El fin de semana.
Qué ganas tenía de que llegara el fin de semana. Lejos del trabajo, lejos del estrés y lejos de Jason. La tensión entre nosotros se había vuelto ridícula, él seguía cabreado por la —situación Vincent—así que hacía todo lo que estaba en mi mano para evitarle, pero gracias a mi profesión, lo había archivado bajo el epígrafe de imposible.
—Estoy tan aburrida—se quejó Melissa por millonésima vez esta tarde mientras doblaba la colada.
—¿Cómo rayos puedes aburrirte?—. Me reí. —¡Prácticamente, te fuiste del país ayer!
—Bueno, necesito estimulación constante—, se encogió de hombros. —Y como Blake no está aquí para estimularme físicamente, voy a tener que conformarme con algún tipo de estimulación mental.
Hice una mueca.
—En primer lugar, qué asco. Segundo, si estás tan desesperada por estimular tu mente, ¿podríamos visitar ese nuevo club del centro?
—¡Nunca irías a una discoteca en un día normal y mucho menos un día antes del trabajo! ¿Qué demonios ha pasado esta semana en la oficina?—Bromeó, sin enterarse de mi desencuentro con Jason ni de mi temida reunión con Catherine Reed.
—Solo quiero pasar un buen rato antes del trabajo—mentí con facilidad, dirigiéndome escaleras arriba para cambiarme.
—¿Todavía están mis cosas en la habitación de invitados?
—¡En el lado izquierdo!— Grité desde dentro de mi habitación.
Abrí el armario y me puse unos vaqueros ajustados y una camisa de seda rosa.
Veinte minutos más tarde, estaba de pie en lo alto de las escaleras, preguntándome si mi querida mejor amiga tendría intención de salir algún día de este año.
—Por fin—murmuré mientras ella abría la puerta.
—Pareces una niña, Silvia—. Afirmó saliendo de mi habitación de invitados, vestida con un LBD y un par de brillantes tacones rojos de rascacielos.
—Y tú pareces una puta—. Le respondí lanzándole una mirada mordaz mientras ella se revolvía el pelo sonriendo. —Vámonos.
*
—¿Cómo es trabajar para un hombre sexy al que puedes llamar jefe?—. Bella preguntó con entusiasmo mientras bebíamos nuestros cócteles una vez que nos acomodamos en el club.
Esto se estaba volviendo ridículamente aburrido y solo llevábamos aquí una hora.
—Está bien, supongo—Dije tratando de no sonar demasiado aburrida.
—Sí, pero... ¡Es Jason Knight, el soltero más sexy del mundo!— dijo Jade en voz alta.
—Mm hm.— Me levanté y me acerqué a la barra para pedir otra copa mientras el resto intercambiaba miradas confusas.
Jade y Bella eran buenas chicas, pero las dos daban una definición real al término cabeza hueca.
Por suerte para mí, Melissa era amiga de todo tipo de gente, así que sería suficiente entretenimiento para las chicas.
—Una dama como tú no debería estar sola en un lugar así, Silvia—Una voz masculina habló mientras me daba la vuelta para corresponder un rostro con la voz. No era otro que Vincent Haynes vestido con un elegante traje gris que le hacía destacar en el informal club.
—¡Sé cuidarme muy bien, muchas gracias!— le espeté, tragándome la bebida rápidamente.
—No pretendía ofenderte—Levantó las manos como si se rindiera. —Este lugar no es seguro para una mujer hermosa como tú, hay un montón de cretinos merodeando por aquí.
—¿Quién dice que tú no eres uno entonces?—volví a soltar mientras él se reía.
—¡Puedo asegurarte que ciertamente no lo soy Silvia, no importa lo que te haya dicho ese pomposo jefe tuyo!—Dijo seriamente mientras yo soltaba una carcajada.
—Mi 'pomposo-culo' jefe me ha dicho que me mantenga alejado de ti—Solté una risita, empezando a sentirme un poco achispada.
—Es curioso, yo debería decirte lo mismo de él. ¿Te invito a una copa?
—Estoy bien, gracias.
—Pues un G&T—. Le guiñó un ojo volviéndose hacia el camarero para pedir.
—¿Por qué vas vestida como si estuvieras en una especie de reunión de negocios porque no ibas vestida así cuando viniste a ver al señor Knight?—pregunté con curiosidad.
—Da la casualidad Silvia, que acabo de volver de una, son increíblemente aburridas.
—¿Y usted es un hombre de negocios?— Cuestioné levantando una ceja.
