dejo que descanses, pero esto no puede seguir así. Yo también necesito descansar, porque siento que en cualquier momento voy a explotar. Creo que lo mejor es que hagamos una cita con un psicólogo y te ayude a controlar tu agresividad. Porque eso es lo que me preocupa, no puedes controlarte sabiendo que los niños están aquí. Son muy pequeños aun y tengo miedo a que no te midas y los llegues a lastimar. ¿Dime, con que animo puedo llegar a la casa cuando se que tu estas encerrada contigo misma? —Jamás podría lastimar a mis hijos, Guillermo, ¿Como me puedes decir algo como eso? —Solo mira a tu alrededor Gisela. ¿Crees que este es un lugar seguro para un niño de 3 años y una bebé de 5 meses? —No recibí respuesta. —Aprovecharé que ellos no están y me daré un baño. Tu deberías de hacer lo mismo, si quieres le digo a Lizet que te ayude a prepararte un baño de burbujas —ella asintió. Salí a pedirle a Lizet que la ayudara. Me fui hasta la habitación donde he dormido el último mes a un lado de donde duermen mis hijos. No se por cuanto tiempo dejo que el agua resbale por mi cuerpo, solo sé que lo necesitaba. Al bajar me encuentro a Gisela arreglada como si fuera a salir. —¿Nos vamos? —pregunta y yo alce la ceja. —Vamos por lo niños a casa de Manuel. —No, primero podrías dedicarme unos minutos. Con los niños ya nunca hacemos nada juntos. Ya para de rechazarme Guillermo, soy tu esposa, tu rechazo me frustra y lastima —miré mi reloj y suspiré. —De acuerdo, vamos a comer algo —ella sonríe y viene a mi para entrelazar su brazo con el mío. Llegamos a un restaurante que le gustaba mucho a ella y se nos acercan un grupo de hombres en traje. —¿Abogado Guillermo Amador? —cuestiona uno de ellos con una sonrisa y ofreciéndome su mano para tomarla. —Si, mucho gusto —salude con amabilidad, pero sin saber quien era el señor frente a mí. —Soy Joshua Menjívar, nos conocimos en el consorcio Menjívar. Su bufete lleva todo lo legal de mi empresa. Lo vi ahorita que veníamos saliendo y les dije vamos a saludarlo. Poner nuestro restaurante a su disposición —me sorprendo al ver que este lugar también les pertenece. —Muchas gracias, señor Menjívar. Una casualidad coincidir y por fin conocernos. Este es el restaurante favorito de mi esposa —mencioné señalando a Gisela. Los ojos de Gisela se clavaron en el hombre frente a ella. —Mucho gusto señores, mi nombre es Gisela —se presenta ella sola antes de que yo pudiera hacerlo. —Muchos gusto señora, con mucho respeto abogado. Tiene usted una mujer muy hermosa —esas palabras causaron más efecto en Gisela que en mí. Pues ella sonrió de oreja a oreja muy coqueta hacia el señor Menjívar. —Bueno, nosotros ya tenemos que irnos tenemos una reunión para ver un nuevo proyecto que comenzaremos muy pronto en una comunidad no muy feliz de Bella Vista —asentí amablemente. —Disculpe mi pregunta señor Menjívar, pero tendrá usted un empleo para una estudiante de negocios. —nunca están de mas las personas con nuevas ideas. Claro, si su esposo no tiene ningún problema, podría ir el lunes a nuestras oficinas para ver si recursos humanos le puede ofrecer un trabajo que encaje con sus capacidades y conocimientos —Menciona sacando una tarjeta de su billetera. Se la entrega a Gisela y ella asiente. Los hombre se van dejando a solas con mi esposa. —¿Por qué hiciste eso? —pregunté con bastante molestia. —Querías que volviera a mi vida y eso es lo que hare. Me esforzaré en terminar de estudiar y conseguiré un trabajo. ¿Podemos terminar de comer? —inquiere sentándose de nuevo con una enorme sonrisa en el rostro. Los cambios de humor de esta mujer me daban dolor de cabeza. No podía negarle el querer superarse y buscar su independencia. Si ella quería estudiar y trabajar, así seria. —Debemos contratar ayuda para que alguien cuide de los niños. —Estoy segura de que ya tienes todo eso preparado —terminamos de comer en silencio. La verdad que mi cabeza estaba sobre cargada, miré muchas cosas a futuro con Gisela, pero hoy ya no estaba seguro de lo que quería con ella. Frente a mi era otra mujer muy diferente a la joven inocente que llegada a la ciudad. Salimos rumbo a casa de Jimena y ahora volvíamos a los reclamos por volver tan temprano por los niños. Procuré ignorar sus comentarios lo mas que podía. Porque si le debatía era mucho peor. Odiaba tener a los niños en un ambiente tan hostil para ellos. Llegamos a la casa de Manuel, y Gisela literalmente se lanzó del auto para ir adentro. —¡¿Qué estas haciendo?! —escuchñe que grito desde la puerta. Me apresure para llegar a su lado. Jimena, tenia a Cecilia en sus brazos mientras le daba una mamila. Gisela se acercó peligrosamente a donde estaban. Le arrebató la niña a Jimena al borde que el biberón cayo al suelo. —Gisela, la niña estaba comiendo y a punto de dormir…—intente decirle, pero solo niega, —No me gusta que Jimena siempre este encima de nosotros. ¿Por qué siempre tiene que salir corriendo a tu rescate? —En lugar de venir, hablar y expresarte con gratitud. Vienes desafiante y a crear problemas. —No, estoy harta de apagar esto que llevo. —Manuel, ¿Cómo te sintieras si te digo que tu mi esposo, esta enamorado de tu mujer? Manuel abre sus ojos en máximo y nos ve. —¿Estas enamorado de Jimena? —pregunta directamente a mis ojos. Yo no iba a responder, pero nuevamente Gisela abrió la boca. Continuara…. --------------------------------------- Copyright © 2023 Valery Archaga Todos los derechos reservados. Obra protegida por Safe Creative bajo el número 2306244669293
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