☢Advertencia☢: De este capítulo en adelante estará presente el uso de lisuras, escenas explícitas y contenido grotesco que puede perturbar o no al lector.
Helena se quedó con la boca abierta mientras aún trataba de procesar todo lo que se estaba mostrando ante sus ojos, en una larga pasarela con piso de vidrio que se encargaba de no dejar nada oculto donde mujeres con casi nada o sin ropa desfilaban delante de caballeros que gritaban hacia ellas con paletas en mano. Cabe decir que todas llevaban una máscara la cual solo cubría sus ojos, es decir era lo único que se mantenía cubierto, en completo misterio. Las mujeres se paseaban en altos tacones, no sabría decir si aquello era algo extraordinario o bastante doloroso. En aquella pasarela y un poco más apartado un hombre estaba diciendo cifras de número en un dos por tres. Era bastante rápido junto con eso sus manos apuntaban de aquí para allá, buscando quien este interesado. La chica que a continuación fue mostrada ante el público pasó a tomar asiento y hacer un sinnúmero de poses provocativas, gestos de deseo y sus manos acariciaban las partes de su cuerpo que se mantenían a la vista.
—¡A continuación tengo el honor de presentar a esta hermosa morena voluptuosa, llegada de las paradisíacas islas del caribe! ¿He escuchado una cifra de 10.00?
—¡100.00!
—¡100.500!
—¡12000.00!
La misma chica volvió a posar pero esta vez se abrió de piernas mostrando entre ellas la coqueta braga de tela color rosa casi transparente, la cual al darse la vuelta para mostrar su trasero caía en un delgado hilo que desaparecía entre sus nalgas. Sus pechos estaban cubiertos por un sostén del mismo color de sus bragas, tenía diamantes. Fue entonces cuando más hombres se levantaron enérgicos con más paletas y gritando cifras de dinero descomunalmente grandes para Helena. Vió la mirada en aquellos hombres, eran las mismas miradas que recibió de esos tipos en el baile de otoño cuando tenía 14 años. Más escalofríos de terror la invadieron.
—Será mejor que te vayas familiarizando con todo esto. Ya que tarde o temprano tú también formarás parte de la familia.
El deseo de querer escapar se hizo presente de repente, esta vez con más ganas que las anteriores, pero Helena sabía que eso no sería posible, jamás.
(...)
Esa noche Helena no pudo pegar un ojo. Ya que cada que los cerraba las mismas escenas se repetían una y otra vez. también recuerda que Johann la llevó a algo llamado camerinos. Ahí había un pasillo enorme con un montón de puertas con diferentes nombres y logos, algunos con estrellas, otros con frutas o sin nada. -Los que solo llevaban los nombres de las chicas.- Entraron a la puerta del fondo, si que era un lugar bastante apartado del escenario donde las chicas se presentaban. Para cuando llegaron al final del pasillo un portón con dos puertas era lo que los mantenía separados de aquel lugar. Este tenía escrito "Ángeles del placer" suponía que ahí estaban esas mujeres. Y no se equivocó en absoluto.
Johann solo la llevó dentro alegando que debía conocer a aquellas mujeres, las que próximamente serán sus compañeras de trabajo. A quienes aparte de Marlene sería a quienes vería muy a menudo. Luego la dejó sola para que se “conocieran mejor” Sobre todo una vez alcanzará la mayoría de edad, era su perdición que llegara el día de su cumpleaños y pensar que alguna vez deseó con todas sus fuerzas que llegará para ser mayor y ayudar a su madre. Pero ahora, solo pedía que ese día estuviera lo más lejos posible.
Sería su perdición.
Las mujeres se le quedaron viendo con curiosidad, bueno no todas. Algunas de esas mujeres iban y venían corriendo, algunas con ropa, otras medio vestidas y casi la mayoría sin nada. La otra parte se maquillaba y peinaba con apuro, y otras con mucha calma Helena sintió intimidad cuando tantos ojos la vieron a la vez.