—No, mi hermano no se molestó en presentarse a su propia reunión, así que adivina qué hermano tuvo que hacer de pez gordo de los negocios—. Preguntó sarcásticamente, engullendo su bebida.
—Si no eres un hombre de negocios, ¿qué eres?
—Soy periodista independiente. No muy ambicioso, según papá, pero me gusta—, se encogió de hombros con indiferencia.
Bueno, tenía que decir que el tipo me estaba cayendo bien desde mi primer encuentro con él; no parecía tan malo.
—Quiero que te mantengas alejada de él...— La voz de Jasons resonó en mi mente mientras la ignoraba.
—Me parece increíble, me encantaría viajar por todas partes y escribir historias— dije soñadoramente.
—No es tan glamuroso como eso—Se rió.
—Háblame un poco de ti, Vincent—, sonreí recostándome en el taburete para apoyar la espalda en la barra.
—Bueno, tengo veintiocho años y siete hermanos.
—¿Siete? Jesús.—murmuré mientras él se reía.
—Sí. Siete. Me toca a mí. ¿Eres soltero?
—Sí, da la casualidad de que lo estoy—. Le guiñé un ojo sugestivamente.
Y esta es la razón por la que no bebo.
—Me alegro de oírlo. Sonrió juvenilmente. —Y obviamente trabajas para Jason.
—Sí.
—Oye, Silvia, ¿quién es tu amiga?— Preguntó Melissa, apareciendo de la nada.
—Melissa, este es Vincent. Vincent, Melissa.
—Un placer conocerte, Melissa—, dijo Vincent tomando su mano para plantarle un beso.
—El placer es todo mío, Vincent—. Ella se sonrojó antes de volverse hacia mí. —Me voy a casa Silvia, el club está bastante muerto. ¿Quieres venir o estás... Lo suficientemente ocupada, debería decir?
—Me iré sola a casa; tengo que hacer algo importante—. Mentí.
—Mientras no sea Vincent—se rió a carcajadas cuando sentí que se me calentaba la cara.
—No te preocupes, soy demasiado caballero para permitir que eso suceda—, me guiñó un ojo mientras Melissa sonreía, saliendo del club sola.
Fruncí el ceño, preguntándome dónde estarían Jade y Bella; un ceño que se disipó rápidamente cuando las vi flirteando con un pobre hombre.
Un pobre hombre que claramente iba a conseguir algo esta noche, sin embargo.
Suspirando, me volví hacia Vincent.
—Entonces, ¿de qué iba tu reunión con el Sr. Knight?
—Solo estábamos resolviendo algunos asuntos personales—. Respondió despreocupadamente. —Oh, hablando del diablo.
Seguí su mirada hacia la entrada del club, donde mi jefe entraba con una pelirroja alta pegada al brazo.
Me giré rápidamente en mi silla, tratando de evitar el contacto visual, o cualquier tipo de contacto, para el caso.
—¿Estás bien, Silvia? Pareces un poco nerviosa—Vincent preguntó preocupado.
—Sí, estoy bien—. Sonreí mientras mi estómago rugía ruidosamente. Sentí mis mejillas sonrojarse de vergüenza mientras Vincent se reía.
—Vamos tú, vamos a cenar—. Sonrió ofreciéndome su mano mientras procedíamos a salir. —¿c***o, indio o pizza?— Preguntó mientras subíamos a su Bentley bastante llamativo.
—¿Quieres decir italiana?
—Sí pero... Es pizza. ¿Quién la reconoce realmente como italiana?—Preguntó frunciendo el ceño, con las mejillas ligeramente enrojecidas, lo que le daba un aspecto increíblemente adorable.
Parecía inofensivo. Creo que me precipité al juzgarlo, ¿y Jason? Bueno, odiaba a todo el mundo.
—Relájate, Vincent; solo estoy bromeando—. Me reí dándole una palmada en el brazo en broma.
—No tiene gracia—. Hizo un puchero sacando la lengua. —Ahora, ¿cuál fue el veredicto entonces, señorita Vills?
—Pizza—. Sonreí mientras él ponía los ojos en blanco y conducía hasta la pizzería más cercana.
—La pediremos para llevar, podemos comer en mi casa y te puedo dejar más tarde si mañana tienes trabajo—. Dijo mientras estábamos en la cola.
—Me parece un buen plan—asentí.
