Celeste
Ni bien me desperté note que el sol brillaba con más intensidad, supe que iba a ser un buen día. Me levante con más energía que de costumbre, abrí los ventanales para que la brisa primaveral abunde en todo mi piso y mientras el café se calentaba me lave los dientes y realice mi rutina de cuidado de la piel.
Soy muy fan del invierno si tengo que ser sincera, pero las mañanas de primavera me encantan.
Hoy era un día bastante movido para mí porque tenía algunas reuniones con proveedores de telas y con Clara, que es la chica que se encarga del marketing digital de mis diseños.
Al final seguí los pasos de mi mamá y estudié diseño de indumentaria, me costó un montón y emprender es más difícil de lo que te cuentan. No es fácil empezar desde cero en la industria de la moda cuando no tenes contactos ni apellido, pero nunca me rendí y hoy puedo decir que si bien soy una marca chica mis vestidos son bastante solicitados al punto que a veces tengo lista de espera.
Aun no me decido en poner una tienda asique por ahora sigo vendiendo y promocionando todo a través de mi página y las redes. Santiago, mi mejor amigo, siempre se ofreció a ayudarme presentándome gente, pero siempre me negué porque pensé que si iba a triunfar quería hacerlo por mis propios medios. Tal como mi mamá siempre me había inculcado.
Me va bien, no me puedo quejar.
Sin embargo, cada vez que estoy por crear un nuevo diseño la extraño tanto que me duele el corazón. Nunca pude acostumbrarme a su ausencia, hay días que duele menos pero el dolor de su perdida está ahí, latente.
Hay tantas cosas que me hubieran gustado compartir con ella, que viera como crecí en todos los aspectos, contarle que cosas me gustan ahora y cuáles no, tantas cosas que quisiera decirle. Hay días en que me gustarían sus consejos de mujer, sobre todo cuando me siento perdida y sin rumbo.
Amo con locura a mi papá y daría mi vida por él, pero creo que nunca voy a superar la ausencia de mi mamá.
Estaba a punto de tomar mi café cuando mi teléfono sonó, no contesto nunca si antes no tomo mi dosis para despertarme del todo y ser un ser humano decente pero cuando leí el nombre que apareció en pantalla casi me abalanzo sobre él.
—¡Santiago!
—Mi cielo celestial... — suspira y se oye cansado—. ¿Cómo estás? Anoche no pude llamarte.
—Estoy bien... ¿vos como estas? — se oyen ruidos de fondo y a él moviéndose.
—También estoy bien cariño, como ayer no pude devolverte la llamada quería escucharte hoy.
—No te preocupes, sé que estas ocupado— le doy un sorbo a mi bebida—. Además, ni bien apoye la cabeza en la almohada me desmaye, ni tiempo de comer tuve.
—No me gusta que te saltees las comidas, Celeste— pongo los ojos en blanco, es tan exagerado—. Ya lo hablaremos después, quería darte una noticia en realidad.
—¿Que paso?
—Estoy a punto de embarcar rumbo a Buenos Aires— no podía ser cierto... aun le quedaba un mes en Londres—. ¿Estas ahí cariño?
—Si... si— no podía más de la alegría—. ¿Volves definitivamente?
—Definitivamente, cielo— se ríe—. ¿Me vas a buscar al aeropuerto?
—¡Si! ¡Claro que sí! — no lo puedo creer, por fin va a volver—. Dame los datos del vuelo y el horario que voy a estar ahí, pero ¿No te gustaría que fuera tu familia mejor?
—Claro que no, a ellos puedo verlos después— suspira—. ¿Sos consciente que me voy a quedar en tu casa no?
—¿Porque en mi casa? ¿No tenes una propia, acaso? — me burlo.
—Sí, pero vos no estás en mi casa y además tenemos que ponernos al día— me rio—. Es más, creo que te voy a secuestrar al menos cinco días, si eso voy a hacer, un año sin vernos Celeste es mucho tiempo.
—Que tonto, yo también te extraño Santiago.
—Yo más mi cielo celestial… nos vemos en unas horas.
Después de mi llamada con mi mejor amigo que me dio la noticia más espectacular de todas, terminé mi segundo café y salí rumbo al centro a la reunión que tenía programada con los proveedores.
Siempre las reuniones se alargan más de lo previsto porque tienen la mala manía de pensar que por ser mujer me pueden pasar por arriba, no todos son así pero bueno a veces cuesta cambiarle el chip a la gente.
Sin darme cuenta ya casi era la tarde y yo seguía dando vueltas y comprando telas por el centro, tenía que volver a casa para mi reunión con Clara, pero antes había decidido pasar por el supermercado a comprar algunas cosas para cocinarle a Santiago, todas cosas de su preferencia porque quería mimarlo.
Un año sin verlo fue demasiado para dos personas que son inseparables hace quince años maso menos asique, compre para preparar su comida favorita y su postre, algunas botellas de vino también.
En realidad, la mayoría del tiempo esta era nuestra rutina, trabajamos los dos, mil horas, pero siempre a no ser que tuviéramos una reunión importante almorzábamos juntos cerca de su trabajo, por la noche si ninguno tenía planes por separado veníamos a casa, yo cocinaba algo que el pedía y mirábamos alguna película o escuchábamos música.
Por lo general siempre se quedaba a dormir, yo también dormía en su casa, pero eran pocas las veces. Incluso se había apoderado tanto de mi piso que sin darme cuentas ya tenía su cepillo de dientes en mi baño y ropa suya en mi armario.
Más de una vez fue difícil de explicar a alguna cita la relación tan profunda que teníamos, más de un escéptico no creía en nuestra amistad solo porque no creía en la amistad entre el hombre y la mujer.
Pero aun durmiendo juntos Santiago y yo nunca cruzamos ese límite.
Conviví incluso con alguna que otra novia suya que nunca pasaban de los tres meses, todas me odiaban y puedo entender porque, pero Santiago es un hombre demasiado mujeriego para su propio bien y a menos que lo obliguen nunca va a comprometerse con nadie.
Ni bien puse un pie en casa, Clara ya me estaba esperando, charlamos sobre los próximos diseños y como encararíamos la próxima promoción publicitaria, la modelo que siempre trabaja con nosotros estaba de viaje asique teníamos que encontrar una nueva, pronto.
Eso a veces era un problema porque al ser una marca chica no muchas accedían, pero bueno, era difícil mas no imposible y estaba segura que encontraríamos a una chica que fuera perfecta con el perfil que buscábamos.
Tenía una línea nueva en mente que estaba a mitad de proceso de creación y varios vestidos ya encargados para los próximos meses, incluso tenía uno de novia.
Para cuando la noche llego estaba molida, me di un baño relajante, comí una fruta y me fui a acostar. Mire mi reloj y pensé que faltaban menos horas para que Santiago finalmente llegara a casa.
Había puesto el despertador temprano para dejar todos los pendientes listos antes de salir al aeropuerto a buscarlo, quería tener al menos el día de mañana y la noche libres para que podamos ponernos al día después de tanto tiempo.
Otra vez íbamos a ser inseparables como siempre.