—Bueno, así que tú eres la nueva adquisición de Johann ¿No es así?-Cuestionó una de las chicas, esta era una rubia platinada, con gran busto y piel bronceada. Obviamente no era su tono de piel, era evidente porque en lugar de tener un color bronceado natural más bien parecía una especie de naranja. Su pelo caía en grandes extensiones, largas y rizadas. ¿O quizás era su cabello verdadero?.-
—Y-Yo bueno...
—Esta vez Johann ha tardado más en buscar a una chica. ¿Por qué será eso?-Preguntó otra chica de pelo azul oscuro, su ojos eran hermosos, tan claros como el cielo azul.-
—¿Es que no te has enterado?-La de pelo azul negó.—La ha criado prácticamente, llegó con tan solo 13 años y fue presentada en el baile de otoño. Así que por eso ha tardado más en llegar. Ella aún no alcanza la mayoría de edad.-Bien sabía Helena que se referían a ella. Al parecer no era secreto para nadie que ella había sido la recién llegada en la casa Kahler.
—Tranquila niña, una vez pasado el tiempo es más fácil cada vez.-Helena no supo porque pero se encontraba temblando, era evidente que no quería estar ahí. No quería pasar lo mismo que esas mujeres.-
—Johann me ha dicho que debes integrarte lo antes posible. Así que para mañana empezará tu primer día.-Habló nuevamente la rubia, estando delante de ella le sacaba varios centímetros de altura a Helena. A la vez le dedicó una mirada de desprecio y burla. -- Soy Morgan la jefa de este lugar. Preséntate.-Ordenó.-
— H-Helena.-Murmuro aún sin dejar de temblar. Las mujeres rieron por lo bajo.-
—Se ve tan inocente.
—Pobrecita está tan asustada...
—No deberías sentir lástima, todas ya pasamos por esto. Si no aprende a ser fuerte le irá mucho peor que todas las que alguna vez entraron aquí, imaginando o no que era este lugar.
Bien, eso que escucho no le gustó para nada. Tampoco podía imaginar lo que esa tal Morgan le diría qué hacer. Sólo sabía que no era nada bueno. La dejó ir con la advertencia de que ninguna de las presentes era tan buena como ella y Helena no sería la diferencia. Ese mismo día le enseñó el vestuario, claro si es que a eso se le podría llamar así, no conocía a la persona que diseño eso pero sin duda era para que no dejará nada a la imaginación. ¿Cómo es que se podían siquiera usar esos mini vestidos?. Vio lo que era lencería desde piezas delicadas con joyas, telas casi transparentes y otras que incluso lo eran. Otras llevaban estampado o estaban inspiradas en animales, objetos y demás cosas que no se atrevía a mirar. Algunos "vestuarios" ni siquiera llevaban tela.
—Tu trabajo por ahora será estar en la jaula.-Le dijo Morgan, Helena aún recuerda que cuando llegó la pasarela que era desfilada por muchas mujeres ahora se encontraba tan solitaria, diría que aquel enorme espejo en el piso era una especie de milagro para todo aquel que alguna vez entrara para sí buscar una chica de su agrado. Para ése momento el escenario estaba vació y también el lugar.-
—¿Por qué debo estar ahí?-Preguntó, por mas que no quería.-
—Bailaras.-Respondió simple y de inmediato. —Solo te advierto será mejor que te muevas como una gimnasta y logres motivar a los caballeros, ellos compran a las chicas por sumas de dinero muy buenas. Si no logras dar dinero tendrás castigos.-Helena tragó saliva.-Aquí cada chica responde por ella misma, no hay quien se responsabilice por ti, encárgate y ten en mente siempre que debes hacer una cantidad de dinero, de lo contrario no sabrás lo que te pasara.-Acabando ellas fueron interrumpidas por un hombre con un elegante traje azul marino.-
—Morgan mi preciosa, vengo por ti.-La mencionada sonrió. cambiando aquella expresión de fastidio por ahora una de felicidad. Vaya, esa Morgan sí que cambiaba de humor rápidamente.-
—Iré en poco tiempo, ahora estoy instruyendo a la nueva.-El hombre que hasta ahora devoraba con la mirada a Morgan se dignó a mirarla, Helena no supo qué decir o siquiera si debía hacerlo por lo que solo atinó a encogerse hombros.-
—¿Ella quién es?-La mirada del caballero recorrió a Helena se arriba hacia abajo, con descaro no escatimo un segundo para mirarla fijamente con detalle.-
—Se llama Helena, es la nueva y estará en la jaula.-Morgan dio una breve pero corta biografía de ella, si es que se le puede llamar así.