*
—No puede ser, ¿de verdad has hecho eso?—Me reí al ver que Vincent casi se atraganta con mi pizza. Había pasado alrededor de una hora desde que entramos en el lujoso apartamento de Vincent y había deducido que Vincent era un tipo bastante decente y dulce... por no decir divertidísimo.
—Sí, lo hice. Destrocé todo el despacho de mi padre en el espacio de una hora, justo antes de que empezara su reunión—, afirmó Vincent con orgullo mientras yo me partía de risa.
—No puedo imaginar la pena que te habría dado después de que terminara la reunión—dije levantando una ceja.
—Bueno...— Empezó tímidamente. —En pocas palabras, es como si le hubieran metido un palo por el culo permanentemente, durante los últimos diez años.
—¿Qué? ¿Quieres decir que...?
—¿Todavía no me ha perdonado? Comprobado—Se rió encogiéndose de hombros.
—j***r. Aquel encuentro debió de significar mucho para él si todavía no te ha perdonado—repliqué mientras él seguía encogiéndose de hombros. —¿Y tu madre?
—Esposa trofeo—. Afirmó con sencillez, incluso con indiferencia.
—¿Y tus otros hermanos?
—Tengo cinco hermanas, todas mayores, también esposas trofeo.
—El sexismo parece ser un rasgo clave entre tu familia—murmuré.
—Siempre le resultó más fácil casarlas con hombres ricos. La forma más rápida de deshacerse de ellas sin involucrarse en nada que requiriera un abogado o policías—. Dijo seriamente mientras yo me quedaba sentada en estado de shock.
—No puedo decir que me gustaría cruzarme con tu padre entonces.
—¿Cómo crees que me siento, después de haberlo soportado durante dieciocho años? En fin, basta de mi triste historia, ¿y tú?—. Sonrió mirándome a los ojos.
—Bien—Tosí incómoda. —¿Qué hay de mí?
—Tu vida. ¿Infancia? ¿Hermanos?
—Soy hija única—Empecé, tratando de no hacer una mueca de dolor cuando resurgieron los recuerdos que tanto me había esforzado por mantener alejados. —Y la infancia, bueno, bastante aburrida si te soy sincera—Me encogí de hombros tratando de calmar mis nervios.
—Tengo toda la noche—. Me guiñó un ojo extendiendo los brazos sobre el sofá.
—Pues yo no—. Dije severamente dándole un golpecito en la punta de la nariz. —Llévame a casa.
—Por supuesto, mi señora—Sonrió levantándose. Me puse la chaqueta y le seguí hasta su coche.
—¿También tienes que trabajar mañana?— le pregunté mientras aparcaba en mi calle.
—¿Esta es tu forma de pedirme una cita, señorita Vills?—Preguntó arrogantemente.
—Ya te gustaría—murmuré poniendo los ojos en blanco.
—No, mañana estoy libre todo el día. ¿Me paso por tu despacho mañana a la hora de comer?
—Claro.— Sonreí mientras aparcaba en la puerta del apartamento.
—Te acompaño—Dijo mientras se desabrochaba el cinturón.
—Veo que la caballerosidad no ha muerto— Me reí mientras caminaba hacia mi apartamento.
—Me divertí mucho esta noche Silvia— Dijo seriamente mientras tomaba mis manos.
Iba a besarme, ¿no?
—Yo también me divertí; fue encantador—Sonreí mientras él acercaba lentamente sus labios a los míos.
Tuve que admitir que esperaba las chispas. El cosquilleo eléctrico, pero no sentí nada. Ya sabes, como lo describen en los libros: los fuegos artificiales, cómo se detiene el tiempo y toda esa basura. Fue un beso agradable, no me malinterpretes, pero no fue romántico ni apasionado. No sentí nada, de hecho, incluso podría haberlo calificado de aburrido.
—Te veo mañana, Silvia— sonrió antes de irse.
—Buenas noches—murmuré abriendo la puerta de mi apartamento.
Me desplomé en el sofá, un sentimiento de culpa me recorrió las entrañas por no obedecer las instrucciones de Jason y besar a Vincent, pero luego pensé, al diablo con eso, Jason estaba bastante ocupado con su última chica de todos modos, así que ¿por qué deberían importarme sus sentimientos?
No podía evitar pensar que había una razón de peso para que insistiera tanto en que me mantuviera alejada de Vincent, pero no lograba descifrarla.
Estoy paranoica, pensé, poniendo los pies en alto y cerrando los ojos.
Sabía en lo que me estaba metiendo, solo esperaba que mereciera la pena.