—Es una lastima...Se mira bastante bien.-El estómago le dio un vuelco, lo que podía describir como asco se instaló en ella. Odiaba ese tipo de miradas.-Volveré por ti más tarde, espero que ese cuerpecito tuyo esté listo.-Le dijo con lujuria el hombre de traje a Morgan. ¿Preparada para que?.
—Veo que lograrás llamar la atención con bastante rapidez, eso es bueno.-Morgan sonrió de costado, mientras con una sutil despedida veía a aquel hombre marcharse.
—P-pensé que ellos solo venían para llevarse a las chicas.-Morgan rio con ironía. Ciertamente la inocencia en aquella chica nueva le irritaba, las de todas las que llegaban a la casa Kahler a decir verdad, no soportaba a las nuevas pero ahora al saber que el mismísimo Johann había prácticamente criado a esa chica, le hacía hervir la sangre.-
—No, no pequeña perra. Ellos también vienen aquí en busca de sexo del bueno y de espectáculos explícitos que solo las mejores de la casa pueden ofrecer. Hombres de negocios, hombres de familia, médicos, mafiosos, políticos. Incluso hasta los más religiosos llegan aquí en busca del fruto prohibido.-Helena se quedó con la boca abierta, ¿todo tipo de hombre llegaba a este lugar en busca de una especie de desahogo? Según las palabras de la propia Morgan, ellos hacen aquí lo que la sociedad les prohíbe, lo que ven con malos ojos. Pero claro que este no era lugar para hombres comunes y corrientes, mientras más apariencia tengan de ser santos, mayor es el pecado.- Si tienes suerte te tocará un multimillonario que estará dispuesto a pagar por tu flor virginal. Eso los vuelve locos.-Bien, eso solo le dio vueltas a la cabeza y las náuseas aumentaron.
¿A dónde había llegado?
Al infierno quizás.
Lo que resto de la noche Helena no pudo pegar los ojos y no es de esperarse que si lo lograba tuviera pesadillas recurrentes. ¿Cómo es que el destino le tenía preparado eso?. En alguno de esos sueños veía llegar a Axel, sacándola de ahí y prometiéndole que todo estaría bien de una vez y para siempre.
Pero entonces sólo despierta y ve como solo fue un sueño.
(...)
La mañana pasó con demasiada rapidez para el gusto de Helena. quien sentía los ojos pesados y sus ánimos se encontraban por el piso, no le animaba para nada tener que ir a la casa Kahler. Ese día no vio a Marlene por ningún lado, nadie que platicara con ella o calmara sus temores. Nada. Alguien le vino a buscar y llevarla hasta aquella casa de prostíbulo. Era tan parecido al día anterior, solamente que el lugar estaba hasta el cuello de hombres en mesas de todo el lugar. -Tal vez había una que otra mujer, pero era raro que hubiera una cantidad que superará las 10 presentes.- Helena vio pasearse a mujeres con vestidos diminutos y casi invisibles para llevar bebidas, otras que se encontraban en mesas apartadas de hasta 20 hombres. Habían chicas en el escenario también, en un gran letrero podía leerse en letras azul neón: "Noche de animalitos" Así que por eso muchas chicas llevaban colas y orejas.
Tragando saliva la llevaron al mismo camerino.
—Es hora de empezar.-Escuchó decir a Morgan quien sonreía, esa sonrisa no le gustó para nada.-
Sentaron a Helena frente a un gran espejo, llenándola de maquillaje, peinándola y vistiéndola. Ella sintió frío y se quedó en asombro al verse, sus ojos estaban delineados, sus labios pintados. Su pelo caía en rizos. Al ver lo que traía puesto no le hizo más que llorar pues no se reconocía para nada. Su vestuario consistía en un short n***o bastante diminuto, al inclinarse se vería su trasero expuesto, un top que dejaba al descubierto parte de su pecho y abdomen, se le hizo incómodo llevar tacones tan altos tipo botas hasta arriba de sus rodillas. Le pusieron una cola de oveja y cuernos de adorno en un cinto. Si no fuera porque tenía "ropa puesta" juraría que estaba desnuda.
Al acabar se le hizo difícil decir nada, su boca estaba seca y su corazón golpeaba con fuerza su pecho odiando la sensación que ahí se instalaba.
—Entra ahí, y más te vale lo hagas bien.- Morgan la empujó dentro de la jaula que afortunadamente estaba forrada de una colcha hecha de plumas artificiales de color rosa y una vez encerrada esta descendió hasta arriba asustándola por la sorpresa. Los reflectores la iluminaron dejándola ciega por unos segundos. Se sintió desorientada, mareada. Lo que fueron gritos y exclamaciones junto con palabras obscenas llegaron a sus oídos.
Nuevamente estaba paralizada. Asustada, quería salir corriendo y escapar lejos.
—¡He aquí caballeros, a la nueva integrante de la casa Kahler, tiene 18 años de edad, totalmente virgen! -El ruido llegó de inmediato junto a aplausos.—Por ahora no pueden ser tocada.-Esta vez escucho abucheos.—Pero no se preocupen la estaremos viendo mucho por aquí y hasta que alcance la mayoría de edad uno de ustedes afortunados podrá llevarla y poseerla.-
Lo que escuchaba era repulsivo y asqueroso. Helena apostaba y estaba más que segura que ahí debían estar hombres mucho más mayores que ella, codiciando su cuerpo de una manera que no era correcta para alguien de su edad. Personas que con la sola idea de arrebatar la inocencia y pureza de su cuerpo serían más que felices, mentes perversas que incluso querían humillarla y hacerla sufrir de incontables maneras. Querían apagar el brillo inocente de sus ojos.
Pronto el ruido de otra jaula apareciendo llamó la atención de Helena, había otra chica ahí. Llevaba casi la misma vestimenta, solo que ella no esperó para moverse y hacer poses sensuales al ritmo de la música junto a los gritos del público. Por unos pocos segundos la chica la miró, sabiendo más que nadie que debía cumplir con su trabajo o de lo contrario pagaría las consecuencias de desobedecer. La mirada de la otra chica era triste, apagada. Sabía que ella tampoco quería estar ahí.
Helena supo que jamás sería posible escapar. Esa era su nueva vida. Una pesadilla.
Más chicas salieron y con ellas explosiones de confeti por todos lados haciendo que el público aullaba por verlas. Colgándose en los tubos bailando, hacían movimientos perfectamente coordinados, delicados pero en ese momento nada de lo que se encontraba ahí podría llegar a serlo Otras chicas se mantenía en el piso tocándose a sí mismas, las expresiones de sus rostros deben ser solo y para el público y recibiendo dinero en la poca ropa que llevaban puesta. Junto a ello muchos de los hombres que se encontraban cercanos a las chicas de ahí tocaban con descaro. Helena veía todo en una mezcla de asombro y miedo.
—Escucha nueva, será mejor que muevas bien esas caderas o la que te caerá será enorme.-Le advirtió una de las mujeres. que fue directo luego a una mesa a quitarse las prendas que traía. ¿Acaso esta gente hacía ese tipo de cosas sin pena o pudor alguno?. La respuesta era clara.
Ella ignoró cada palabra, cada mirada y cada deseo obsceno que iba hacía ella. Hizo lo que pudo, todo lo que su inexperta mente le dijo que hiciera. Desde lejos se veía que era inexperta. Algunos de los hombres la veían con diversión. deseo, hambre de poseerla y otros simplemente miraban a las chicas con más experiencia. Varios sin embargo veían con adoración a la chica que era totalmente virgen, como sus ojos inocentes veían todo lo que alguna vez jamás pensó ver. Codiciando su cuerpo y su alma. No era fácil estar rodeada de miles de miradas, era sofocante. Helena sentía que se quedaba sin aire. Sus pulmones no eran capaces de hacer su función, ¿le estaría dando un ataque de pánico?.
Era posible, solo deseaba salir de ahí.
Una vez Helena se vio fuera de esa jaula pudo respirar tranquila, al menos un poco al saber que no tendría que volver hasta que fuera requerida. Era tan tarde, pronto serían las 5 de la madrugada. Había sido la última en salir pero no falto que escuchará más palabras de mal gusto hacía ella. Se sentía humillada y muy triste, patética. Odiaba ese sentimiento, pero las ganas de llorar la invadieron, sus piernas temblaron pues quería caer al suelo.
Una voz lo impidió.
—Helena...
—¿M-Marlene?-Ella talló sus ojos. Vio a la rubia, de verdad estaba delante de ella. En su mirada había algo que nunca creyó ver en ella. Era compasión.-Marlene ha sido horrible...Morgan...ella me dijo que lo hiciera, e-esas miradas y-yo...-Estaba a nada de quebrarse.-
—Lo sé, ven.-Marlene la atrajo en sus brazos. Y por primera vez desde hace tiempo Helena se permitió llorar como nunca, sollozar y temblar ante Marlene. Quien se encargaba de darle suaves palmadas.
—Y-Yo no quiero volver ahí...no quiero por favor.-Suplico dejando libres las lágrimas y abrazándose más a Marlene.
—No te prometo que todo estará bien, que las cosas cambiarán...Pero estaré aquí cuando sea necesario.-Murmuró la mujer sin dejar de mirarla hacia un punto fijo. Algo en especial.
—Quiero irme y jamás pisar este lugar.-Sollozo Helena una vez el llanto había disminuido un poco, Marlene acaricio su cabello rizado observando como la chica en sus brazos temblaba de miedo. Lamentablemente estar en la jaula era lo mejor que podría pasarle estando ahí.
—Eso no será posible, una vez entras, solo se logra salir con la muerte.-Toda y cada esperanza que sintió Helena se esfumó en cuestión de segundos.-
¿Lo que dijo Marlene podía ser verdad, solo se salía con la muerte?. Helena no deseaba estar ahí, pero morir no era una opción tampoco. Ella soñaba con que un día ya no tendría que volver. Pero mientras tanto solo era eso, un sueño y nada más.
Marlene le había dicho que debía cambiarse, y eso hizo. Al llegar al camerino se cambió lo más rápido que pudo, no había nadie en ellos por suerte. Era posible que todas las chicas estén en sus habitaciones de descanso o quizás con un millonario que las esté mimando o cogiendo, no era como si pudieran negarse a hacer, si las escogen no podían hacer más que cerrar los ojos y rezar por que terminará pronto. Pero eso era algo que Helena no sabía. Cuando estaba a punto de salir se encontró con Morgan. Quien solo la veía de manera burlona. Dio unos pasos hacia ella y la chocó con su hombro. Aun mirándola con superioridad.
—Bienvenida.